Más sobre la Selección y esa idiosincrasia argentina
• ¡ Clasificamos! ¡Alegría! El mago de Messi, el pibe maravilla, la rompió. Lo acompañó mejor el “equipo”, digamos, siendo generosos, teniendo en cuenta el bajísimo nivel del oponente. Sin ofender a los hermanos ecuatorianos, podríamos decir que la Selección jugó contra los muñequitos del “metegol” que, jugados por jugados, pegaron a lo loco. Otra cosa hubiera sido ante Alemania, Portugal o Italia. Aunque en cuestiones de magos como “La Pulga”, nunca se sabe.
Consecuencia del exitazo, hubo un logro esperado e innecesario para las urgencias de nuestro país: estuvimos fraternalmente unidos y sin “la grieta” en un total de tres horas incluyendo la previa. Y me da pena. Choripán y “fobal”. Al otro día los medios y las manifestaciones de los candidatos del próximo 22 reiniciaron los duros ataques y las ofensas mutuas. Claro, estamos en campaña y la “lógica” del político funciona así de mal. Nada de acuerdos. Todos quieren llevar la pelota como Messi, que es en realidad el que la dibuja mejor y está genial. Conclusión: el ser argen- tino sigue intacto. La política es cuestión de pelea para llegar a poder “verseando” a la gente. Robar, poner amigos como funcionarios o en el Poder Legislativo, mientras parte de la Justicia mira para abajo -o al costado- y sin vergüenza con pruebas contundentes. Nada de pensar en serio para arreglar al país. “Políticos eran los de antes”, decía mi viejo. Ahora se habla de “fraude” con ligereza para embarrar la cancha y el “partido” se pone pesado. Sin registrar los estropicios ganados en doce años.
En fin, como sea, palpitaremos las emociones el domingo 22 para ver de última quién hace más goles. ¡Y festejemos que la Argentina estará en el Mundia de Rusia 2018! Jorge Luque jorge.luque@hotmail.com • El juego y la pasión de los argentinos nos llevan indudablemente al triunfalismo. Hemos atravesado meses de discordantes sensaciones con la razón de ser los mejores o peores en cuestión y opinión de quienes patentan el periodismo deportivo. El fútbol no se hizo cargo del atropello y la nostalgia de tiempos mejores, los jugadores sufrieron hasta el descarne personal el extremismo del triunfo y la derrota. Ellos no se hicieron querer, pero el pueblo siempre dijo presente con más dudas que certezas. Nos encontramos con el orgullo futbolero de tener siempre al mejor, no siempre para todos nosotros, siempre para el resto del mundo.
Con enorme alegría de la clasificación al Mundial de Rusia muchos se maquillan y derramen entusiastas las más desopilantes caras del triunfalismo. No nos falta más que saber y aprender un nuevo resultado deportivo, además de ganar, empatar o perder, la Selección se denosta. José Saverio jslegname@yahoo.com.ar • Todos los problemas, incluyendo la grieta, quedaron relegados. Desocupación, inseguridad, sindicalistas corruptos, una Justicia devaluada por jueces, asesinato de un fiscal valiente, legisladores sin vergüenza ni dignidad, políticos sin escrúpulos, bolsos millonarios, obras pagadas sin que siquiera se iniciaran: la mochila y un celular de Maldonado en poder del hermano, una casta de nuevos ricos y un 30% de pobres, la mayoría sin agua ni cloacas.
El partido con Ecuador monopolizó todos los temas en una sociedad autista, a la que años de populismo acostumbraran a convivir indiferente ante la indignidad y la pobreza. La corrosión hasta llegó a admitir la decapitación de Colón y negar en las escuelas la autenticidad de sus héroes preclaros, con una pedagogía donde el 70% de los jóvenes de 16 años, que votan, no entienden lo que leen, según entidades educativas. Jugadores y entrenadores recibían las bofetadas dando la cara ante el fracaso mientras, entre bastidores, los dirigentes que no murieron a tiempo la ocultaban y eludían responsabilidades. Asociados a barras bravas devenidos en empresarios de la delincuencia se maquillaban y sometían a cirugías para enfrentar con rostros renovados el inicio de un nuevo ciclo. La renovación del fútbol tras el fracaso previsible. Mientras, decían con singular cinismo: “Yo lo advertí”. Seguro que si se perdía ante Ecuador hubieran querido decretar duelo nacional con la Bandera a media asta.
Como San Messi quiso que se triunfara, fue raro que no clamaran por feriado bancario y administrativo, al mejor estilo del Estado benefactor de los K. Lo demás no importa. Se ganó un partido de fútbol y el acceso al Mundial 2018. Carlos Bottino carlosbottino@fibertel.com.ar • La Argentina cuenta con una expectativa productiva muy grande, pero es siempre una expectativa. Tenemos maíz, trigo, soja, carne, leche, frutas, verduras; para muchos podemos dar de comer al mundo porque nuestra riqueza no conoce de fronteras. Pero algo pasó en el medio para que tengamos un 30% de pobreza, para que 1 de cada 4 chicos pase hambre, para que un 42% de la población resida en hogares con problemas de saneamiento, para que el 7,7% de los niños tenga inseguridad alimentaria. Pasó todo esto y más y aún así pensamos en vender comida al mundo.
Y en la mesa chica de un bar discutimos tener a los mejores jugadores del mundo con contratos millonarios y alejados del común de la gente. Discutimos a Messi. Claro, alimentamos al mundo del mejor fútbol, pero seguíamos esperando acá, en estas pampas, ese gol que nunca llegaba. Es la metáfora de nuestra pobreza, de lo que somos. No podemos administrar tener a los mejores del mundo como tampoco podemos darle de comer a nuestros niños. Nuestra pobreza es estructural, cualquiera fuese la ideología que tengamos. La fue con Perón, Alfonsín, Menem, los Kirchner o Macri, sí, nos creímos buenos para administrar los recursos y fracasamos. Con el fútbol pasó algo parecido y esperamos que el mejor nos salve cuando atrás de él hay un funcionamiento corrupto y obsoleto que no lo apoya, pero que a su vez espera todo de él. Jose Luis Traverso valdanito@hotmail.com