Clarín

El refrán, uso que traspasa los tiempos

- Miguel Jurado mjurado@clarin.com

Un viaje en ascensor era suficiente para desplegar su cortesía de consorcio. Había desarrolla­do todo un repertorio de lugares comunes con el que podía mantener una conversaci­ón diplomátic­a en lo que tardaba en llegar a su piso.

El tiempo era su disparador predilecto, después se convertía en una encicloped­ia interactiv­a de frases hechas. Para terminar, un di- cho ingeniosam­ente oportuno y nada más. Creo que sabía que un refrán popular bien utilizado producía un cierre aceptable y daba más autoridad que cualquier argumento.

“Nooo por mucho madrugar ze amaneze más temprano“, decía con intenciona­do ceceo porque a todo le agregaba un acento campestre que sentía, daba una especie de autenticid­ad vintage. “Al barrigón, e’ añudo que lo fajen”, explicaba tragándose las eses. O sentenciab­a: “La cabra al monte tira”. Pero los refranes que más usaba eran los fatalistas, los que podía emplear para clausurar conversaci­ones excesivame­nte largas o demasiado quejum- brosas. “Peor es nada”; “No hay mal que por bien no venga”; “A caballo regalao no se le miran los dientes”. Esa mañana, el ascensor se detuvo de golpe entre el quinto y el sexto. Repuesto del susto, yo gastaba el timbre pidiendo auxilio, él repetía refranes, inoportuno­s. “Naaaides muere en las vísperas”, “Al mal tiempo, buena cara”, “Tropezón no es caída”. Cansado de esperar, decidí forzar la puerta y treparme al sexto piso para salir de la cabina, una vea afuera lo ayudé a subir. “Lo cortés no quita lo valiente”, me dijo.

Después de eso, cada vez que sube al ascensor, dice: “Hacia el infinito y más allá”.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina