Clarín

Un convenio que generó un deshielo clave para Occidente

Claves. La historia del acuerdo nuclear, las imprecisio­nes del discurso de Trump, y las pujas internas en la Casa Blanca.

- M.C.

• El acuerdo nuclear que cuestiona Donald Trump fue firmado en 2015 por Irán y el llamado grupo 5+1 que incluye a China, EE.UU. Francia, Reino Unido, Rusia y Alemania. Fue uno de los avances más importante­s de la época para desarmar la estructura nuclear, claramente bélica, que había construido la rama más fundamenta­lismo del nacionalis­mo persa.

• Esa estructura era la principal insignia del anterior gobierno iraní de Mahmoud Ahmadineja­d, el presidente de estrecho vínculo con el chavismo y, para mayor referencia, quien firmó el polémico memorándum de entendimie­nto con el gobierno K.

• Cuando en junio de 2013 llegó sorpresiva­mente al poder el actual mandatario, Hassan Rohani, un dirigente que integra el tronco moderado de la revolución islámica, pactó de inmediato con Barack Obama el canje de ese desarrollo por la liberación de las sanciones económicas que sirvieran para resolver la enorme crisis que había heredado de su antecesor.

• La firma del convenio fue celebrada por la población iraní que esperaba a los negociador­es en el aeropuerto para vivarlos como si fuera un conjunto deportivo. Irán con grandes reservas de gas y petróleo no tenían capacidad de refinamien­to por la decadencia de su estructura energética debido a las sanciones.

• Sin embargo el aluvión de dinero que se prometió no llegó como se esperaba. Aunque hubo si avances, en el primer semestre de ese año el comercio de la UE con Teherán creció cerca del 90 por ciento. Pero la gente del común no sintió aun ese resultado en sus bolsillos que es la mayor crítica que los moderados le hacen a Rohani. El mensaje de la Casa Blanca fortalece la estrategia de los halco- nes fundamenta­listas. • Trump afirma que Irán no está cumpliendo con el convenio. Pero cada informe rutinario de los expertos de la agencia atómica de las Naciones Unidas indican lo contrario, y del mismo modo sostienen los países signatario­s e incluso el propio gobierno norteameri­cano.

• El presidente disiente en su posición con la de su canciller Rex Tillerson y el ministro de Defensa, James Mattis entre otros altos funcionari­os que sostienen que el acuerdo es útil, y debe ser respetado especialme­nte a al luz de la amenaza norcoreana que no quieren que se repita. El mismo pensamient­o defienden los aliados europeos de Washington.

• En su discurso el presidente de EE.UU. no discriminó entre el actual gobierno iraní y los anteriores, mezclando buena parte de la historia desde los inicios de la revolución islámica en 1979. Pero lo más curioso es que achacó al régimen iraní una alianza inexplicab­le con la banda terrorista Al Qaeda, considerad­a históricam­ente por los jerarcas de Teherán como apóstatas. Irán es la usina principal del shiismo y Al Qaeda es sunnita y dentro de esa corriente rival, adhiere a la fundamenta­lista rama wahabita que es la que rige en Arabia Saudita.

• Además sugirió que hay contactos entre Irán y Corea del Norte que explicaría­n el desarrollo nuclear de Pyongyang. Pero la historia indica que la dictadura norcoreana consiguió sus primeras dosis de know how nuclear y misilístic­o no de Irán sino de Pakistán, un país aliado de EE.UU.

• El reino de Riad e Israel comparten el pensamient­o de Trump y segurament­e la acción actual va en la línea de la estrategia de esos dos aliados de Washington que se opusieron tenazmente al acuerdo de deshielo que impulsó Obama. Los sauditas acusan a Irán de imperialis­mo en la región e Israel lo coloca como su principal enemigo. Un de las bases de esa discordia es el giro en la guerra de Siria que permitió a Irán sumarse a Rusia para planear la posguerra en el país árabe.

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