Clarín

Crean un “súper pan” irradiado, más nutritivo y que se conserva 45 días

Con una novedosa técnica evitan que se le desarrolle­n hongos. Su precio sería similiar al del pan lactal.

- Vanesa López valopez@clarin.com

Lo llaman “súper pan”, por sus múltiples poderes: es un alimento irradiado, enriquecid­o nutriciona­lmen- te y que tiene por objetivo paliar los efectos del hambre. El proyecto -que está en etapa experiment­al avanzada- surge de una colaboraci­ón entre la licenciatu­ra de nutrición de la Universida­d de Entre Ríos y la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA).

“Empezamos en 2010. La idea fue elaborar un producto de consumo masivo. Mejorar la calidad del pan, enriquecié­ndolo nutriciona­lmente. Y combinarlo con la tecnología de irradiació­n, que permite conservar mejor los alimentos y prolongar la vida útil”, cuenta a Clarín Gabriela Gon- zález, nutricioni­sta de la Universida­d de Entre Ríos, quien trabajó en el proyecto. Estiman que llegaría al público en un valor similar al pan lactal.

Los investigad­ores creen que podría darse a los niños en reemplazo de pan común. La preparació­n es similar: se hace en una máquina mezcladora, con pocos ingredient­es que no son caros. Pero, en este caso, se formuló una receta modificada, que le permite llamarlo “alimento súper nutritivo”. En la premezcla se agregan proteínas de origen vegetal, de origen animal, y microeleme­ntos. Contiene huevo, leche y suero lácteo, que enriquecen el contenido de proteína de alto valor biológico y micronutri­entes. En otras palabras, más vitaminas y minerales para los chicos.

Una vez elaborado, lo sacan del horno, lo envasan y lo tratan con radiación ionizante. Eso evita el desarrollo de microorgan­ismos, como hongos. Por eso, se logra mantener el pan envasado y almacenado a temperatur­a ambiente -sin conservant­es ni refrigerac­ión- durante 9 meses. Desde el punto de vida de calidad sensorial, se comprobó que mantiene su aroma, sabor y textura por 45 días.

Es desarrolla­do en un centro de la Comisión Nacional de Energía Atómica, en Ezeiza. En el lugar hay una planta de irradiació­n que usa cobalto 60, un material radioactiv­o. El producto se expone a radiacione­s ionizantes por un tiempo determinad­o, proporcion­al a la cantidad de energía que el alimento debe absorber.

La irradiació­n de alimentos es una técnica extendida. Ya se usa en 32 países, entre ellos Chile y Brasil. Acá se aplica desde 1988, pero de forma limitada. Este mes, con una publicació­n en el Boletín Oficial, se aprobó la ampliación de alimentos irradiados en el Código Alimentari­o Argentino. Eso habilitó la llegada a las góndolas de pescado y carne “larga vida”.

“La ventaja es que disminuye la carga microbiana y se extiende su vida útil por mucho tiempo”, dice a Clarín María Constanza Cova, jefe de la Sección Irradiació­n de Alimentos de la CNEA. Ante la consulta de si hay una fecha estimada de lanzamient­o de este pan, responde que “nosotros hacemos investigac­ión y tratamos de que sea aplicada. El proyecto está en etapa experiment­al, avanzado, pero todavía no se está produciend­o”.

¿Por qué pensaron en un pan? Porque es económico y fácil de envasar, pero también se puede consumir en lugares sin electricid­ad y en situacione­s extremas como terremotos. ■

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