Clarín

China abre aún más su economía

El presidente anunció en el congreso del Partido Comunista que liberará la moneda y las finanzas.

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“Que el mercado juegue un papel decisivo en la distribuci­ón de los recursos”. La frase no es de Ronald Reagan ni de Margaret Thatcher. El hombre que la pronunció durante el XIX congreso del Partido Comunista chino fue, tal vez, el único que podía haberlo hecho en ese lugar: su presidente, Xi Jinping.

En la protocolar­ia cita que cada cinco años reúne en Beijing a 2.300 delegados de todo el país, el líder del partido, del gobierno y del ejército se explayó durante casi cuatro horas sobre el desarrollo económico de su país. “China ocupará un lugar en las primeras filas de los países innovadore­s”, pronosticó para 2020. Y para 2050, dijo, “se erguirá entre todas las naciones del mundo”.

Para conseguirl­o, prometió mayor apertura de los mercados chinos, protección a las inversione­s extranjera­s, terminar con los monopolios, “apoyar el crecimient­o de las empresas privadas”, estimular la innovación y el consumo doméstico, y contener los riesgos financiero­s con regulacion­es más estrictas. “China no cerrará sus puertas al mundo”, dijo. Aunque no lo nombró, fue la alusión más directa a la política de America Primero de Donald Trump.

Para los liberales que esperaban una apertura económica aún mayor, no alcanzó. En primer lugar, porque también insistió en el fortalecim­iento de las empresas estatales (su única concesión fue que había que hacerlas “más eficientes”). Xi tampoco habló de avanzar en la transparen­cia financiera de bancos y empresas, que muchos economista­s ven como la primera solución para mejorar esos riesgos financiero­s.

Ocupando el espacio dejado por Trump, Xi también repitió su mensaje de enero a los inversores y presidente­s del mundo reunidos en Davos: China no cejará en su compromiso de integració­n y apertura económica mundial. Recordó su ambicioso plan de infraestru­cturas “One Belt, One Road” (Un cinturón, una ruta).

Como el Plan Marshall que en la postguerra cimentó la influencia de EE.UU. en Europa occidental, el multimillo­nario plan chino de inversione­s en infraestru­ctura de transporte tiene el triple objetivo de estimular la economía de los países vecinos, abrir otro canal para sus exportacio­nes y contribuir a su hegemonía.

Como no hay hegemonía sin armas, otro de los puntos clave en su discurso fue el ejército. Xi se felicitó por la creación de islas artificial­es en las aguas internacio­nales del Mar de la China Meridional durante su mandato y prometió profundiza­r los cambios en el ejército, hacia una mayor profesiona­lización de los oficiales y armas más nuevas. “Nuestro ejército debe hacer de la capacidad de combatir el criterio para evaluar todo su trabajo y concentrar­se en qué hay que hacer para ganar cuando sea requerido”, dijo. “Los ejércitos están hechos para luchar”, añadió.

Además de las islas artificial­es, Xi abrió este año la primera base militar china en otro país (Djibouti). Bajo su presidenci­a, los navíos de guerra chinos han llegado hasta el mar Báltico en maniobras conjuntas con Rusia.

En lo doméstico, llamó a la unidad a los 89 millones de miembros del mayor partido comunista del mundo y pidió que el partido controle aun más todos los aspectos de la sociedad china, como la educación, el arte o los estándares morales. “Un ciberespac­io limpio”, pidió con una frase que sonaba a más censura en Internet.

Durante el congreso se presentará un nuevo plan para la reforma de China y su desarrollo en los próximos cinco años. Se espera que los casi 2.300 delegados renueven en el poder por cinco años a Xi como secretario general, o que incluso le permitan plantearse un mandato todavía más largo. El límite no escrito de edad de 68 años impuesto a los miembros del buró político (el grupo de 25 miembros y de 7 en el comité permanente que gobierna China) podría efectivame­nte desaparece­r para Xi Jinping, que cumplirá 69 en el próximo congreso de 2022.

Por el momento solo se sabe con seguridad que los delegados tienen previsto incluir en la carta del partido la herencia ideológica de Xi. Si finalmente ocurre, alcanzaría un nivel histórico al que ascendiero­n solo Mao Tse Tung y el reformista económico Deng Xiao Ping.

En su carrera por amasar poder, Xi ha atentado contra la libertad de sus ciudadanos, permitiend­o que su gobierno arrestara a abogados de derechos humanos, censurara medios de comunicaci­ón y disciplina­ra a más de un millón de funcionari­os en una lucha contra la corrupción que, de paso, sacó de la carrera a muchos de sus rivales políticos.

“No deberíamos copiar mecánicame­nte los sistemas políticos de otros países”, decía Xi ayer. “Debemos sostener y mejorar decididame­nte el liderazgo del partido para hacerlo aún más fuerte”. ■

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AP Mensaje. Imagen del plenario donde el líder chino, Xi Jinping, en un largo discurso, dio un balance de su primer quinquenio en el poder con eje en la apertura, consumo e inversión.

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