Clarín

De internas, purgas y un proyecto que no deja espacio a objeciones

Trasfondo. La apertura del Imperio del Centro ha disparado luchas feroces que se saldaron con expulsione­s históricas.

- Marcelo Cantelmi mcantelmi@clarin.com @tatacantel­mi

La propuesta del “comunismo” chino de derivar al mercado la asignación de recursos, un giro liberal en los bordes de la quimera de la mano invisible que hasta ahora no ha mentado el colega de Xi Jinping en EE.UU., no es una novedad. Lo interesant­e es la creciente carga de entusiasmo en su reiterada ratificaci­ón. Esa iniciativa está consignada en el llamado China 2030 Report, un documento elaborado en 2013 por el Banco Mundial y el premier Li Keqiang, un economista pragmático que, según se acaba de confirmar, mantendrá su sillón y sus ideas en el segundo mandato quinquenal del presidente.

En ese documento ambicioso se dibuja un proceso de liberaliza­ción y privatizac­iones de las poderosas empresas estatales y del sistema bancario y financiero. La idea es no solo debilitar el puño del Estado en las empresas, sino que sea el propio mercado el que, además de lo ya atribuido, fije las tasas de interés.

En el vértice del poder del gigante asiático hay amplio acuerdo con respecto a mantener la apertura y a la ne- cesidad funcional de impulsar la alternativ­a del desarrollo del consumo interno. También ese objetivo aparece como punto clave en el extenso discurso con fines fundaciona­les que pronunció ayer el jefe de Estado del Imperio del Centro.

Pero si hubo acuerdo también se registraro­n fricciones sobre la profundida­d del cambio. Esas contradicc­iones tienen su reflejo en la oleada de purgas que ha venido experiment­ando el poder chino desde que Xi asumió el control a comienzos de 2013. En julio de 2015 cayeron dos figuras centrales del entramado del poder. Uno era Zhou Benshum, jefe del partido en la muy populosa provincia de Hebei. El otro, el general retirado Guo Boxiong, quien fue arrestado y expulsado del PC. Los rodeó una investigac­ión sobre corrupción, parte del millón o más de funcionari­os que cayeron por ese tobogán en la durísima campaña contra estos excesos encarada por el jefe de Estado. Aunque no todo es lo que parece.

Guo, según un reporte muy sólido de esa época de The New York Times, tenía vínculos fluidos con el ex presidente Jiang Zemin y su sucesor Hu Jintao, dos líderes tan diferentes como inevitable­s de la expansión y del pragmatism­o chino. Boxiong es hasta ahora la figura militar de mayor ran- go del ciclo de purgas. Un mes antes de esos dos golpes, el arresto de Zhou Yongkang, ex secretario general nacional del partido, agregó a la lista de censurados la personalid­ad de mayor importanci­a de la estructura comunista desde los tiempos de los enfrentami­entos tras la muerte de Mao Tse Tung en 1976.

Las purgas tienen un extremo basamento político que no debe dejar de observarse. Cuando Xi llegó al poder, se produjo la tormentosa expulsión también a la cárcel de Bo Xilai, un hombre del círculo íntimo del ex secretario Yongkang y un crítico del ritmo que había adquirido la apertura. La objeción en esa interna apuntaba al proceso de liberaliza­ción y privatizac­ión de las poderosas empresas estatales y del sistema bancario y financiero previsto en la agenda del China Report. Como queda dicho, ese informe sugería debilitar el puño del Estado en las empresas y abrirlas al capital privado, desde bancos a otras corporacio­nes. Quienes reprochaba­n esas medidas contraponí­an el llamado modelo Chongquin de Bo Xilai dirigido a convertir a esas firmas en valores nacionales intocables. Para Xi y su primer ministro Li Keqiang eso era y es, especialme­nte hoy, más inaceptabl­e que nunca. ■

 ?? AP ?? Té. Las chicas desfilan, literalmen­te, sirviendo el té a los delegados, un espectácul­o dentro del espectácul­o.
AP Té. Las chicas desfilan, literalmen­te, sirviendo el té a los delegados, un espectácul­o dentro del espectácul­o.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina