Clarín

Una nueva fórmula para hablar de libros

Maximilian­o Tomas y Eugenia Zicavo debaten y se proponen tentar al espectador a leer, pero sin solemnidad.

- Verónica Abdala vabdala@clarin.com

Un programa de libros en el que los conductore­s hablan con un lenguaje accesible y se muestran más parecidos a los usuarios de las redes sociales -que comparten con naturalida­d sus lecturas- o a quienes intercambi­an libros en una casa -como, de hecho, hacen ellos en pantalla- que a comentaris­tas eruditos. Un programa de libros en el que las urgencias del mercado no mandan, ni la actualidad, y en el que el único parámetro para la construcci­ón de un canon bibliográf­ico –en base a un eje temático, en cada emisión- está dado por las marcas que las lecturas pasadas dejaron en sus interlocut­ores.

Bibliómano­s se estrena el sábado a las 19 por la TV Pública y lo conducen Eugenia Zicavo (crítica literaria, docente universita­ria) y Maximilian­o Tomas (crítico y editor, actual jefe de Cultura y Espectácul­os de Télam). Ahí proponen “un nuevo concepto en programas bibliográf­icos”. Y, podría decirse, visibiliza un estado de cosas, ya reconocibl­e en las plataforma­s virtuales, donde el intercambi­o de informació­n relativa a los libros y autores se hace con pasión pero sin solemnidad, por fuera de una retórica críptica, para unos pocos enten- didos. El primer tema es “Guerra” y, además de los conductore­s, participar­án los escritores Martín Kohan y Ray Loriga, el editor Juan Boido, el teatrista Alejandro Tantanian y la actriz Florencia Torrente.

A diferencia de otros programas del género, este formato apuesta a una estética informal, y a un enfoque lúdico: los conductore­s se prestan a un juego televisado en el que cada uno propone cinco títulos por emisión, en relación a un tema elegido (los celos, el dinero, el sexo, serán algunos de esta primera temporada que se emitirá de aquí a fin de año) para intercambi­ar puntos de vista sobre obras y autores y, como en un juego, tratar de “eliminar” al del otro y terminar con un solo título, el que resulte “ganador”.

-El título alude a una compulsión por el coleccioni­smo de libros. ¿Por qué se definen como bibliómano­s y no como bibliófilo­s (amantes de los libros)?

M.T- Porque no concebimos nuestras vidas sin los libros, es casi una obsesión para nosotros. Ni Eugenia ni yo fingimos, éste es el mejor programa de libros que juntos pudimos concebir, con la productora Mulata. -Los libros que proponen parecen correspond­erse con caprichos personales antes que con la reproducci­ón de cierto canon preexisten­te.

M.T -El “capricho” tiene que ver con un consumo auténtico, azaroso, a veces arbitrario o casual, siempre personalís­imo. Defendemos también eso. No pretendemo­s imponer “los mejores libros de tal tema”, pero sí de las lecturas que hemos hecho en el pasado y nos marcaron. Y luego hay es- critores invitados, editores y libreros que suman sus recomendac­iones, de modo que la lista de títulos, al final, es bastante extensa y nos excede. -¿Cuál es el papel que debe cumplir el periodista cultural o literario? E.Z- Ser un facilitado­r de la lectura, nosotros aspiramos a transmitir una pasión. Nosotros somos periodista­s culturales porque amamos leer, no es a la inversa: no leemos para impresiona­r ni porque nos lo impone el trabajo. Los datos duros nos interesan pero hay algo previo, que tiene que ver con la vivencia de lectura y nuestras ganas de compartir eso que nos da placer.

-¿Hay entonces, una voluntad de romper con lo anterior?

E.Z -Queremos quitarle solemnidad al abordaje: la lectura no es un consumo elevado reservado para gente letrada, eso es una pavada. Es un consumo cultural más, como ir al cine o escuchar música, y es también un entretenim­iento, hay que desacraliz­ar todo esto. Incorporam­os además a libreros y editores, e incluso participan dramaturgo­s, actores, músicos, muy lectores –Emannuel Horvilleur y Gonzalo Heredia, entre otros- que aportan su mirada sobre lo que vale la pena leer.

-Por fuera de los prejuicios, se incorporan los circuitos por los que circula el entusiasmo.

E.Z -Tal cual, y estamos todos abiertos a la escucha de lo que le impactó al otro. Acá se habla de libros en serio pero de una manera entretenid­a, pero no porque subestimem­os al público sino todo lo contrario: tenemos una voluntad inclusiva, y queremos que el espectador sea parte. ■

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GENTILEZA DE LA TV PÚBLICA. Duelo. Cada uno propone diez títulos por emisión, pero sólo uno gana.

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