Una nueva fórmula para hablar de libros
Maximiliano Tomas y Eugenia Zicavo debaten y se proponen tentar al espectador a leer, pero sin solemnidad.
Un programa de libros en el que los conductores hablan con un lenguaje accesible y se muestran más parecidos a los usuarios de las redes sociales -que comparten con naturalidad sus lecturas- o a quienes intercambian libros en una casa -como, de hecho, hacen ellos en pantalla- que a comentaristas eruditos. Un programa de libros en el que las urgencias del mercado no mandan, ni la actualidad, y en el que el único parámetro para la construcción de un canon bibliográfico –en base a un eje temático, en cada emisión- está dado por las marcas que las lecturas pasadas dejaron en sus interlocutores.
Bibliómanos se estrena el sábado a las 19 por la TV Pública y lo conducen Eugenia Zicavo (crítica literaria, docente universitaria) y Maximiliano Tomas (crítico y editor, actual jefe de Cultura y Espectáculos de Télam). Ahí proponen “un nuevo concepto en programas bibliográficos”. Y, podría decirse, visibiliza un estado de cosas, ya reconocible en las plataformas virtuales, donde el intercambio de información relativa a los libros y autores se hace con pasión pero sin solemnidad, por fuera de una retórica críptica, para unos pocos enten- didos. El primer tema es “Guerra” y, además de los conductores, participarán los escritores Martín Kohan y Ray Loriga, el editor Juan Boido, el teatrista Alejandro Tantanian y la actriz Florencia Torrente.
A diferencia de otros programas del género, este formato apuesta a una estética informal, y a un enfoque lúdico: los conductores se prestan a un juego televisado en el que cada uno propone cinco títulos por emisión, en relación a un tema elegido (los celos, el dinero, el sexo, serán algunos de esta primera temporada que se emitirá de aquí a fin de año) para intercambiar puntos de vista sobre obras y autores y, como en un juego, tratar de “eliminar” al del otro y terminar con un solo título, el que resulte “ganador”.
-El título alude a una compulsión por el coleccionismo de libros. ¿Por qué se definen como bibliómanos y no como bibliófilos (amantes de los libros)?
M.T- Porque no concebimos nuestras vidas sin los libros, es casi una obsesión para nosotros. Ni Eugenia ni yo fingimos, éste es el mejor programa de libros que juntos pudimos concebir, con la productora Mulata. -Los libros que proponen parecen corresponderse con caprichos personales antes que con la reproducción de cierto canon preexistente.
M.T -El “capricho” tiene que ver con un consumo auténtico, azaroso, a veces arbitrario o casual, siempre personalísimo. Defendemos también eso. No pretendemos imponer “los mejores libros de tal tema”, pero sí de las lecturas que hemos hecho en el pasado y nos marcaron. Y luego hay es- critores invitados, editores y libreros que suman sus recomendaciones, de modo que la lista de títulos, al final, es bastante extensa y nos excede. -¿Cuál es el papel que debe cumplir el periodista cultural o literario? E.Z- Ser un facilitador de la lectura, nosotros aspiramos a transmitir una pasión. Nosotros somos periodistas culturales porque amamos leer, no es a la inversa: no leemos para impresionar ni porque nos lo impone el trabajo. Los datos duros nos interesan pero hay algo previo, que tiene que ver con la vivencia de lectura y nuestras ganas de compartir eso que nos da placer.
-¿Hay entonces, una voluntad de romper con lo anterior?
E.Z -Queremos quitarle solemnidad al abordaje: la lectura no es un consumo elevado reservado para gente letrada, eso es una pavada. Es un consumo cultural más, como ir al cine o escuchar música, y es también un entretenimiento, hay que desacralizar todo esto. Incorporamos además a libreros y editores, e incluso participan dramaturgos, actores, músicos, muy lectores –Emannuel Horvilleur y Gonzalo Heredia, entre otros- que aportan su mirada sobre lo que vale la pena leer.
-Por fuera de los prejuicios, se incorporan los circuitos por los que circula el entusiasmo.
E.Z -Tal cual, y estamos todos abiertos a la escucha de lo que le impactó al otro. Acá se habla de libros en serio pero de una manera entretenida, pero no porque subestimemos al público sino todo lo contrario: tenemos una voluntad inclusiva, y queremos que el espectador sea parte. ■