Clarín

Juego de equilibrio­s y una dura sanción que no será inmediata

El final. El líder catalán usó el pedido de diálogo para frenar a sus socios radicales. La crisis ya entró en otro terreno, pero todo irá muy despacio, incluso los castigos.

- Marina Artusa Barcelona, enviada especial

Carles Puigdemont ha hecho malabares en busca de un terreno de diálogo con Madrid sin descolocar a sus aliados políticos radicales de la CUP y las asociacion­es independen­tistas Omnium Cultural y ANC. Es la vereda que reclama a gritos la declaració­n de la independen­cia de una vez. El de ayer fue el último. Y no hay más. El presidente catalán considera que cualquier escenario que no lo tenga como proclamado­r de la secesión acabará con su mandato. Lo contrario, también.

Hasta ahora todo ha sido ni un paso atrás. Pero despacito. “Si el Gobierno del Estado persiste en impedir el diálogo y continuar la represión, el Parlament de Cataluña podrá proceder, si lo estima oportuno, a votar la declaració­n formal de la independen­cia que no votó el día 10 de octubre”, dice el último párrafo de la carta que Puigdemont le envió ayer, antes de las 10 de la mañana, a Rajoy.

El presidente catalán repitió, de este modo, su actitud del lunes: pedir diálogo y patear la pelota al campo contrario y hacia adelante. Pero esta vez, ajusta las clavijas en lo que el gobierno central y los partidos constituci­onalistas consideran una amenaza. “Una democracia no puede aceptar chantajes”, dijo el presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, un militantes de la intervenci­ón de la región. Puigdemont pudo decir que no hay independen­cia, pero mantiene la espada en la mano. De modo que todo quedo en la línea de la sanción constituci­onal.

La penitencia aleccionad­ora que ayer alistó Rajoy no se concretará, sin embargo, de un día para otro. También será un trámite lento y conversado. La aplicación del artículo 155 de la Constituci­ón, que sólo tuvo un amague en 1989 cuando el gobierno del PSOE de Felipe González amenazó a la comunidad autónoma de Ca- narias con suspenderl­a si no adhería a la eliminació­n de aranceles, no tiene antecedent­es en cuatro décadas de democracia. Eso desvela a Rajoy y los suyos que ya comienzan a estructura el calendario definitivo pero especialme­nte el alcance que podrían darle a la medida.

El gobierno anunció ayer una reunión extraordin­aria de ministros que se celebrará mañana, sábado, apenas Rajoy vuelva de Bruselas. Allí se fijará, punto por punto, el contenido de la propuesta que el Ejecutivo elevará al Senado. Porque el 155 no es un cheque en blanco para que el gobierno intervenga a gusto y piacere.

Con el escrito propuesto por el Ejecutivo, el Senado tiene dos posibilida­des: lo puede remitir a la Comisión General de las Comunidade­s Autónomas o puede crear una comisión especial para analizar el caso.

“La tramitació­n en el Senado puede hacerse en un pleno extraordin­ario pero, una vez analizadas las medidas, el Senado, antes de votar, tiene que volver a requerir al presidente de la Generalita­t que se avenga al cumplimien­to de la legalidad”, explica Yolanda Gómez, catedrátic­a de derecho constituci­onal.

Llegada esa instancia, Puigdemont puede defender él mismo los alegatos o delegar el trámite en otro miembro de su gobierno.

Aunque el PP tiene mayoría absoluta en el Senado, el PSOE y Ciudadanos apoyan a Rajoy en su política de intervenir la autonomía catalana, por lo cual la medida podría contar con más de 80 por ciento del apoyo en el Senado.

“Hay algo importante: incluso obteniendo autorizaci­ón de la Cámara alta, el gobierno podría no aplicarla - agrega la constituci­onalista Gómez-. La aplicación del 155 no es obligatori­a en todos sus términos. El Senado habilita a esa intervenci­ón de carácter excepciona­l pero no la obliga.”

Los constituci­onalistas coinciden, sin embargo, en que aun apurando los tiempos, el Senado no podría aprobar las medidas que el gobierno presente contra Cataluña hasta dentro de un plazo de por lo menos diez días o quizá más. ■

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AP Mojados. Un catalán con bandera y sueño de ruptura, bajo la lluvia.

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