Clarín

“Mi sueño es tocar la batería... Me sueño tocando”

El músico sufre Esclerosis Lateral Amiotrófic­a. Hoy, en “El visionario”, su duro relato en primera persona.

- Martín Muti mmuti@clarin.com

El mensaje de Martín Carrizo a principios de año, a través de su cuenta oficial de Facebook, impactó como un potente golpe al tambor. El renombrado baterista argentino que pertenece a la banda del Indio Solari, y también formó las filas de Gustavo Cerati en su camino solista, no podía tocar y no lo iba a hacer en Olavarría por estar “en plena recuperaci­ón de una enfermedad complicada que arrancó en 2016”.

Por ese entonces la confusión era total, y en febrero pasado, algunos medios publicaron erróneamen­te que sufría de “esclerosis múltiple”. Algo que su entorno desmintió rotundamen­te. Pero Martín Carrizo rompió el silencio y, en diálogo con el conductor Hoby de Fino en El visionario (hoy a las 21.30, por el Canal de la Ciudad), habló de su salud y contó la anécdota sobre una carta que el Indio le mandó a Lilian Clark -mamá de Ceraticuan­do el ex Soda estaba internado. "El Indio se encontraba muy preocupado, triste, y en una de las veces que visité el sanatorio Lilian me dice: ‘ Martín, estás tocando con el Indio’, toda emocionada. ‘Qué voz que tiene el Indio, es nuestro Bruce Springstee­n’. Y tiene razón”, remató.

Luego de narrar algunos de sus tantos recuerdos junto a Cerati y Solari, el baterista dio detalles de su enfermedad, un proceso que arrancó en medio de su preparació­n para tocar junto al Indio en Tandil, el 12 de marzo de 2016.

“Cuando empiezo a programar las máquinas, como ingeniero de sonido, comienzo a sentir una debilidad rara. No podía poner en marcha mi camioneta. Supuse que era por mi cansancio. Soy muy sano, jamás fumé, nunca tomé alcohol, nunca tomé drogas. Y me dije que debía estar estresado, por-

Me contacto con Dios y todos me dicen que le pida que me sane. Y les digo ‘gracias’”.

que me sentía bien. Me acuerdo que estaba acá en la escuela ( Martin Carrizo School Of Rock & Arts), y decidí ir a tocar un tema en la batería. No podía tocar. No podía tocar ni un tema y tenía que enfrentar uno de los shows más grandes de la historia del rock. Y encima, a mí, se me ve como potencia. Y todo se me estaba yendo...”, comenzó Carrizo con su desgarrado­r relato.

Faltaban 15 días para el primer ensayo del recital en Tandil y él no podía dar ni dos golpes a su instrument­o. “Me acuerdo que llego a casa y le digo a Maru, mi mujer, que no sabía qué me pasaba. Me metí en la cama, era un jueves, y me dije que no iba a salir hasta el lunes. Todo el viernes en la cama, el sábado estaba peor, no me podía ni levantar. Todavía no había llamado al médico, me quería reponer con una siesta (risas). Porque me sentía bien, animado, alegre. Llamé antes a Julio (Sáez, el manager del Indio) que a un médico. Aparte le tenía que avisar que no podía tocar”, completó Carrizo.

Y continuó: "Al lunes siguiente voy a ver a un médico de confianza. Lo primero que me dijo fue hacer un shock de cambio de alimentaci­ón. En esa instancia ya me caía al piso. Entre la dieta y la conciencia de que estaba por ver a un neurólogo empecé los ensayos sin que nadie se dé cuenta de mi estado, para que la producción no entre en pánico. Arrancaron los ensayos fuertes y más o menos pude asumirlo. A Tandil llegué a un 30%. Fue mi último show. Después no pude tocar más”.

Luego de un impecable recital, en abril de 2016, fue revisado por neurólogos. En ese momento se enteró que sufría ELA (Esclerosis lateral amiotrófic­a, de consecuenc­ias muy diferentes a la esclerosis múltiple): “Y me anuncian que no tiene cura, y que si tengo algún sueño por cumplir que lo haga ya porque pronto no me voy a poder valer por mis propios medio”, dijo. Carrizo contó que en este tiempo nunca se deprimió y que hace kinesiolog­ía y biodecodif­icación con una psicóloga. Y, con lágrimas, cerró: “Mi sueño es tocar la batería... Me sueño tocando. Me contacto con Dios y todos me dicen que le pida que me sane. Y les digo ‘gracias’. Sé que le voy a ganar”. ■

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La entereza de una confesión. Carrizo, de 45 años, habló con Hoby de Fino con crudeza y sin golpes bajos.

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