Identifican el área del cerebro donde nacen los celos
Expertos de EE.UU. localizaron en monos la zona de origen.
¿ Es posible trazar un mapa que conduzca a través de la corteza cerebral hasta el punto mismo en donde anidan los celos? ¿Es posible identificar un área que cuando comienza a palpitar desencadena reacciones mu- chas veces ingobernables y hasta violentas? ¿Hay un punto cero donde los celos aparecen antes de exteriorizarse de formas diversas? Sí. Eso es lo que consiguió un equipo de científicos de la Universidad de California: fotografiar por primera vez el lugar del cerebro en donde se originan los celos, una de las conductas más arraigadas del ser humano.
Los celos fueron “fotografiados” por primera vez en el cerebro durante un experimento con monos Tití de Sudamérica, que poseen un comportamiento monógamo similar al hu- mano. Según publicó ayer la agencia ANSA, el poderoso sentimiento de los celos en los primates llevó a la activación de áreas neurales ligadas al sufrimiento de sentirse socialmente excluidos. En concreto, la actividad cerebral pudo verse en la corteza cingulada, y en sectores que tienen un rol en el mantenimiento del lazo de pareja.
Los resultados del estudio fueron publicados en la revista Frontiers in Ecology and Evolution. “Comprender la neurobiología y el origen de las emociones puede ayudarnos a enten-
der nuestras propias emociones y sus consecuencias”, explicó Karen Bales, de la Universidad de California.
“Los celos son particularmente interesantes dado su rol en los vínculos románticos y también en la violencia doméstica”, prosiguió Bales, una de las encargadas de la investigación, durante la cual expertos estadounidenses mostraron a simios machos a su hembra cerca de otros machos desconocidos.
Al ver esa secuencia, los monos titís machos, que practican la monogamia, expresaron celos por sus com- pañeras y fue entonces cuando se produjo la activación de reacciones cerebrales en el área de la corteza cingulada.
Ante la consulta de Clarín, Marcelo Cetkovich, jefe de psiquiatría del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro, aclaró que los celos “son un fenómeno complejo” y que “resulta difícil analizarlo como si fueran una sola cosa”. “Pueden ir desde un rasgo normal de la personalidad a fenómenos de obsesividad y hasta una patología”, agregó el experto.
“Las emociones no tienen una ubicación exacta. Es factible que se activen determinadas regiones ante ciertos estímulos, pero el cerebro funciona como una red que depende mucho del contexto. La corteza cingulada, ubicada en el lóbulo frontal, se activa en diversas circunstancias, como cuando uno está preocupado. No es raro que se haya activado esa región”, agregó Cetkovich.
Los expertos describen a los celos como un sentimiento natural en todos los seres humanos. Y destacan que el problema es cuando excedan los límites aceptables, cuando la propia personalidad atenta contra la posibilidad de controlarlos. Cuando son excesivos o patológicos comienzan y terminan en la cabeza del celoso. Partiendo de esta base, si cualquier cosa nos dispara un gesto de desconfianza que deriva en discusión -desde que nuestra pareja mire el celular hasta que comparta tiempo con amigos- estamos frente a un problema que debemos resolver.
Celar es dejar de creer en el otro y cuando toda la tensión está puesta en lo que hace y dice, las relaciones se vuelven una causa de sufrimiento en lugar de ser un motivo de disfrute. Hay que actuar.
Para los expertos, es importante tener en cuenta que cuando los celos afectan significativamente la vida de la pareja hay que hacer una consulta con un profesional. Pero también nosotros mismos podemos poner en práctica algunas estrategias en el momento en que la emoción aflora, para poder frenar el “ataque” a tiempo. Antes de que sea tarde. ■