Clarín

La mafia tiene buena prensa

- Jorge Lanata

Las denuncias del gobierno sobre diversos hechos de corrupción en los sindicatos –que ya han dado con varios dirigentes en la cárceltamb­ién ya cayeron en la hipótesis argentina del complot. Nada aquí , se sabe, tiene como fin último lo que se ve: la oposición supone que las denuncias son la puerta de la aplicación de un plan salvaje de flexibilid­ad que se aplicará después de las elecciones. Así las cosas, en pos de la defensa de un supuesto bien mayor, se relativiza la importanci­a de un acto presente, y el Pata Medina, por ejemplo, se convierte en Juana de Arco.

La misma lógica convirtió hace algunos días a Victor Santa María, el titular de los porteros, en una especie de Mariano Moreno con balde y manguera. Santa María es investigad­o por lavado de dinero por el fiscal Carlos Rivolo y el juez federal Claudio Bonadio, a partir de una denuncia de la Unidad de Informacio­n Financiera.

Se trata de operacione­s sospechosa­s por casi cuatro millones de dólares realizadas por su sindicato y dos supuestos testaferro­s, Damián Bila y Andres Stangalini en dos sociedades radicadas en Suiza. El vínculo en- tre Santa María y los hermanos Stangalini – que fueron detenidos hace unos años llevando a Uruguay cinco millones de dólares en efectivo y administra­n Servifarma 24, investigad­a dentro de la mafia de los medicament­os y proveedora del Sindicato de Porteros- presenta muchas preguntas sin res- puesta: empresas que no operan con bancos, otras en las Islas Vírgenes Británicas y Miami, etc., etc.

Pero hay un pequeño detalle: kirchneris­ta al fin, Santamaria decidió “blindarse” comprando dos medios de comunicaci­ón: Página 12 y la AM 750. Así, una denuncia por lavado se convierte en un caso de libertad de prensa.

Horacio Verbitsky publicó hace un tiempo en el matutino la lista de familiares de Macri y otros funcionari­os que banquearon y el escándalo estalló. Un par de columnista­s especularo­n en otros medios con que Macri descargarí­a su furia contra el portero y comenzó el entuerto. Ningún periodista podría cuestionar la publicació­n de esa nota o cualquier otra; me hubiera encantado publicarla, de haberla tenido.

Cerca de los ochenta el Perro ha perdido el pelo pero no las mañas: hizo lo de siempre, junto a varios periodista­s de “tropa propia” y a algunos “independie­ntes” que blanquean el pluralismo y publicó una solicitada acusatoria. En verdad la cuenta de los firmantes es: casi todos kirchneris­tas, un par de independie­ntes, algún ingenuo y muchos idiotas útiles. Es, curiosamen­te, una solicitada escrita en potencial: implicaría, produciría.

Claro, la nota salió y no hubo ninguna consecuenc­ia posterior. Días después, Verbitsky aclaró que tiene “la lista completa de los que blanquearo­n”. Sonó extorsivo. ¿Por qué no la publica?. Nos encantaría leerla. Con todos los nombres ¿no? ¿Tendrá algunos amigos?

El vínculo entre Santa María y los Stangalini presenta muchas preguntas sin respuesta. Verbitsky aclaró que “tiene la lista completa de los que blanquearo­n”. ¿Por qué no la publica?

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En la mira. Investigad­o por lavado de dinero, el titular del gremio de los porteros, Víctor Santa María, se “blindó” comprando medios.
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