Clarín

En la Cancillerí­a “no hay borradores” del texto del memorándum con Irán

- Natasha Niebieskik­wiat natashan@clarin.com

¿Cuáles son las obligacion­es y libertades que tiene un diplomátic­o de carrera a la hora de aceptar o no cumplir con deberes que, en los hechos, terminan en la Justicia investigad­os como delitos?

La denuncia del fallecido fiscal Alberto Nisman contra Cristina Kirchner y varios de quienes fueron sus funcionari­os por presunto encubri- miento de los iraníes acusados como presuntos autores del atentado a la AMIA, de 1994, generó un desfile de figuras de la anterior gestión ante las oficinas del juez Claudio Bonadio.

Es cierto que la concentrac­ión de las decisiones era tal en los tiempos K, que el juez Bonadio no encuentra registros de quién redactó el memorándum ni en la Consejería Legal ni en la Dirección de Tratados de la Cancillerí­a. Ello debería ser casi obligatori­o. Los que lo saben igual por ahora guardan el secreto.

Una gruesa parte de los imputados y testigos fueron y son parte de la Cancillerí­a, por empezar la cúpula del ministerio en tiempos en que lo condujo Héctor Timerman, protagonis­ta principal junto a su jefa, la ex presidente, de las negociacio­nes que derivaron en la firma del memorándum de entendimie­nto, en enero de 2013. Pero Timerman era funcionari­o político, como no así los diplomátic­os que debieron circular por el des- pacho de Bonadío.

El jueves 19 debió declarar el último vicecancil­ler de la gestión K, Eduardo Zuaín, quien aparece imputado por haber participad­o de varias reuniones negociador­as con los iraníes, en Ginebra, por ejemplo, con la ex Consejera Legal del Ministerio, también diplomátic­a, Susana Ruiz Cerutti. Este viernes declaró el ex secretario privado de Timerman, Luciano Tanto Clement, quien lo acompañó a sol y sombra a su jefe y finalmente fue premiado con un cargo como cónsul en Milán, puesto del que con el tiempo fue discretame­nte desplazado al segundo lugar. El ex vicecancil­ler de Timerman, Alberto D' Alotto, está citado para el lunes, puesto que era embajador ante organismos internacio­nales, en Ginebra, y debió asistir a los negociador­es cuando se encontraba­n en esa ciudad.

Las fuentes consultada­s en Cancillerí­a no recuerdan un desfile similar de colegas ante los Tribunales. Ni siquiera durante la causa por la venta de armas a Ecuador y Croacia bajo el gobierno de Carlos Menem. Curiosamen­te, la justicia no ha imputado ni a Ruiz Cerutti, ni a su segundo Holger Martinsen, hoy cónsul general en Londres. Clarín sabe que Ruiz Cerutti dijo a la Justicia que el memorándum de entendimie­nto firmado con Teherán le llegó "redactado a su despacho y que no tiene responsabi­lidad alguna en la decisión de firmarlo". Y respondía a "órdenes de su jefe" cuando debió defenderlo en el Congreso. Pero el resto de los diplomátic­os, como Zuaín y D'Alotto, también señalan que cumplían órdenes del Gobierno K para el que prestan funciones en una situación que se puede comparar a la de los militares. ■

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