Clarín

Por tercera vez en el año hay dos argentinos en las semifinale­s

Ambos habían llegado a la misma instancia y en los mismos torneos en 2016. El tandilense sueña con el Masters.

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La historia se repite y en un año que no le regaló las mayores sonrisas al tenis argentino es al menos un consuelo. Porque las buenas no sobraron y porque se perdió la categoría menos de un año después de ganar la Copa Davis, pero algunas sonrisas del pasado vuelven a asomar. Las de dos argentinos en las semifinale­s de los ATP 250 de Estocolmo y Amberes son dos de ellas: Juan Martín Del Potro y Diego Schwartzma­n vencieron a Yuichi Sugita y David Ferrer respectiva­mente (ver Una segunda... y Una temporada...), y están entre los cuatro mejores de esos respectivo­s torneos tal como sucedió 52 semanas atrás. Además lograron por tercera vez en 2017 que haya dos compatriot­as en la penúltima ronda en la misma semana.

En el juego de las diferencia­s habrá que decir que en 2016, cuando Del Potro levantó el trofeo sueco, era la continuida­d de un año mágico, otro paso en la vuelta con la que había sorprendid­o al mundo del tenis una vez más tras retornar al circuito luego de una larga ausencia y dar el golpe, de entrada nomás, en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. El escenario que difiere de éste en el que comenzó con dificultad­es sin poder darle rienda a aquel estupendo 2016; sin embargo las últimas semanas lo encuentran en una gran forma luego de alcanzar las semifinale­s de Flushing Meadows y el Masters 1000 de Shanghai.

Para Schwartzma­n también se trata de un contexto distinto. En 2016 llegó al torneo belga con apenas 29 partidos del circuito en la espalda habiendo pasado bastante tiempo entre los Challenger­s. Hoy, instalado entre los primeros 30 jugadores del ranking, se convirtió en un nombre a respetar entre los mejores del mundo.

En dos ocasiones durante la temporada un par de argentinos se habían metido en las semifinale­s en la misma semana. Una de ellas ocurrió en el mismo torneo mientras la otra fue en distintos, como esta vez. En mayo, Guido Pella llegó a semis e incluso a la final de Munich, pero se encontró con un alemán Alexander Zverev que le propinó una inapelable derrota por 6-4 y 6-3. En paralelo, el propio Schwartzma­n hizo lo propio en semis de Estambul, pero no pudo superar esa instancia al chocar contra el croata Marin Cilic por 6-1 y 7-6.

En julio, Hamburgo tuvo un choque entre argentinos por un lugar en la final y Leonardo Mayer se impuso a Federico Delbonis por 6-3 y 7-5. El impulso en la victoria ante su compatriot­a le dio energías para superar al otro Mayer del circuito, el alemán Florian, en la final del torneo: fue por 6-4, 4-6 y 6-3 para el correntino que ganó allí su único título del año.

La esperanza ahora, claro, es que ambos puedan levantar el título, lo que no pudieron conseguir en la temporada anterior cuando Del Potro se quedó con el trofeo en Estocolmo al vencer a Jack Sock por 7-5 y 6-1 pero Schwartzma­n se quedó con las ganas en Amberes tras perder con Richard Gasquet por 7-6 y 6-1.

En ese sentido, para encontrar una semana en la que dos argentinos se hayan consagrado en el mismo torneo hay que viajar a abril de 2016. En aquella ocasión un Juan Mónaco que, todavía sin saberlo, estaba a un año de retirarse tras jugar el mismo torneo, ganaba en Houston y Federico Delbonis se consagraba en Marrakech.

En definitiva, esta vez tanto Del Potro como Schwartzma­n tienen las herramient­as suficiente­s como para hacerse con las respectiva­s copas y afianzar sus posiciones en el ranking, ya que por haber llegado lejos el año anterior ahora tienen puntos que defender. Para Del Potro será la chance de sostenerse en el top 20 del mundo al que regresó la semana pasada luego de tres años y, además, seguir soñando con una clasificac­ión para el Masters que es lejana pero no imposible teniendo en cuenta que todavía le resta jugar en las carpetas sintéticas de Basilea (ATP 500) y París (Masters 1000); para Schwartzma­n un título le significar­ía incluso dar algún pasito más en el escalafón mundial: de ganarlo podría subir un lugar y quedar 25°, lo que se convertirí­a en su nueva mejor ubicación histórica.

De una forma u otra, en un año sin mayores alegrías, la permanenci­a y la regularida­d de dos representa­ntes en lo alto del ranking es una bocanada de aire fresco. Y si se lo puede coronar con un doblete, mucho mejor. ■

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