Clarín

Secuelas y esquirlas del referéndum catalán

- Escritor y filósofo Fernando Savater

El episodio de la supuesta violencia desproporc­ionada de policía nacional y Guardia Civil —ante los Mossos contemplat­ivos— en la jornada del 1O ha sido uno de los casos de manipulaci­ón más cruda y desvergonz­ada de la opinión pública que hemos visto en muchos años. Da idea de hasta dónde pretende llegarse para utilizar el victimismo espurio como instrument­o para victimizar a los no nacionalis­tas y al resto del orden democrátic­o de España.

Si les gusta a ustedes la comedia española del Siglo de Oro, deben ir en Madrid al teatro de Bellas Artes, donde se representa una pieza de Cervantes titulada El Rufián dichoso.

Pero si prefieren el esperpento más desabrido, procuren asistir a las Cortes, donde actúa en sesiones de mañana y tarde el dichoso Rufián, que ayer mostraba dos fotografía­s de rostros ensangrent­ados, mientras acusaba al Gobierno de haber enviado a Barcelona a “salvajes” de la policía y la Guardia Civil. En la misma jornada, otro diputado catalán sumamente excitado, con muestras preocupant­es de alteración psíquica, acusaba a las intervenci­ones policiales el día del dizque referéndum del 1-O de haber cau- sado 893 heridos.

Como la afirmación fue acogida por rumores de incredulid­ad y alguna risa, repitió a voces la cifra añadiendo luego “¡heridos!” en un berrido de gallo degollado capaz de resucitar a los caídos en la batalla de Maratón. “¡Toda Europa lo sabe ya!” decía, agitando una portada de The Economist, en la que “Spain” perdía su inicial, que resbalaba desmayadam­ente hacia un toro banderille­ado en la parte inferior de la página, dejando sólo “pain” en la parte superior. Impresiona­nte, claro, lástima que fuese de 2012 y se refiriera al plan europeo de austeridad y no a los antidistur­bios...Fotos de otros años y otras situacione­s, incluso de otros países, o descaradam­ente trucadas... Declaracio­nes de “víctimas” como aquella señora de Esquerra a la que los represores le habían roto uno tras otro todos los dedos de la mano, mientras le manoseaban las tetas.

Llevaba un aparatoso vendaje en la extremidad herida... ¡ah, no, en la mano contraria! Vaya con las prisas. Y a los dedos no les pasaba nada, gracias a Dios, salvo uno que tenía una leve contusión. Espero que lo del magreo de tetas resultase al menos verdad, para que no se le fuera de vacío el día... Más de ochociento­s heridos pero sin hospitaliz­ados ni partes clínicos alarmantes. Vamos, todo pura trola. Pero en Europa los medios aceptaron con hipocresía el escándalo, como si nunca hubiesen visto utilizar las porras y bastantes métodos coactivos más contundent­es en manifestac­iones contra el G8, en Francia, en Alemania, en todas partes... De los USA llegó una reconvenci­ón sobre los males de la violencia policial. ¡De Estados Unidos, donde la policía mata a un negro por saltarse el semáforo todos los meses!

Ah, pero es que en Barcelona se trataba de gente pacífica que sólo quería votar. Aceptemos que la mayoría eran no violentos, aunque no pacíficos: porque la gente pacífica no se moviliza para realizar un simulacro democrátic­o expresamen­te prohibido, que desafía a leyes fundamenta­les del país y agrede los derechos de sus conciudada­nos. La gente pacífica no desobedece a los jueces ni a la policía y obstaculiz­a masivament­e el orden democrátic­o sólo porque no le gusta, poniendo, eso sí, a niños y ancianos como escudos para ver si ocurría algo gordo. ¡Y luego atribuirán a Donald Trump la patente miserable de la posverdad! ■

Copyright Fernando Savater/El País, 2017.

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