Hubo llamadas anónimas y en Capital debieron evacuar varias escuelas
Todas fueron falsas alarmas. La gente tuvo que quedarse afuera mientras la Policía inspeccionaba.
“Era un perro divino”, describían las autoridades de la mesa 136 del colegio Lenguas Vivas, en Carlos Pellegrini 1453, a metros del cruce de las avenidas 9 de Julio y Libertador, en una de las cuadras más transitadas de Buenos Aires. Hablaban del labrador rubio que ayer a la tarde entró a la escuela acompañado por dos policías, olió las aulas, los pasillos y hasta las urnas. Durante una hora, ahí no se pudo votar. Fue a causa de una amenaza de bomba que resultó ser una falsa alarma, como las miles que los últimos meses tuvieron en vilo a instituciones porteñas y bonaerenses. Ayer hubo al menos ocho casos.
A las 16, dos horas antes del cierre de los comicios, Paula Bengolea esperaba frente al Lenguas Vivas que su marido terminara de sufragar. Las puertas se habían reabierto hacía media hora y, poco a poco, todo volvía a la normalidad. Pero ella todavía no había podido ingresar al cuarto oscuro. Le tocó la Escuela N° 6 “French y Beruti”, en Basavilbaso y Juncal, a cuatro cuadras. Ahí también hubo una amenaza. “No me dejaron entrar porque estaban revisando el edificio. Voy a volver porque quiero votar, aunque me tenga que quedar hasta las diez de la noche”, aseguró.
La N° 6 estuvo cerrada cerca de una hora y media, con los electores afuera. A medida que llegaban, entre ellos se iban avisando de la situación. Adentro quedaron la mayoría de las autoridades de mesa y los fiscales. Se enteraron por Prefectura, que vigilaba los comicios en ese lugar.
La directiva era que los presidentes permanecieran adentro con las urnas. El resto, en la calle. “Se armó una discusión de unos 15 minutos. Primero, porque las medidas de seguridad tienen que llegar a todos por igual. Nadie debe correr riesgos. Se- gundo, porque no queríamos dejar los sobres solos”, contó una de las fiscales del colegio. Al final, terminaron cerrando con fajas varias de las urnas y, recién entonces, salieron.
En la sede Constitución de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, en Santiago del Estero 1295, pasado el mediodía también recibieron una amenaza de bomba. “La delegada electoral y Prefectura nos pidieron que saliéramos. Pero no íbamos a dejar las urnas. Ni los presidentes de mesa ni los fiscales nos movimos. Los perros inspeccionaron el edificio con nosotros adentro”, afirmó Silvia García, una de las fiscales generales de la sede.
En esas instituciones porteñas, los llamados tomaron a muchos por sorpresa. Habían escuchado advertencias, pero no creían que fuera a suceder. En cambio, el escenario en las escuelas bonaerenses fue muy diferente. Todos, desde efectivos de fuerzas de seguridad hasta suplentes de autoridades, tenían instrucciones de qué hacer ante una alarma. Sobre todo, en aquellos distritos donde las amenazas se repitieron sin freno, como Morón, en el Oeste del Conurbano, que desde el 13 de septiembre hasta el viernes registró 538 llamados y tuvo días con más de 30 colegios evacuados.
En el ex Normal de Quilmes, en Mitre y Colón, la amenaza llegó antes del mediodía. La recibieron en el 911 y mandaron una patrulla. Hubo una inspección visual y, como no detectaron nada raro, no evacuaron. “Soy profesor, por lo que ya estoy acostumbrado. Lo tomamos con mucha cautela. Muchos de los electores no se dieron ni cuenta”, aseguró Santiago Flecha, presidente de mesa en el Normal. En los últimos dos meses, el edificio, a donde van 1.400 alumnos de secundario, tuvo que ser evacuado 43 veces.
Para evitar conflictos, muchos municipios bonaerenses armaron operativos de refuerzo y el Gobierno provincial difundió un protocolo de actuación. Hubo mesas donde pedían a los electores que dejaran mochilas y carteras fuera del cuarto oscuro, y la mayoría de las instituciones organizó la disposición del espacio de tal manera que se pudiera acceder a la menor cantidad posible de aulas y salones. Así, si había que hacer una inspección, sería más rápida.
“Avisamos en cada mesa, una por una, por dónde debían salir si era necesario”, explicó Andrea San Ciriaco, vicedirectora de la primaria del Sagrado Corazón de Castelar, que también fue delegada electoral. El plan lo armaron en el colegio porque ya había habido evacuaciones, aunque ayer no hizo falta. “Tenemos chalecos y hasta un megáfono. Y hoy están a mano”, afirmó la docente. ■