“Voto para que el país esté mejor, y ayudar”
Ccerca de las 15.30, Luisa ya está lista. Está vestida para la ocasión, tiene zapatos con un pequeño taco. Mide 1,55, pero confiesa que le gustaría ser más alta. Lleva el pelo castaño bien peinado, sus uñas pintadas de rojo, su rostro sin maquillaje, con marcas del paso del tiempo, pero opacadas por una sonrisa que la ilumina. Dueña de una lucidez abrumadora y de una mente prodigiosa, recuerda hasta los más mínimos detalles. Y con sus 100 años espera que la pasen a buscar para ir a votar.
“Vivía en Olivos y a unas cuadras de mi casa estaba la Municipalidad. Ahí voté por primera vez, en 1951, en la primera elección con voto femenino. Fue un momento hermoso, porque sentí que éramos iguales a los hombres, que no había diferencias. Las mujeres nos sentíamos más reconocidas, sentíamos que éramos algo. Gracias a Dios, demostramos qué inteligentes somos”, recuerda Luisa Kardonsky, que desde entonces tiene asistencia perfecta en todos los comicios que se realizaron hasta hoy. Dice que le “encan- tan el derecho cívico y la política” desde siempre y que mira “programas políticos todas las noches”. Aunque nunca quiso militar.
Madre de 2 hijos, abuela de 2 nietos y bisabuela de 3 nenas, asegura que no puede dejar de ir a votar porque su familia no se lo permite y que, como cada día electoral, su rutina arranca levantándose temprano. Su nieto mayor, Fabián, la pasa a buscar “casi siempre después del mediodía, porque la juventud se levanta tarde” y la lleva a emitir su voto, porque “ir a votar es cumplir con el deber” y se siente bien cuando lo hace.
“Me da la impresión de que voto para que el país esté mejor, para ayudar”, cuenta, aunque sabe que ya no tiene que hacerlo, porque es obligatorio hasta los 70 años.
Residente del barrio porteño de Caballito hace 25 años, muy querida por sus vecinos -que le llevaron un desayuno sorpresa para su siglo de vida, con una carta e incluso, un ramo de rosas del almacenero -, dice no tener “claves ni consejos para llegar a los 100 años con tanta vitalidad”, pero que “puede ser por el amor de tanta gente”, sobre todo de los integrantes de su familia que la “cuidan y miman mucho”.
Muy coqueta, va “todas las semanas a la peluquería”, no soporta “verse canosa” y reconoce que el jueves pasó por el salón de belleza: “Me teñí, me corté el pelo y me peiné para estar bien”. ■