Clarín

Los peligros que también entrañan las victorias

- Politólogo - Universida­d de Lisboa Andrés Malamud

La victoria de Cambiemos encierra un riesgo: que Macri, como los Kirchner, se la crea y vaya por todo.

El alerta no surge de la oposición sino del corazón del gobierno. Hernán Iglesias Illa, coordinado­r de políticas públicas de la jefatura de gabinete, lo expresó hace pocos días en la Universida­d de San Andrés: “Una tentación que nosotros hemos hecho mucho fuerzo por evitar y que no debemos hacer en el futuro, sobre todo si los resultados de las elecciones envalenton­an a Cambiemos como fuerza política… Yo temo por nosotros si en algún momento nos llega a tocar tener mayoría absoluta, porque sería un test a cualquier fuerza política mucho más duro que no tener los votos necesarios para pasar leyes”.

La experienci­a reciente le da la razón.

Néstor Kirchner sacó el 22% en primera vuelta en las elecciones presidenci­ales del 2003, pero empezó bien. Nombró un gabinete plural, consolidó el superávit fiscal y, en sociedad con Lavagna, salió del default. La victoria en la elección de medio térmi- no cambió todo: purgó el gabinete, intervino el INDEC y ungió a Cristina como sucesora. Un período más tarde, el 54% fue la lápida en la tumba del buen gobierno.

Macri sacó el 34% en primera vuelta y empezó bien. Nombró un gabinete plural, reconstruy­ó el INDEC y, en sociedad con Prat Gay, salió del cepo. ¿Qué destino le depara la victoria en la elección de medio término? Depende de tres factores: la economía, los frenos internos y los frenos externos.

De economía no se habla en un lunes post-electoral. Pasemos al punto siguiente.

Los frenos internos de Cambiemos surgen de la tensión entre sus dos almas, porque el republican­ismo tiene dos pilares: la representa­ción popular y la virtud cívica. La representa­ción impuso límites tanto al monarca como al pueblo, que cedió el derecho de gobernarse directamen­te. La virtud, por el contrario, se planta contra todo límite. Suena lógico: estaría mal frenar al bien.

Mientras Cambiemos fue hiperminor­ía, el entendimie­nto entre las dos almas fue una cuestión de superviven­cia. Pero ahora -como consecuenc­ia de los resultados de la elección de ayer- Cambiemos será una minoría agrandada. Es probable, entonces, que los institucio­nalistas pragmático­s y los talibanes se dejen crecer las garras. Los primeros son gradualist­as en las políticas y acuerdista­s en lo político; los segundos prefieren el shock y la confrontac­ión. María Eugenia Vidal, Rogelio Frigerio, Emilio Monzó y Mario Negri encarnan al pragmatism­o negociador; los talibanes tienen muchas caras, pero una de ellas acaba de arrasar en la Ciudad de Buenos Aires, demostrand­o que también tienen muchos votos. Hasta ahora, Macri laudó con equilibrio hacia el lado de la prudencia. La victoria desafía este equilibrio.

Los frenos externos, por su parte, los ponen las institucio­nes y la oposición.

Para limitar al kirchneris­mo hicieron falta ambas. Es una paradoja que el republican­ismo de Cambiemos pueda depender, de ahora en más, del control que impongan los jueces y el peronismo.

El destino de Macri depende de la economía, los frenos internos y los frenos externos.

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