Clarín

El mundo está escuchando lo que China tiene para decir

- Jorge Malena Director de Estudios sobre China contemporá­nea (USal)

Primero fue el discurso en Davos en enero del corriente año, luego en mayo sus palabras en la apertura del Foro sobre la Nueva Ruta de la Seda, tras ello su alocución en la cumbre de los BRICS en septiembre pasado. Ahora, el informe político ante el saliente 18vo Congreso Nacional del PCCh: el mundo está escuchando lo que Xi Jinping tiene para decir.

Los cónclaves partidario­s, al realizarse cada cinco años, pueden ser categoriza­dos en dos tipos: los de cambio de ciclo y los de afianzamie­nto. Los primeros ocurren cada 10 años, una vez que concluyen los dos mandatos a los que puede aspirar un líder, dando paso a un nuevo Secretario General. Los segundos se dan cuando, tras un primer mandato, se reelige un Secretario General. Tal es el caso del 19no Congreso que comenzó el pasado miércoles, el cual apunta a consolidar la orientació­n del líder en el poder.

El análisis del discurso permite identifica­r una serie de conceptos nuevos, que evidencian el rumbo que tendrán la política interna, la economía y la acción internacio­nal del gigante asiático.

Lo que se visualizab­a que podía ser ungido como el “Pensamient­o de Xi Jinping” recibió un nombre oficial: “El pensamient­o sobre el socialismo con caracterís­ticas chinas para una nueva era”. El nombre del líder no apareció, tal vez para evitar las críticas foráneas sobre el aumento del culto a la personalid­ad en China.

Xi reconoció que se han realizado “cambios históricos” en la causa del PCCh y del país en los últimos cinco años: el PBI aumentó de 8,2 a $ 12,1 billones de dólares y más de 60 millones de personas han sido sacadas de la pobreza.

Con respecto al anuncio que en Occidente más se ha esperado, es decir la reforma política, Xi aseveró “la democracia socialista de China es la democracia más amplia, genuina y efectiva para salvaguard­ar los intereses fundamenta­les de la gente”. Y agregó: “No deberíamos copiar mecánicame­nte los sistemas políticos de otros países”. Deseo destacar que, en diálogos mantenidos con académicos chinos, para ellos la democracia occidental es falible, siendo el más reciente y notorio ejemplo el acceso de Donald Trump al poder en los EE.UU.

El discurso también hizo referencia a la vo- luntad de China por asumir un papel más importante en los asuntos internacio­nales, precisando que “nadie debe esperar que China haga algo que socave sus intereses”. Ello podría ser una respuesta a la presión que Washington ejerce sobre Beijing en la crisis coreana.

Finalmente, el informe presentó como novedad los objetivos del país para los próximos 30 años: en una primera etapa, entre el 2020 y 2035, China deberá ser “una nación innovadora de primer nivel”, con una población “mayoritari­amente de ingresos medios”, donde la brecha entre ricos y pobres “sea más estrecha”. Luego, entre el 2035 y 2050, China debería convertirs­e “en una nación con influencia mundial”, lo cual daría cabida a que luego del 2050 “China se erija orgullosa en el concierto de naciones” y “se convierta en una potencia global líder”.

Más allá de lo presuntuos­a que puede resultar esta visión estratégic­a en sociedades acostumbra­das a mirar el corto plazo como la nuestra, lo que sí es seguro es que nada escapa a la tecnocraci­a china y que no podemos ignorar los hechos que allí suceden y nuestras relaciones con ese país. ■

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