Clarín

El 15% de los chicos tiene más capacidad de lo normal y no los integran en la escuela

Algunos son precoces o muy telentosos, y otros, superdotad­os. Según los expertos, una mala experienci­a en el aula para ellos puede derivar en fracaso escolar. También sufren bullying.

- Paula Galinsky pgalinsky@clarin.com

La maestra de segundo grado preguntó a su clase: “¿Cuántas ruedas tengo en 5 autos?”. Máximo (7), rapidísimo, levantó la mano: “20”. La docente le consultó cómo lo había sacado y él le contestó que multiplica­ndo. La res- puesta de la mujer fue un reto: “No, así no porque todavía no vimos multiplica­ciones”. Máximo, que tiene altas capacidade­s (AC) y desde los 3 años eligió una calculador­a como “juguete favorito”, volvió a su casa angustiado y compartió la escena con su mamá, Silvia Del Agnese. Ella le cuenta a Clarín que Lautaro (18) y Delfina (13), sus otros dos hijos que también tienen AC, pasaron por episodios similares durante la etapa escolar y que en ningún momento logró, incluso con sus diagnóstic­os por escrito, que tomaran con seriedad la situación en el colegio. Silvia no es la única que no se siente acompañada por el sistema educativo.

Desde las organizaci­ones que abordan el tema, Embajadore­s ACI (Altas Capacidade­s Intelectua­les) y Creaidea, confirman a este diario que no se “amplía y flexibiliz­a” el proceso de alfabetiza­ción de estos niños, como está contemplad­o en el artículo 93 de la Ley de Educación Nacional. “Son pocos los colegios que hoy llevan adelante estrategia­s específica­s para formar a jóvenes precoces, talentosos o superdotad­os, que representa­n al 15% del total según tests estandariz­ados que miden la inteligenc­ia. La mala experienci­a en la infancia puede derivar en fracaso escolar, que según estudios españoles, alcanza al 60% de los que tienen altas capacidade­s. Con frecuencia también sufren bullying”, explica a Clarín Laura Diz, que es psicóloga social especialis­ta en gestión educativa, forma parte de Embajadore­s ACI y además es mamá de dos niños con altas capacidade­s.

Si bien las altas capacidade­s tienen un componente genético son, a su vez, una potencia. “Se trata de chicos que requieren de ayuda y atención especial. No tienen alto rendimient­o por nacer con AC. De hecho, como al principio pueden aprobar sin estudiar, muchos no incorporan métodos de aprendizaj­e, por ejemplo, y cuando la exigencia aumenta se les complica”, resalta Diz. Y explica que además de la adecuación curricular, en algunos casos sirve adelantarl­os un año. “Sin embargo, esto no siempre es recomendab­le ya que la edad emocional, en general, coincide con la cro- nológica y muchas veces les cuesta adaptarse a un grupo de nenes más grandes”, precisa.

Héctor Roldán (55), que es superdotad­o y uno de los fundadores de Creaidea (ver aparte), asegura que no nota una evolución en este tema. “Lo digo porque cuando escucho a los padres de chicos con altas capacidade­s que se acercan a la ONG veo que están en una situación parecida a la que estuve yo. Es clave que esto cambie, que se tengan en cuenta los intereses de cada niño. Eso, en ellos, puede marcar una gran diferencia”, agrega Roldán.

Desde el Ministerio de Educación reconocen que es un tema sobre el que queda mucho por hacer. “No todos aprenden al mismo tiempo y es cierto que estos niños necesitan trayectos personaliz­ados. Tenemos que seguir trabajando en la formación docente, ya que hay mucho desconocim­iento y en algunas ocasiones el asunto se minimiza”, sostiene Cristina Lovari, coordinado­ra nacional de Educación Inclusiva. Según cuenta, junto a Unicef están realizando “fascículos con herramient­as concretas para trabajar en el aula” y, uno de ellos está dedicado a las altas capacidade­s. “También contamos con cursos virtuales en los que se habla de integració­n”, afirma. Y destaca que a diario reciben solicitude­s de padres por temas de inclusión y que interviene­n junto a los equipos de cada provincia: “Hacemos el recorrido institucio­nal necesario según el caso, ya que el docente es sólo un eslabón de

una gran cadena, que incluye directivos, inspectore­s, etc”.

Elizabeth Alvarado, mamá de Nacho (5), cuenta que a su hijo con altas capacidade­s lo etiquetaro­n como “el chico conflictiv­o” y que la pasó muy

mal. “Siempre fue muy inquieto y demandante. En el jardín no quería dormir la siesta y con esa situación que puede parecer pequeña empezaron los problemas. Las maestras hacían que me lo llevara a mi casa porque decían que el nene, con 3 o 4 años, las desafiaba. Pasé por varios psicólogos. Me hablaron de falta de límites y en el colegio me exigieron poner un acompañant­e terapéutic­o”, relata Alvarado, que descubrió que su nene era superdotad­o “googleando”. “Anoté las señales que me daba en el buscador, así llegué a un libro y después encontré la ONG Creaidea, donde le hicieron los test que derivaron en su diagnóstic­o. Con el informe y los consejos de especialis­tas volví a la escuela, quería que lo integraran. No lo logré. Este año, después de estar dos meses sin ir a la escuela, lo cambié”, resume la mamá. “En el colegio al que iba mi nene había dos maestras para 15 chicos y no podían con él. En la nueva es una maestra para 30 y lo ayudan. La diferencia entre uno y otro es la mirada. No fue fácil dar con esta institució­n, en el medio nos rechazaron en otras. Por suerte, hoy está feliz y, por primera vez, quiere ir al colegio”, suma Alvarado, que pide “más empatía e interés” para que ningún chico la pase mal por tener altas capacidade­s. ■

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GUILLERMO RODRÍGUEZ ADAMI Hermanos. Máximo, Delfina y Lautaro comparten la capacidad fuera de lo normal para resolver problemas. Eso descoloca a muchos docentes.
 ?? ALFREDO MARTÍNEZ ?? Nacho. Tiene altas capacidade­s y en la escuela lo etiquetaro­n como conflictiv­o.
ALFREDO MARTÍNEZ Nacho. Tiene altas capacidade­s y en la escuela lo etiquetaro­n como conflictiv­o.

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