Clarín

Dustin Hoffman maneja las riendas de las relaciones familiares

El filme de Noah Baumbach bucea en un triángulo vincular que completan Sandler y Stiller. Dos grandes coinciden estos días en la pantalla chica: Dustin Hoffman, al frente de una comedia dramática, y Pierce Brosnan, como un oscuro petrolero muy alejado de

- Nazareno Brega Especial para Clarín

La infelicida­d familiar es el tema principal del cine de Noah Baumbach ( Historias de familia, Mientras somos jóvenes). Y esta novena película de su atractiva carrera vuelve a meterse de lleno en la dinámica de una familia disfuncion­al. Los Meyerowitz... gira alrededor del patriarca Harold (Dustin Hoffman), un viejo escultor reconocido por sus hoy exitosos pares de antaño, pero que jamás consiguió trascender como ellos. Harold tiene tres hijos adultos de dos matrimonio­s distintos, y una cuarta esposa, Maureen (Emma Thompson), con más de un problema con el alcohol. Por un lado está el mayor de los hijos, Danny (Adam Sandler), que se instala con el padre porque acaba de separarse y tiene una talentosa hija a punto de empezar la universida­d (Grace Van Patten). La depresiva e ignorada Jean (Elizabeth Marvel) es la hermana menor de Danny y Matthew (Ben Stiller), hijo de otra madre, se dedicó a las finanzas y, lejos del ambiente artístico familiar, es el favorito de papá.

La historia es muy sencilla y gira en torno a un problema de salud y a la futura presentaci­ón de una muestra sobre Harold, pero no importa demasiado en una película centrada en la evolución de las relaciones entre los miembros de la familia. Las más importante­s para Baumbach están delimitada­s por ese triángulo que forman los hombres de la familia. El

cineasta comienza con la turbulenta relación entre los personajes de Sandler y Hoffman, pasa por los conflictos entre Hoffman y Stiller (por momentos recuerdan al padre e hijo que interpreta­ron en Los Fockers) y cierra con las tensiones entre los dos hermanos, donde los diálogos pasivo-agresivos caracterís­ticos de toda la película por fin decantan en lo físico. Primero en una escena memorable en la que los dos se juntan para vengar un abuso que sufrió Jean cuando era joven y después cuando terminan a las piñas, algo que se veía venir desde que Baumbach decidió juntar a Sandler y Stiller, cuyos personajes suelen estallar de furia.

Las actuacione­s son uno de los puntos más altos de la película. Sandler y Stiller ya demostraro­n que pueden sentirse cómodos alejados de los personajes de sus clásicas comedias, pero Sandler nunca se movió tan lejos de su zona de confort. El barbado Hoffman da otra clase magistral y demuestra, con un tímido trotecito, que sigue siendo un actor físico por más que ya no esté para los inolvidabl­es piques de El graduado. Las tres mujeres protagonis­tas de esta historia de varones están a la altura de ellos y demuestran por qué se ganaron tanto tiempo en pantalla.

Los Meyerowitz se centra en ese momento difícil de la vida en que hay que enfrentar las cargas de ser padre e hijo a la vez. El éxito de Matthew no parece correspond­ido en lo familiar y la tensión con su hermano, cuya realidad es la opuesta, parece tener que ver más con eso que con la eterna disputa por el cariño de Harold. En la inolvidabl­e secuencia del hospital, vuelven a sentirse desprotegi­dos, como cuando eran niños, y así deciden comportars­e en ese momento de vulnerabil­idad. Allí reciben el consejo, en una de las escenas con mejor timing de la película, de decirles más a sus seres queridos “te amo”, “gracias”, “perdoname”, “te perdono” y “adiós” antes de que sea tarde. A veces un par de palabras puede ser suficiente para reconstrui­r las golpeadas relaciones familiares. ■

 ??  ?? De padres e hijos. Danny (Adam Sandler) tiene una hija, se acaba de separar y decide ir a vivir con su papá, Harold (Dustin Hoffman).
De padres e hijos. Danny (Adam Sandler) tiene una hija, se acaba de separar y decide ir a vivir con su papá, Harold (Dustin Hoffman).

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