A 20 años del último partido oficial de Diego
Fue 2-1 en Núñez. El 10 estuvo sólo 45 minutos en cancha. Su previa había sido traumática. Entró Riquelme y brilló.
Tenía ganas de estar. Íntimamente sabía que sería su último superclásico. Hacía un mes que no jugaba por una lesión en el aductor izquierdo. Pero el mundo futbolístico hablaba de su control antidóping positivo con Argentinos Juniors, el 29 de septiembre. Había sido suspendido provisoriamente por el Tribunal de Disciplina de la AFA pero el juez Claudio Bonadío dictó una medida de no innovar y por eso el Diez, si llegaba, podía jugar. El martes 22 le confirmaron que el último control que se había hecho le había dado negativo. Por eso Diego apareció sorpresivamente en su imponente Ferrari roja en el entrenamiento de Boca en Ezeiza la mañana del miércoles 23 de octubre. Se puso una remera blanca y unas calzas azules. Saludó a todos y al rato comenzó a correr junto con Eduardo Espona, el preparador físico que colaboraba con el profe Alfredo Weber. A un costado, un grupo de hinchas gritaba: "No nos falles, Diego".
Desde Lima, Perú, donde es Coordinador del Fútbol Juvenil de Universitario de Deportes, Espona le dice a Clarín: "Cuando él participaba todo era distinto. Los compañeros, la gente, los empleados. Era mágico. Siempre comentábamos lo lindo que era jugar un clásico. Yo intuía que era su último partido". Tras la práctica, Diego aseguró que jugaría, avisó que saludaría a Ramón Díaz, con quien hacía rato que no se hablaba, y de paso criticó a los dirigentes que le habían pedido a Mauricio Macri, entonces presidente de Boca, que el Diez no participara del Superclásico.
"Superclásico: Diego juega, Enzo no", fue la tapa de Clarín del 24 de octubre. Francescoli no logró recuperarse a tiempo de una distensión fibrilar en la pierna derecha sufrida el 20 de agosto en Uruguay-Chile por las eliminatorias. Maradona apareció el sábado 25 de octubre de 1997 en el Monumental encabezando el equipo que dirigía el Bambino Veira. Con la cinta de capitán. Se acercó al banco de suplentes para saludar al técnico rival. El Riojano, sin inmutarse ni levantarse de su lugar, estiró su mano y le devolvió un saludo helado.
En el juego, el mejor jugador de todos los tiempos fue una sombra. Errático, lento, el físico ya no lo ayudaba. Jugó 45 minutos. Tocó 26 veces la pelota, dio 20 pases bien y 6 mal. Recuperó una pelota, pero perdió cuatro. Pateó una vez al arco, un tiro libre muy desviado. Un pinchazo en la zona que le molestaba lo dejó afuera de la parte final. River ganaba 1-0 con gol de Sergio Berti. Algunas crónicas registran que por él ingresó Juan Román Riquelme, futura estrella, con apenas 19 años. Pero la planilla oficial registra dos variantes en el entretiempo: Claudio Caniggia por Diego y Riquelme por Nelson Vivas.
Diego permaneció todo el segundo tiempo en el vestuario visitante. A los dos minutos, Julio César Toresani empató. Y a los 22, Martín Palermo, de cabeza, marcó el gol de triunfo. Cuando Elizondo pitó el final, Diego salió disparado hacia el campo. Y festejó a lo Diego, exultante con sus hinchas; desbordados, con gestos obscenos con los ajenos. Y habló fuerte. Del partido: "Boca jugó a lo Boca y River a lo River. Ellos hicieron un gran primer tiempo, pero en el segundo se les cayó la bombacha". De su situación: "Hace una semana, Alfredo Davicce pidió que se resolviera mi caso y, qué casualidad, cuando vengo a la cancha de River, el control me toca a mí. Hace que se carguen las tintas sobre este tema. No puedo con la cruz que me hacen cargar por mi adicción". Y de Francescoli: "Les aclaro a todos los hinchas de Boca que Enzo no se cagó. Mi amigo no se cagó. Yo lo hubiese puesto como estaba pero son decisiones de cada uno...".
Volvió al vestuario para cumplir con el control antidóping. El de la AFA y el que le obligaba a cumplir el juez Bonadío dentro de las 48 horas posteriores a cada partido. Lo hizo ese mismo sábado. Y se fue pensando. En la semana, dos rumores aceleraron su decisión. Uno aseguraba que el control antidóping ante River había dado también positivo. El otro, que había fallecido don Diego, su padre. Todo quedó en versiones. Pero Diego no aguantó más. Y el 30 de octubre, en su cumpleaños número 37, anunció su retiro. Esta vez sí, fue definitivo.
Fueron 695 partidos oficiales de Maradona en clubes y seleccion. Convirtió 353 goles y ganó 11 títulos. Tiene el récord de haber sido cinco veces goleador consecutivo del fútbol argentino, con Argentinos. Dos décadas después, su estampa, magia, carisma y liderazgo, permanecen. ■