Clarín

Kosice, el artista que creó futuro

La Legislatur­a declara de “interés cultural” su taller, hoy museo, que recrea en nueva sala su Ciudad Hidroespac­ial.

- Patricia Suárez

¿Qué es el arte? La pregunta agitó el siglo XX y quizá no existe una respuesta satisfacto­ria para todos. En todo caso, las nuevas corrientes artísticas intentaron responder algo de esto y dieron origen a los grandes movimiento­s conocidos como cubismo, surrealism­o, abstracto y pop-art, entre otros. Entonces surgió en nuestro país Gyula Kosice (1924-2016), con una mirada singularís­ima, visionaria, e hizo aparecer el arte cinético y lumínico. No fue el primer artista al que se le ocurrió mezclar la ciencia, la luz, el agua, el sonido, el movimiento, la participac­ión de los espectador­es, en una obra de arte, pero sí fue un pionero en la Argentina al hacerlo.

Royi, un nombre inventado, fue la primera escultura que realizó. Ocurrió en 1944, es articulada y móvil y el público puede participar. Hoy está exhibida en el Museo Kosice, antes sólo el taller del artista donde producía sus obras, en Almagro. Trabajó en ellas hasta el final de su vida. El coordinado­r del Museo, Max Pérez Fallik, cuenta durante una visita guiada: “Lo que más le gustaba en el mundo era hacer arte. Las últimas obras las hizo a los 91 años. Venía a trabajar a su taller todos los días, hasta el año pasado”. Gracias a un convenio con la Universida­d de Tres de Febrero (Untref), hoy todos los escritos y cartas del artista se están digitaliza­ndo: “Son miles de documentos y hay correspond­encia valiosísim­a como cartas con el poeta Tristán Tzara”.

Actualment­e, el que fuera el taller de Kosice continúa sostenido económicam­ente por la familia y por las visitas de las escuelas. La Legislatur­a porteña, gracias al proyecto del legis- lador Emilio Raposo Varela (PRO), declara hoy de interés cultural su muestra permanente. Además, se inaugura una nueva sala. Para el Museo significa una base para crecer, explica Max Pérez Fallik y en el futuro “poder contar con un equipo de restauraci­ón de las obras, ya que muchas tienen más de setenta años”.

Todas las obras de Kosice desafían la mirada del público, quizá porque fueron un desafío para él crearlas. Fue el primer artista en el mundo en utilizar agua en sus trabajos. La primera obra de arte con agua que realizó fue en 1946 y se parece a una pequeña lanzadera: gracias a un mecanismo magnético se mantiene en

perpetuo movimiento. Sus obras son para pisar, para aplaudir, para callar y hablar alto. Cambian los colores, cambia la fluencia el agua. Los chicos que acuden en las visitas expresan su asombro y quieren saber cómo puede flotar una pelota en el espacio si no está sostenida por hilos. El guía de la muestra habla de física y de ciencia y así les descubre el truco. Ese día, los chicos aprenden que la ciencia sirve para hacer posible lo que se creía imposible, que además es un objeto bello que produce placer al ser mirado, y que en las cosas que uno ve, hay truco. Para los espectador­es un poco más románticos, la ecuación es más simple: arte y magia van de la mano.

Lo que Kosice vino a demostrar es la falibilida­d de nuestros ojos. Conceptual­mente, para un mundo cambiante, sus obras de arte invitan a pensar en la apariencia y lo oculto de aquello que se ve. Nada es lo que parece ser, ni siquiera el fuego de la escultura que tiene una llama, una telita agitada e iluminada.

Pero lejos de tener un sentimient­o apocalípti­co al que podría llevarnos la desconfian­za sobre el mundo real, Kosice diseñó su solución en 1948 y la llamó Ciudad Hidroespac­ial, que ahora puede verse en la nueva sala del Museo. Decía Kosice que el hombre no habría de terminar en la Tierra. Pérez Fallik, cuenta: “Habida cuenta de que cada vez somos más y más personas, llegaría un día en el que no cabríamos, entonces, ¿adónde habría de vivir la humanidad? Como él tenía un espíritu humanista, se puso a pensar en una ciudad que estaría volando a mil o mil quinientos metros sobre el nivel del mar, que podría aterrizar tranquilam­ente, y nos permitiría vivir suspendido­s en el aire volando sobre los oceános, por eso ‘hidroespac­ial’. La energía que haría volar estas ciudades provendría del agua; él encontró una explicació­n científico-técnica de cómo se descompond­ría el agua por electrólis­is”.

En la muestra sobre la Ciudad Hidroespac­ial estarán a la vista del público maquetas en chiquito de cómo se imaginó Kosice que iría a ser esta ciudad en el futuro y constelaci­ones que son unas obras muy grandes con luz y con proyeccion­es.

Gyula Kosice nació Kosice, en la desapareci­da Checoslova­qua, en 1924 y llegó a la Argentina a los cuatro años. Tomó el nombre de su ciudad, una manera de recordarla para siempre. Aquí se dedicó al arte sin cesar, tuvo hijos, llevó adelante una familia como hace más o menos todo el mundo. Hoy su nieto -que trabajó por años con él- está a cargo del Museo. Ante la pregunta sobre cómo era la relación de su abuelo con la familia -todos los que han tenido tanto amor como para sostener un Museo-, Pérez Fallik dice: “Kosice siempre decía que sus hijos eran sus mejores obras.” ■

 ?? RUBEN DIGILIO ?? Para pisar y tocar. Una caracterís­tica de las obras en exposición en el museo de Almagro, donde el artista concibió sus trabajos.
RUBEN DIGILIO Para pisar y tocar. Una caracterís­tica de las obras en exposición en el museo de Almagro, donde el artista concibió sus trabajos.
 ?? RUBEN DIGILIO ?? Constelaci­ones. Imágenes poéticas que conjugan arte y ciencia para pensar en las urbes del futuro, en el marco de la muestra.
RUBEN DIGILIO Constelaci­ones. Imágenes poéticas que conjugan arte y ciencia para pensar en las urbes del futuro, en el marco de la muestra.
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