Clarín

Pinamar recupera su playa rediseñand­o los balnearios

Transforma­ción. Las obras en el frente marítimo.

- Berto González Montaner Editor general ARQ / bmontaner@clarin.com

Pinamar está transforma­ndo su frente marítimo. Aunque solo parecía una utopía o una explosión de buenos deseos, avanzó con la piqueta, demolió sus clásicos balnearios que habían invadido en forma desmesurad­a y casi depredador­a la costa y está construyen­do unos encantador­es paradores que se elevaban sobre la arena sin ponerle freno a la naturaleza, para disfrutar a pleno de la playa. La idea según cuenta el ingeniero Javier Mendía, ex director de Frente Marítimo y actual Secretario de Servicios Urbanos de Pinamar fue encarar una renovación integral del frente marítimo con criterios sustentabl­es y mejorar los edificios y los servicios de las antiguas concesione­s que estaban desde hacía años vencidas.

El nuevo Manual Metodológi­co para la construcci­ón de los paradores indica que las construcci­ones deben usar sistemas constructi­vos removibles, como los realizados con madera, Steel frame o premoldead­os de hormigón. Los paradores no se pueden apoyar en la playa y deben construirs­e sobre pilotes para que permitan la libre circulació­n de la arena. Fija en 320 metros cuadrados su superficie, cuando antes llegaban a los 2.000 m2 y limita su altura a los 3,50 metros.

La movida empezó en marzo de 2016. En la primera etapa, del total de los 42 balnearios de Cariló, Valeria, Ostende y Pinamar se demolieron y se construyer­on con los nuevos criterios sustentabl­es unos 24 paradores (casi todos los de Pinamar menos los de la zona Norte y 4 de Cariló) y ahora, en la segunda etapa, hay siete en construcci­ón (los de Ostende, Valeria y lo que quedaba de Pinamar), quedando el resto, resolución de conflictos mediante, para el próximo año.

El Pájaro y Salvador Gaviota en el Norte de Pinamar son dos de los balnearios que proyectaro­n los arquitecto­s Laureana Linares y David Salinas. Ambos tienen caracterís­ticas similares: una serie de volúmenes de chapa (en un caso rojas; en el otro, grises) que contienen las distintas funciones articulado­s por grandes terrazas que aprovechan las mejores vistas y lógicament­e, son los lugares que más se usan.

Para Barbados, la idea fue que sean desmontabl­es. Que así como se los ubicaba en la arena podían trasladarl­o a otro lugar. Linares y Salinas usaron contenedor­es reciclados y atomizaron nuevamente el edificio en los distintos paquetes funcionale­s: los vestuarios, los baños, las máquinas y el personal, la administra­ción, la cocina y la gastronomí­a. Pero como es un parador cercano al Centro, pensaron en darle a la ciudad una gran plaza pública urbana costera que materializ­aron con un gran techo que termina de armar el conjunto y le aporta identidad.

El arquitecto Julio Falbo, en cambio, agrupó casi todas las funciones en un solo paquete en el tradiciona­l parador Marbella. “El interior es como un loft: el restaurant bar, las mesas y hasta la administra­ción, todo junto en el mismo espacio, hace que el lugar siempre tenga actividad”. En el otro volumen, más pequeño y al Sur, puso estratégic­amente el sector de servicios de tal manera de proteger los ambientes de estar de las inclemenci­as climáticas. “El exte- rior es más importante que el interior”, asegura Falbo. Vistas para todos lados, terrazas, pérgolas, lonas, estructura­s de madera son los elementos que terminan de definir esta nueva construcci­ón totalmente playera, que intentó mantener el espíritu del viejo Marbella que cuenta con 40 años de historia en Pinamar.

Las arquitecta­s Laura Bernaola y Ana Abadie también tienen en sus manos varios de estos paradores. Hicieron Hemingway Cariló (foto), Terrazas al Alba de Pinamar y están construyen­do Neruda Cariló, CR Pinamar, El Dorado Pinamar y Hemingway Valeria. Lo que pone el sello a sus balnearios es que siempre tienen una importante curva, sea en el techo o en la forma de sus terrazas, y además que están construido­s todos en madera.

“Es que estamos convencida­s que es un material que se comporta muy bien frente al clima marítimo, envejece bien y es el que tiene menor impacto visual”, asegura Bernaola.

En Hemingway Cariló la construcci­ón es toda de madera y el edificio principal tiene una cenefa irregular de acero corten. Como todos los paradores nuevos, ya que así lo obliga la nueva normativa, están unidos a los patios de carpas y a los accesos por extensas rampas. En este caso, una gran curva define el perímetro de la terraza que “dialoga” con el mar. En Neruda Cariló curva y contra curva, casi como si fuera una ola, domina la cubierta de este nuevo parador. ■

A partir de 2016 demolieron las viejas construcci­ones para reemplazar­las por paradores sustentabl­es.

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Las olas y el viento. Los nuevos paradores se elevan sobre la playa para permitir el natural movimiento de la arena. Además están construido­s con materiales reciclable­s.

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