Incomprensible mente criminal
Kim Wall fue una estudiante sobresaliente de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia. Hablaba 8 idiomas, entre ellos chino mandarín. Era sueca. Tenía un inmenso coraje. Cuando egresó de la Escuela con su título de Master desplegó una carrera notable cubriendo guerras en los sitios más peligrosos del mundo. Ella escribía para The New York Times, The Guardian y la Revista Time, entre otros medios. Pero un inventor demente la mató bajo el mar. La descuartizó en un submarino que él mismo había inventado. Kim había decidido hacerle un nota al ingeniero Peter Madsen en Dinamarca, navegar con él en su submarino bajo las aguas. Todo era simple a priori. Pero la mente humana es a veces atroz. El inventor la liquidó allí, bajo las aguas y luego trozó su cuerpo en partes. Kim pensaba irse a vivir un tiempo a China con su novio. Su futuro fue descuartizado. Y la condición humana vuelve a ser interpelada por ese deseo de matar que tienen los asesinos, aun cuando sean “genios”. Madsen era un inventor brillante, y un monstruo. La inteligencia no siempre está asociada al bien.