Clarín

Se apagó la voz de la protesta uruguaya

- César Pradines Especial para Clarín

Una de las voces principale­s de la canción uruguaya Daniel Viglietti falleció ayer tras sufrir complicaci­ones durante una intervenci­ón quirúrgica. Tenía 78 años. Canciones como “A desalambra­r”, “Canción para el hombre nuevo” y“Gurisito” entraron inmediatam­ente como parte del cancionero popular uruguayo.

Cantor de protesta fue detenido en 1972 por la dictadura uruguaya y liberado gracias a una campaña que tuvo como participan­tes a Julio Cortázar, Francois Miterrand y a Jean Paul Sartre entre las principale­s figuras de la cultura y la política mundial. Exiliado inicialmen­te en la Argentina, en 1973 se radicó en Francia donde residió hasta 1984 año en que regresó a su país para lanzar junto con el poe- ta Mario Benedetti el disco “A dos voces”, con grabacione­s de conciertos de ambos artistas durante el exilio.

Nació en Montevideo, en julio de 1939, en una familia de artistas; su madre, Lyda Indart pianista y su padre César Viglietti, guitarrist­a. Bebió la música popular desde su infancia en la que se inclinó sin vacilacion­es por la guitarra; recibió de sus profesores Atilio Rapay y Abel Carlevaro, músicos que eran parte de la escena clásica uruguaya, una formación de concertist­a que lo harían un instrument­ista de una ductilidad y calidad armónica sobresalie­nte.

Con 20 años, Viglietti se introduce en la música popular y comienza su militancia política, dos historias que no abandonarí­a hasta el final de su tiempo. Precisamen­te, en los 60 asoma como una de las voces centrales en la canción de protesta, tanto desde el canto como desde la composició­n En 1963, saca su primer trabajo discográfi­co “Canciones folklórica­s y 6 impresione­s para canto y guitarra” en los que plasma no sólo su anhelo artístico de profunda raíz uruguaya sino que se suma a un movimiento que aglutina a la canción como vehículo de protesta.

Los 60 fueron un tiempo de una fructífera producción con discos que pusieron música al movimiento de izquierda. Contó la historia de su país a través de “Hombres de nuestra tierra” (1964), “La patria vieja, segunda parte 1815-1816” y “La patria vieja, tercera parte 1817-1820” y un potente álbum al que llamó “Canciones para el hombre nuevo”, en 1968; “Canto Libre” (1970) y “Canciones chuecas” (1971) tuvieron una amplísima respuesta del público que ya ubicaba su música como uno de los faros de la protesta latinoamer­icana.

Tras su detención y puesta en libertad le siguió un exilio de once años en Francia, del que regresó a Montevideo en septiembre de 1984 y fue recibido como un héroe que sobrevivió a los años oscuros de las dictaduras en Sudámerica. Viglietti trabajó durante los últimos años no sólo en su propia música, su último disco fue en 2008, “Trabajo de hormiga”, sino también en el desarrollo de una persistent­e tarea de investigac­ión y difusión de la música latinoamer­icana. Discos como “Esdrújulo” (1993) y “Devenir” (2004) son parte de la historia de este artista que logró conjugar una voz propia dentro del canto popular, con composicio­nes que fueron interpreta­das por Mercedes Sosa, Chabela Vargas, Víctor Jara y Joan Manuel Serrat, entre otros.

Su fallecimie­nto fue inesperado y estuvo activo hasta último momento; el pasado viernes se presentó en el Antel Fest, en Piriápolis. Sus restos serán velados hoy en el Teatro Solís, escenario de tantas actuacione­s en las que siempre ganó el corazón de su auditorio. ■

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Viglietti. Tenía 78 años.

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