La era de “la mujer Artemisa”
La semana pasada estuvo en Buenos Aires la reconocida psiquiatra y escritora estadounidense Jean Shinoda Bolen, quien visitó nuestro país para dar unas conferencias sobre el “poder femenino”. Analista de la teoría de Carl Jung, es creadora de un paradigma de psicología femenina que reconoce arquetipos -modelos o maneras innatas de ser y reaccionar- como una forma de desarrollar el potencial interno. Su libro Las diosas de cada mujer (lanzado en 1984) pasó de éxito de ventas a clásico.
Su teoría está basada en los patrones arquetípicos que personifican algunas de las principales diosas de la mitología clásica. Asegura que todos ellos están potencialmente activos en cada persona: encarnados en cada uno, proyectados en los demás o reconocidos en las películas que vemos. Desde la fría y sabia Atenea, a la creativa y amante Afrodita o la diosa del hogar y los templos Hestia, estas “historias son vehículos maravillosos de imágenes, sentimientos, ambientes e interioridades porque nos llevan a identificarnos con los personajes y a aprender de ellos. Empezamos con nuestra propia experiencia y establecemos una conexión”, explica Jean, instándonos siempre a jugar el rol principal.
En su último libro, Artemisa. El espíritu indómito de cada mujer, retoma a esta diosa de la caza y de la luna para retratar a las mujeres Artemisa hoy, capaces de dirigir su energía hacia lo que les importa: perseverantes, precisas, protectoras, independientes, igualitarias, luchadoras.
Es la diosa del arco de plata y las flechas, que representa la determinación de estas mujeres. Es, a la vez, el arquetipo de la “mujer activista”, indomable e indomada, la que cree que esa transformación es posible y necesaria y decide hacer aquello que se siente llamada a hacer. Dice que este arquetipo se expresó, por ejem- plo, en 1848 en Seneca Falls, durante la primera convención sobre los derechos de las mujeres en Estados Unidos, que fue el principio del Movimiento Sufragista de las Mujeres; tiempo después, la “hermandad” de Artemisa se puso de manifiesto en la década de los 60 y 70, con la lucha por la igualdad de derechos.
La paquistaní Malala Yousafzai, defensora de la educación de las mujeres y niñas y ganadora del Premio Nobel de la Paz a los diecisiete años, es una de las personas que, para ella, da voz a Artemisa. Entre otras cosas, por su resistencia frente al peligro y su esfuerzo por recuperar la salud después de recibir los disparos que la convirtieron en un símbolo del valor. Artemisa no se rinde.
En su esperada presentación local, Bolen relacionó este arquetipo con el movimiento Ni Una Menos, por su búsqueda de generar cambios y lograr justicia. “Artemisa representa cualidades idealizadas por el movimiento feminista: realización y competencia, independencia de los hombres y opiniones masculinas, y preocupación por las mujeres y jóvenes, escogidas como víctimas indefensas. Los intereses de Artemisa son similares a los intereses del movimiento feminista”.
Bolen, también, fue la principal impulsora a favor de que se realice una nueva conferencia internacional de la mujer, para “abordar asuntos nuevos y emergentes que afectan a mujeres y niñas desde la Conferencia de Beijing en 1995”.
Estos “modelos”, lejos de reproducir ideas acotadas de la realidad, intentan describir e influir en una situación compleja: comprender los patrones internos será la base para decidir cuál de ellos cultivar y, así, superar dicotomías restrictivas del estilo madreamante o profesional-ama de casa. Porque el poder transformador empieza en cada uno. ■