Clarín

Perder el celu, un tormento en nuestras vidas

- Hernán Firpo hfirpo@clarin.com

El teléfono se fue de casa. El smartphone, inspector, usted sabe. ¡Desapareci­ó!, no lo veo hace días… No, no, no, de ninguna manera pude haberlo perdido. Perder, perdí a mi marido. Y perdí en la playa a mi hijo. Dos veces lo perdí. Pero era enero, vio, Mar del Plata, segunda quincena, La Bristol. Lo perdí y lo encontré con la ayuda de los aplausos… Ufff, además fue hace mucho, inspector, nos distrajimo­s un segundo y la criatura ya no estaba… ¿”Nos distrajimo­s”, dije? Ahora que estamos todo el día con el telefonito, los chicos deben perderse cada dos por tres ¿no es cierto…?

Pero no me haga acordar, inspector… ¡Ay, sí! ¡Hágame acordar! Si no, para qué vine a la comisaría... Le explico. Esto fue el martes a la nochecita. Siete y media de la tarde. Salimos a dar una vuelta con Marcelo… Marcelo, sí, Marcelo se llama el teléfono. Le puse nombre, se llama igual que mi marido porque me hace acordar a él: siempre me acompaña a todas partes... Tiene que hacer algo, inspector. ¿No puede mandar a poner uno de esos cartelitos pegados en los árboles? Digo, inspector, unas fotocopias donde se ofrezca una recompensa, como en el caso de esos chicos a quienes se los busca, para aquellos que den datos útiles…

No, inspector, usted y yo no nos estamos entendiend­o: yo no quiero comprar un telefonito nuevo. Esa no es la solución. Yo quiero a Marcelo. Que Marcelo vuelva conmigo. Que en todo caso sepa que si reaparece no voy a usarlo más para hablar con mis amigas todo el día. Si usted lo ve, por las dudas, hágaselo saber. Dígale que si vuelve hasta sería capaz de sacarle el WhatsApp.

Tiene que ayudarme, inspector…

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina