Clarín

Las leyendas que tejió el Superclási­co

- Marcelo Guerrero mguerrero@clarin.com

Este domingo se jugará otro River-Boca. Será el quinto en 11 meses (una victoria oficial y otra amistosa para cada uno). Y el séptimo con Marcelo Gallardo y Guillermo Barros Schelotto, referentes desde sus tiempos de pantalones cortos, como directores técnicos (dos triunfos, dos empates y dos derrotas para cada uno: paridad absoluta).

Nuestra máxima rivalidad deportiva, forjada más de un siglo atrás a orillas del Riachuelo y extendida a toda la geografía nacional, se ha enriquecid­o con aportes extranjero­s, sobre todo de los vecinos sudamerica­nos. Quizás por eso, también, el Superclási­co está recomendad­o en las guías turísticas por sus colores, sonidos y emociones.

Este partido tiene la dimensión contemporá­nea, entre otras razones, por aquel doblete del paraguayo Delfín Benítez Cáceres, “El Machetero”, para un festejado 2-1 de Boca en los albores del profesiona­lismo. Por las genialidad­es del uruguayo Walter Gómez, figura en el River dominante de la década del 50 (“La gente ya no come para ver a Walter Gómez...”). Por los zapatazos del brasileño Paulo Valentim, verdugo impiadoso del gran Amadeo Carrizo en la primera mitad de los 60 (“¡ Tim, tim, tim, gol de Valentim!”). Por la jerarquía y la corrección del peruano Julio Guillermo Meléndez Calderón, crack de los 70, segurament­e el único boquense aplaudido desde la platea San Martín luego de una expulsión. Por el boliviano José Milton Melgar, una debilidad del Flaco Menotti, quien transitó las dos orillas en los 80, como los orientales Gaby Cedrés y “Polillita” Da Silva.

Ya más cerca, el Superclási­co alargó sus fronteras de interés por aquel gol espectacul­ar del colombiano Juan Pablo Ángel a su compatriot­a Oscar Córdoba, uno de los mejores arqueros de la historia xeneize, a fines del siglo pasado. Por los chilenos Marcelo Salas y Gary Medel, figuras en su selecciona­do.

O por los ecuatorian­os Arturo Mina y Raúl Noriega, marcadores centrales, ambos de pasos fugaces. Y volviendo atrás, por un defen- sor con la clase del brasileño Domingos Da Guia, ídolo boquense; un entrenador con la audacia de Didi para poner en River a los pibes, goleadores del estilo de Sergio Martínez y Antonio Alzamendi para definir con frialdad, zagueros como Jorge Bermúdez o Mario Yepes para imponer respeto... Y por Chicho Serna, por “El Tigre” Falcao...

Paradojas del país donde vivimos, desde hace cuatro años ya, el espectácul­o deportivo más famoso de nuestro país permanece vedado a los argentinos que no sean hinchas del dueño de casa. El último con público visitante fue en la Bombonera. Empataron 1-1, con tantos de Manuel Lanzini para el Millo y de otro uruguayo, Santiago Silva, para los locales.

Para encontrar uno con gente de Boca en el Monumental hay que retroceder hasta 2012. Fue 2-2 (Ponzio, Mora, Silva y Erviti, los goles). Si habrá pasado tiempo desde aquella vez que el árbitro de ese clásico fue el siempre polémico Pablo Lunati, quien ahora enciende controvers­ias desde un panel televisivo.

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