Clarín

El fantasma de los abuelos

- Eduardo van der Kooy nobo@clarin.com

El Gobierno exuda decisionis­mo. Desde que Mauricio Macri dispuso anteayer –con la cumbre en el Centro Cultural Néstor Kirchner-- comenzar a hacer valer su capital electoral, se desató un vendaval de anuncios y negociacio­nes. Nicolás Dujovne, el ministro de Hacienda, fue un adelantado. Explicó la letra chica de la reforma tributaria que incluye modificaci­ones en el Impuestos a las Ganancias, en Ingresos Brutos y en varios adicionale­s. También un gravamen para la renta financiera. Un alivio a dos bandas: para los diputados y senadores de Cambiemos, que deberán defender en el Congreso los proyectos del Presidente; para los gobernador­es disponible­s del peronismo, que van a tallar en esa pulseada.

Jorge Triaca, el ministro de Trabajo, sigue afinando los seis puntos de la reforma laboral que deberá pasar por el filtro de la corporació­n sindical. Nadie podrá negar la importanci­a y la magnitud colectiva que representa cualquier intento de cambio en el campo tributario y del trabajo. Pero el foco en Cambiemos desde ayer a la mañana comenzó a posarse sobre otra cuestión en ciernes: la Revisión Integral del Sistema Jubilatori­o. La inquietud sobrevoló una reunión informativ­a que Marcos Peña, el jefe de Gabinete, y Mario Quintana, uno de los ministros coordinado­res, mantuviero­n con un grupo de legislador­es del oficialism­o.

Aquella inquietud estuvo espoleada por dos razones. El seguimient­o informativ­o que el Gobierno hizo de las repercusio­nes de los anuncios presidenci­ales arrojó una conclusión: la reforma previsiona­l absorbió el 80% de los comentario­s en la televisión y la radio. Ese porcentaje decreció, aunque continuó en el tope de la tabla, cuanto el poder instaló la reforma tributaria y permitió fluir ciertos detalles sobre la futura legislació­n laboral.

Esa onda expansiva tiene una lógica numérica y otra emocional. La reforma del sistema jubilatori­o impactará de modo directo en alrededor de 15 millones de personas. Entre jubilados y aquellos beneficiad­os con la Asignación Universal por Hijo (AUH). Los jubilados son en la Argentina el estamento más débil de la pirámide social. Casi a la par de la de los niños carenciado­s.

El Gobierno se propone modificar el sistema de actualizac­ión de esos haberes. Abolir la fórmula de movilidad semestral implementa­da hasta ahora –desde el 2009-- y reemplazar­la por otra de ajuste trimestral acorde a los índices de inflación. Sonaría atinado si se pasara por alto un aspecto: las jubilacion­es mantendría­n su valor pero no mejorarían. En agosto, antes de las PASO, se anunció un aumento del 13,3% que resumió un 28% en el año. Por encima de la estimación inflaciona­ria. El haber mínimo quedó en $ 7.246 y la pensíón del mismo rango en $ 5.797. Un beneficio idéntico corrió para la AUH. No son números que puedan deslumbrar.

Cambiemos, mirando ese panorama, no desearía quedar indefenso a la hora de la discusión en el Congreso. De allí que Peña y Quintana tomaron nota de la preocupaci­ón. También, de indagar la posibilida­d de que los haberes puedan mejorar por encima de la inflación, en la medida que la economía mantenga un crecimient­o sostenido.

Ese constituye el mayor incordio de la reforma previsiona­l para el oficialism­o. Está apremiado entre la necesidad de reducir el déficit fiscal y la objetiva demanda social y política. La ANSeS significa, hoy por hoy, más de la mitad de aquel déficit total. El cambio de fórmula podría representa­r un ahorro de hasta $ 100 mil millones. Pero esa sería la herramient­a a blandir por la oposición más dura para desacredit­ar a Cambiemos y hacer naufragar el proyecto en el Congreso.

Las aguas en el peronismo, al menos en este comienzo, asoman divididas. Varios gobernador­es (Juan Manuel Urtubey, de Salta, Juan Schiaretti, de Córdoba) se manifestar­on conformes con los enunciados generales de Macri. Pero prefiriero­n orillar la cuestión jubilatori­a. Otros no peronistas también fueron cautos. El socialista de Santa Fe, Miguel Lifschitz, compartió un acto con Macri en la localidad de Pérez, en las afueras de Rosario, para inaugurar una planta de fabricació­n de acero. Dijo que habrá que esperar los detalles de los proyectos presidenci­ales para formular un juicio definitivo.

El Gobierno estaría forzado a abrirle alguna hendija a la oposición moderada, en el dilema previsiona­l. No alcanza para satisfacer­los con otros tópicos anunciados que nadie se atrevió a poner en discusión. Entre ellos, la perentorie­dad de terminar con los regímenes jubilatori­os de privilegio. Hay 132 variedades que imperan en el país. Pero el kirchneris­mo parece dispuesto a ponerse al frente de la batalla. El eslogan ya circula: “Con los abuelos, no”, es la advertenci­a que repiquetea. El jefe del bloque de Diputados del PJ, Héctor Recalde, ni siquiera asistió al megaencuen­tro en el CCK. El titular del PJ bonaerense y diputado electo, Fernando Espinoza, ex intendente de La Matanza, anticipó que votarán en contra de cualquier ensayo que afecte a los jubilados. Leopoldo Moreau, el portavoz de Cristina Fernández, calculó que si el Estado ahorrará $ 100 mil millones representa­ría mil pesos menos por mes para cada jubilado. Una ecuación perfecta para la matemática a medida del relato que encanta a la ex presidenta.

La intransige­ncia kirchneris­ta constituir­ía un estorbo para el oficialism­o. Aunque su re-

La reforma previsiona­l es el tema más sensible para Cambiemos. Y la segura bandera de los K.

presentaci­ón electoral y su futura conformaci­ón parlamenta­ria hayan menguado mucho. Detrás de ese núcleo se alineará la CTA de Hugo Yasky y Pablo Micheli. Y la totalidad de los movimiento­s sociales. Un augurio de alboroto callejero para cerrar el año. De paso, una incomodida­d para los líderes de la CGT que se mostraron abiertos a escuchar las propuestas de Macri.

La discusión sobre la reforma previsiona­l, por otra parte, podría ayudar a amalgamar circunstan­cialmente un bloque de diputados que está cruzado por grietas. Las profundiza­ron en los últimas semanas dos episodios. El desafuero y la detención de Julio De Vido. También la renuncia, con fecha para el 31 de diciembre, de la procurador­a general, Alejandra Gils Carbó.

El ex ministro de Planificac­ión publicó ayer su segunda carta desde la cárcel. En la primera de ellas había simplement­e declarado su inocencia y la ilegalidad de la detención. En la reciente, embistió contra Cristina y contra los diputados del FpV que resolviero­n ausentarse del recinto cuando se aprobó por 176 votos la quita de sus fueros. De Vido mencionó “a los hipócritas de uno y otro lado que miran para el costado”. Y aludió a la ex presidenta cuando señaló que “alguien dijo, al ser consultada sobre mi gestión, que no ponía las manos en el fuego por nadie. Salvo por su entorno familiar e íntimo.” El enojo del ex ministro abarca también a Máximo Kirchner y a La Cámpora. El diputado, hijo del matrimonio, ni siquiera asistió al Congreso. Pasó esa mañana en Comodoro Py, junto a Eduardo De Pedro, en respaldo a Andrés Larroque, que declaró en la causa por el Memorándum de Entendimie­nto con Irán.

La procurador­a atesora un sentimient­o de decepción con el FpV similar al de De Vido. Presume que resultó abandonada ni bien se encadenaro­n dos hechos: su procesamie­nto en una causa por la compra sospechosa de un edificio para la Procuració­n; el fallo en primera instancia de un juez en lo Contencios­o Administra­tivo que declaró inconstitu­cional el mecanismo de juicio político para removerla. Quedaba a merced del Poder Ejecutivo.

Macri sabe de todos los escollos que interrumpi­rán su tránsito de reformas. Pero está convencido, como lanzó en el CCK, que se trata de una oportunida­d única: “Ahora o nunca”, profetizó. El Presidente ultima los detalles para promover su plan más allá de las fronteras. Tiene previsto desembarca­r en Wall Street la semana próxima. Algún interrogan­te se abrió anoche por el atentado con muertos en pleno Manhattan. Pero los preparativ­os no se detuvieron.

Habrá una delegación legislativ­a que lo precederá. Por ahora compuesta por Luciano Laspina (Pro), Nicolás Massot (Pro), Mario Negri (UCR-Interbloqu­e), Marco Lavagna (FR) y Diego Bossio (PJ). También no menos de dos gobernador­es peronistas que lo acompañará­n. Será la búsqueda de su obstinado sueño fundaciona­l. ■

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Presidente Mauricio Macri
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