Clarín

DIRECTOR Y PRESIDENTE

Director de “Te esperaré”, que estrena mañana, es el presidente del club Temperley.

- Gaspar Zimerman gzimerman@clarin.com

Alberto Lecchi estrena mañana “Te esperaré”, con Darío Grandinett­i, y está al frente del Club Atlético Temperley.

Es domingo: a Alberto Lecchi hay que llamarlo antes de las 16 o después de las 18. Durante esas dos horas juega Temperley. Un fanático más, podríamos decir. Pero el asunto va más allá: Lecchi es el presidente del club. Y ahora, con el 0-2 frente a San Lorenzo ya consumado, nos atiende mientras camina por los pasillos del estadio Beranger. Suena abatido. -No sé si es consuelo: soy hincha de Atlanta.

-Es consuelo. Recién fui al vestuario a saludar a los jugadores, me cruzo con un hincha y me putea. ¡Estamos en Primera, jugando con San Lorenzo! Hace cuatro años perdimos 4-0 con Tristán Suárez… El club está como nunca, tiene superávit, y pasa uno y te putea. Pero me voy en di- ciembre, ya está.

-¿Es más difícil dirigir una película o un club de fútbol?

-Son dos profesione­s hiperpasio­nales. ¿Cuántas veces puse la casa para hacer una peli? Pero en cine tenés que convencer a 50 personas: los técnicos y actores. Acá debo convencer a doce mil. Es complicado. -¿Cómo hiciste para complement­ar las dos actividade­s?

-Soy bastante neurótico laburando. Ahora ya tengo otro proyecto: siempre trato de tener algo encima por si me va mal, para no tararme. Y trato de ordenar mi tiempo. No veo series para no engancharm­e, y leer y laburar. Es un método. Me organicé así: lunes, miércoles y sábados vengo al club; y los demás días, laburo. -¿Los cineastas también se van al descenso?

-Sí, cada día es más difícil hacer una película. El Instituto impuso unas reglamenta­ciones lamentable­s, para terminar con la industria. Y la exhibición es difícil: está la ley de cuota de pantalla para el cine nacional, pero hay una multinacio­nal que, para estrenar tu película, te hace firmar que resignás esa cuota. Lo saben todos y nadie hace nada. Si te va bien, tal vez tengas una posibilida­d más grande. Si te va mal, te vas al descenso. Por ahí no filmás durante mucho tiempo.

-¿Estás nervioso ante el estreno de “Te esperaré”?

-Es una película que me deja tranquilo porque tenía ganas de hacerla. No es de ésas que aparecen y uno dice “bueno, es laburo”. Peleé por hacerla y la verdad es que me encantaría que el productor, Alejandro Piñeyro, recuperara la guita.

-¿Cuál fue el germen?

-El vínculo entre padre e hijo. Los padres vamos educando a los hijos con una ética, una moral, y de golpe el pibe llega a los 18 años y quiere empezar a hacer cosas que vos le inculcaste, y eso te da un miedo terrible. Cuando mis hijos empezaron a militar, me asusté muchísimo, y una cosa muy masculina es escon- der esos miedos. Este conflicto en la película lo tiene Darío (Grandinett­i) con su padre y con su hijo. Después se agregó el thriller, para entretener mientras contaba esa historia.

-Te dio miedo que tus hijos militaran aun en democracia. ¿Hay un peligro latente en la Argentina?

- Sí, incluso en una época no sólo tenía que ver con la represión, sino con los movimiento­s políticos internos. Uno piensa “a ver si lo aprietan de acá o de allá”.

-El cura que hace Jorge Marrale dice: “Si los que lucharon por otro no están en el cielo, yo en ese cielo no quiero estar”. Y Grandinett­i dice: “El mundo no se cambia a los tiros”. ¿De qué postura estás más cerca?

-No son contradict­orias. La razón debe primar ante todo, por lo tanto los tiros no son el camino. Hay demostraci­ones en otra epóca del mundo, como Allende en Chile. Se puede. -¿Por qué incluiste tanta presencia de la Iglesia y de símbolos católicos? -Lennon escribió “Dios es el concepto por el cual medimos nuestro dolor”. Uno es agnóstico, y de golpe tiene una desgracia y se aferra a algo. Esto también tiene que ver con la edad: uno se acerca a la muerte y empieza a creer. En la película está la contradicc­ión latente no sólo en cuanto al catolicism­o, sino también a la militancia. -¿Ya te dieron una placa por ser el inventor de Darín?

-( Ríe) No, pero Ricardo siempre habla muy bien de mí y le estoy agradecido. Yo venía de hacer con él La playa del amor, de Aristarain, como asistente. Perdido por perdido fue mi opera prima: el productor me ofreció una terna de actores y por suerte lo elegí a Ricardo. Igual iba a llegar a lo que llegó, pero fue su primera película “seria” y fue un espaldaraz­o. Estaría bueno culminar mi carrera dirigiéndo­lo otra vez. ■

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 ??  ?? En el medio. Lecchi, entre Jorge Marrale y Darío Grandinett­i, en rodaje.
En el medio. Lecchi, entre Jorge Marrale y Darío Grandinett­i, en rodaje.

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