Un Brasil de puertas bien abiertas
Si la cuestión fuera planteada como un acertijo, lo más probable sería que apenas puesto a sonar el segundo tema de A gata café, el nuevo álbum del acordeonista Toninho Ferragutti, la mayoría de los jugadores le pongan unas cuantas fichas a Egberto Gismonti.
Pero no. Aunque el “no” sería hasta ahí nomás. Porque si bien es cierto que la sanfona que se escucha no es la suya, el título que Ferragutti eligió para la pieza fue Egberto. Y la referencia al tema Sanfona, incluido en esa maravillosa obra de Gismonti que es En familia es absoluta y deliberadamente explícita.
Tanto lo es, como los breaks eminentemente jazzeros que en Com a Bulgara Atrás da Orelha le permiten a Cleber Almeida hacer gala de sus recursos como baterista al mejor estilo de virtuosos del instrumeto como Dennis Chambers o Vinnie Colaiuta, por mencionar un par. Sólo que aquí, Ferragutti le agrega a la propuesta un aire de la Europa más oriental.
Más al Este aún se ubica la marca inicial de Beduina, que lentamente afrancesa susonoridad para volver a su punto de partida una y otra vez. Del mismo modo que el músico paulista vuelve a un modo más urbano y occidental en Nem Sol, nem Lua, en la que la guitarra de Vinicius Gomes encuentra espacio para dialogar con el saxo de Cassio Ferreira.
Y así como la impronta más jazzera se adueña de las baladas Santa Gafieira y A Gata Café, en Bipolar se impone el Brasil del sur, con el valor agregado que suma el cuarteto que acompaña a Ferragutti, con un esencial aporte de Thiago de Espírito Santo, que a cargo del bajo alterna su rol de base y melodista con gran fluidez.
Los rasgos locales se reconocen también con claridad en Chapéu Palheta, una pieza que, aunque bordea el concepto del easy listening, esquiva la banalidad sin caer en complicaciones ni solemnidades. ■