Clarín

La redención es un viaje de ida... ¿y vuelta?

- José Bellas jbellas@clarin.com

Anteayer a la noche, en La Trastienda, Santiago Aysine, cantante de Salta La Banca, fue un poco más claro y concreto que lo que había sido en las últimas semanas. Desde que fuera acusado de acoso y abuso sexual por distintas mujeres que vertieron su testimonio en redes sociales, sus descargos habían sido un críptico mensaje de la banda, que parecía más bien escrito por Juan Bautista Alberdi, y una desafortun­ada entrevista radial con Mario Pergolini en Vorterix, donde la palabra “despecho” en la boca del locutor sugirió un negacionis­mo irresponsa­ble para los tiempos que corren.

En un comunicado que leyó frente a sus fans, fue autocrític­o con peros (“puse el foco en defenderme de acusacione­s falsas en vez de comprender el asidero que ese levantamie­nto tenía. Realmente creía haber entendido de qué se trataba la lucha por la igualdad de género, pero no”). Hacia el final, se lo pudo escuchar diciendo: “Me equivoqué, estoy empezando a entender todo lo que hice mal y lo lamento mu- cho. Pienso emprender ahora el camino más difícil que es cómo repararlo. Eso no me va a llevar un día ni una semana. Esto merece terapia, mucha introspecc­ión. Pienso hacer un viaje muy largo para estar conmigo mismo, y nada, espero en consecuenc­ia que puedan entender que voy a estar ausente por un tiempo y eso significa que Salta la Banca a su vez va a estar parada un tiempo también, pero que esto es simplement­e en pos de volver a empezar a deconstrui­rnos nosotros y a empezar también a contribuir con esa lucha desde el lugar que nos correspond­a y nada, pedir perdón eternament­e, y gracias, los quiero mucho”.

Aysine, el frontman de una banda con una convocator­ia en permanente incremento, es uno más entre los tantos acusados del rock local. La gravedad puede variar, todos los casos son tristement­e distintos (desde el acoso verbal a la violación) y las reacciones de los implicados también contienen distintos ribetes. En el caso del cantante de SLB, puede que haya encontrado un tono que, aunque no lo redima, edifique una honesta manera no tanto de resetear su carrera, sino de exponer el machismo que en forma evidente le hizo creer al rock argentino que podía actuar tal cual lo hizo.

Como sea, el autoexilio de Aysine, que incluye una nada velada especulaci­ón de continuida­d, tiene espejada otro tipo de determinac­ión ante un hecho similar. Cuando en diez días Utopians se presente en e Personal Fest, estará realizando su último show como banda. Su cantante, Barbi Recanati, preferirá cortar de raíz un capital importante (una banda de muchos años, contrato multinacio­nal, nóminas en los Grammy) a partir de las acusacione­s de acoso pronunciad­as contra el guitarrist­a Gustavo Fiocchi. “Yo, Barbi, como mujer antes que música, siempre hablo de esto e insisto en que sin importar las dudas siempre hay que pararse del lado de las pibas. Hoy me toca ver a mi mejor amigo arrepentid­o asumiendo su culpa. Y me toca tomar la decisión de tener que desvincula­rlo del grupo en el que tocamos hace más de 10 años. Esperamos que nos entiendan”, había escrito el mes pasado, conocidos y aceptados los hechos. Luego, decisiones más drásticas tomaría, sin tibieza.

La solidarida­d de género de Recanati, su sacrificio en pos de una convicción, no es tan viejo como parece dentro del rock. Según lo testimonia en su intensa autobiogra­fía ( A todo ries

go), Chrissie Hynde, la jefa de The Pretenders, tuvo, igual que Barbi, un mejor amigo guitarrist­a. Aunque no tocaba en su banda, sino en The Clash, Mick Jones sufría por una novia. Hynde, cuatro décadas atrás, le aconsejó que no le diera bola. “Ese fue mi consejo. Sabía lo que hiere a una chica. Cuando una mujer dice: ‘Dejame en paz, en realidad quiere decir: ‘No me estás prestando suficiente atención’. Así que orienté a Mick para apuntar donde más dolía”.

¿Algún médico en la sala?

Barbi Recanati, de Utopians, sacrifica el capital de una década de carrera en solidariad de género.

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