Aprueban nuevas drogas para casos de cáncer de mama
Además logran que se retrase el inicio de la quimioterapia. Ya se comercializan para tratamientos en el país.
Retrasan la quimioterapia. Ayudan a prolongar la sobrevida.
El arsenal de terapias dirigidas para el tratamiento del cáncer de mama avanzado se amplía con la aprobación en el país de dos nuevas droga que retrasan el inicio de la quimioterapia y prolongan el tiempo de sobrevida libre de enfermedad por encima de los dos años.
El de mama es el cáncer más frecuente entre las argentinas. Se detectan más de 19 mil casos nuevos al año y se estima que 1 de cada 8 mujeres lo enfrentará en algún momento de su vida. Detectado en forma precoz, tiene un buen pronóstico. Pero en tres de cada 10 casos (incluidas aquellas que son diagnosticadas y tratadas en forma temprana), la enfermedad progresa a metastásica, es decir, que el tumor se expande más allá de los límites de la mama y se disemina a otras partes del cuerpo (huesos, hígado, pulmón, cerebro y tejidos blandos). En esa instancia, en la que no se puede curar, se apunta a que la pa- ciente viva con la mejor calidad de vida el mayor tiempo posible. Y en ese marco se inscribe la aprobación de ribociclib como primera línea de tratamiento de mujeres postmenopáusicas con cáncer de mama avanzado hormonodependiente HER2 negativo (RE+/HER2-), subtipo que alcanza al 70% de las afectadas.
El ribociclib fue autorizado por la Administración Nacional de Medicamentos y Tecnología Médica (ANMAT) en combinación con letrozol (la terapia hormonal tradicional). El estudio clínico de fase III realizado en más de 660 pacientes mostró que la administración conjunta reduce un 44% el avance de la enfermedad y permite alcanzar una mediana de sobrevida libre de progresión de 25,3 meses (la más alta reportada hasta el momento en fármacos de su tipo), en comparación con los 16 que se lograban con la indicación de letrozol solo.
“Hay 10 meses de diferencia. Y eso nos lleva a que una mujer que tiene metástasis esté con el mismo tratamiento casi dos años. No, no se cura, pero es una diferencia importantísima para su vida de todos los días, tomando cuatro comprimidos por día (tres de ribociclib+ uno de letrozol), sin la necesidad de concurrir periódicamente al hospital de día, sin caída de pelo y sin vómitos. Por eso es tan importante y cambió nuestra manera elección a la hora de decidir un tra-
tamiento”, explicó en la presentación de la novedad Diana Constanzo, subjefa de la Unidad de Cáncer de mama del Instituto Alexander Fleming.
La relevancia de alargar el mayor tiempo posible en el que una paciente se mantiene con el tratamiento inicial (es decir, la primera línea) radica en que una vez que esa terapia deja de ser efectiva y se necesita cambiar a otra, la posibilidad de beneficio disminuye. “Con la incorporación de estas nuevas drogas lo que logramos es retrasar la entrada de la paciente a la quimioterapia. Y nos van a permitir lograr sobrevidas libres de progresión muy importantes”, apuntó Florencia Perazzo, profesora asociada de Medi-
cina Interna del CEMIC y ex presidenta de la Asociación Argentina de Oncología Clínica.
El nuevo fármaco -que se toma durante tres semanas al mes- forma parte del grupo de drogas llamadas inhibidores selectivos de quinasas dependientes de ciclinas que, al bloquear la acción de una proteína (la CDK4/6), detienen el ciclo celular e impiden que las células tumorales se dividan y proliferen. Desde el año pasado está disponible en el país palbociclib, una molécula diferente pero con el mismo mecanismo de acción. Una tercera, abemaciclib, todavía no se comercializa en el país.
Estas drogas, afirman, introduje-
ron un cambio de paradigma en el tratamiento de la mayoría de las mujeres postmenopáusicas con cáncer de mama RE+/HER2-, para quienes se convirtieron en la primera opción de tratamiento. Se trata de terapias dirigidas hacia un blanco específico, que actúan selectivamente sobre las células malignas, lo que las hace más potentes y menos tóxicas (evitan la caída de pelo, los vómitos y reducen el riesgo de infecciones). La quimioterapia, en cambio, es un “arma” de perdigonada: destruye tanto células tumorales como normales y su agresividad impacta en la calidad de vida. Cuanto más tarde se pueda recurrir a ella, mejor. ■