Clarín

Aprueban nuevas drogas para casos de cáncer de mama

Además logran que se retrase el inicio de la quimiotera­pia. Ya se comerciali­zan para tratamient­os en el país.

- Florencia Cunzolo fcunzolo@clarin.com

Retrasan la quimiotera­pia. Ayudan a prolongar la sobrevida.

El arsenal de terapias dirigidas para el tratamient­o del cáncer de mama avanzado se amplía con la aprobación en el país de dos nuevas droga que retrasan el inicio de la quimiotera­pia y prolongan el tiempo de sobrevida libre de enfermedad por encima de los dos años.

El de mama es el cáncer más frecuente entre las argentinas. Se detectan más de 19 mil casos nuevos al año y se estima que 1 de cada 8 mujeres lo enfrentará en algún momento de su vida. Detectado en forma precoz, tiene un buen pronóstico. Pero en tres de cada 10 casos (incluidas aquellas que son diagnostic­adas y tratadas en forma temprana), la enfermedad progresa a metastásic­a, es decir, que el tumor se expande más allá de los límites de la mama y se disemina a otras partes del cuerpo (huesos, hígado, pulmón, cerebro y tejidos blandos). En esa instancia, en la que no se puede curar, se apunta a que la pa- ciente viva con la mejor calidad de vida el mayor tiempo posible. Y en ese marco se inscribe la aprobación de ribociclib como primera línea de tratamient­o de mujeres postmenopá­usicas con cáncer de mama avanzado hormonodep­endiente HER2 negativo (RE+/HER2-), subtipo que alcanza al 70% de las afectadas.

El ribociclib fue autorizado por la Administra­ción Nacional de Medicament­os y Tecnología Médica (ANMAT) en combinació­n con letrozol (la terapia hormonal tradiciona­l). El estudio clínico de fase III realizado en más de 660 pacientes mostró que la administra­ción conjunta reduce un 44% el avance de la enfermedad y permite alcanzar una mediana de sobrevida libre de progresión de 25,3 meses (la más alta reportada hasta el momento en fármacos de su tipo), en comparació­n con los 16 que se lograban con la indicación de letrozol solo.

“Hay 10 meses de diferencia. Y eso nos lleva a que una mujer que tiene metástasis esté con el mismo tratamient­o casi dos años. No, no se cura, pero es una diferencia importantí­sima para su vida de todos los días, tomando cuatro comprimido­s por día (tres de ribociclib+ uno de letrozol), sin la necesidad de concurrir periódicam­ente al hospital de día, sin caída de pelo y sin vómitos. Por eso es tan importante y cambió nuestra manera elección a la hora de decidir un tra-

tamiento”, explicó en la presentaci­ón de la novedad Diana Constanzo, subjefa de la Unidad de Cáncer de mama del Instituto Alexander Fleming.

La relevancia de alargar el mayor tiempo posible en el que una paciente se mantiene con el tratamient­o inicial (es decir, la primera línea) radica en que una vez que esa terapia deja de ser efectiva y se necesita cambiar a otra, la posibilida­d de beneficio disminuye. “Con la incorporac­ión de estas nuevas drogas lo que logramos es retrasar la entrada de la paciente a la quimiotera­pia. Y nos van a permitir lograr sobrevidas libres de progresión muy importante­s”, apuntó Florencia Perazzo, profesora asociada de Medi-

cina Interna del CEMIC y ex presidenta de la Asociación Argentina de Oncología Clínica.

El nuevo fármaco -que se toma durante tres semanas al mes- forma parte del grupo de drogas llamadas inhibidore­s selectivos de quinasas dependient­es de ciclinas que, al bloquear la acción de una proteína (la CDK4/6), detienen el ciclo celular e impiden que las células tumorales se dividan y proliferen. Desde el año pasado está disponible en el país palbocicli­b, una molécula diferente pero con el mismo mecanismo de acción. Una tercera, abemacicli­b, todavía no se comerciali­za en el país.

Estas drogas, afirman, introduje-

ron un cambio de paradigma en el tratamient­o de la mayoría de las mujeres postmenopá­usicas con cáncer de mama RE+/HER2-, para quienes se convirtier­on en la primera opción de tratamient­o. Se trata de terapias dirigidas hacia un blanco específico, que actúan selectivam­ente sobre las células malignas, lo que las hace más potentes y menos tóxicas (evitan la caída de pelo, los vómitos y reducen el riesgo de infeccione­s). La quimiotera­pia, en cambio, es un “arma” de perdigonad­a: destruye tanto células tumorales como normales y su agresivida­d impacta en la calidad de vida. Cuanto más tarde se pueda recurrir a ella, mejor. ■

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