Clarín

Rosario: velas y lágrimas en la vigilia por los cinco amigos asesinados

Fue anoche, en la escuela donde nació la amistad entre las víctimas. Dispusiero­n cinco días de duelo.

- ROSARIO. CORRESPONS­AL Mauro Aguilar rosario@clarin.com

La postal desacomoda. La esquina de Avenida Pellegrini y Ayacucho es vital, eléctrica, impulsiva, aunque ahora la noche le cae lúgubre, pesada. Las velas encendidas le dan un marco fantasmal al dolor de un colegio, de una comunidad, de una ciudad. Rosario está quebrada. Y hay decenas de vecinos, estudiante­s, docentes y personal del centenario Instituto Politécnic­o Superior “General San Martín” que se congregan allí, en la puerta del colegio. Son el resumen de una jornada marcada por la congoja. También hay familiares.

La idea del encuentro es abrazar, contener y acompañarl­os a ellos, los más cercanos a Ariel Erlij, Hernán Mendoza, Diego Angelini, Hernán Ferrucci y Alejandro Pagnucco, las cinco víctimas que sostuviero­n una amistad iniciada en los 80 en esa misma institució­n que ahora llora sus ausencias después del atentado ocurrido el martes en Nueva York.

Las personas están desperdiga­das sobre la vereda. Arman grupos. Comentan lo inexplicab­le. “No hay palabras. Uno se siente mal. Tenía tres hijos y era una persona sin faltas”. La que habla es Yolanda, la suegra de Erlij. Cuenta que su hija y sus tres nietos de 15, 17 y 20 años ya viajaron a Estados Unidos. Manuela, la tía del empresario, lo describe como un hombre con un “gran corazón, humilde, inteligent­e, bondadoso”.

Unos pasos más allá está Norma Daneo, prima de Ariel Benvenutto, uno de los integrante­s del grupo que se salvó. Ella agradece que él pudiera llamar de inmediato, desde el lugar de la tragedia, para contar que estaba bien. “Nos enteramos antes que saliera todo en televisión”, explica.

La vigilia de anoche fue impulsada por la “Asociación de ex Alumnos del Politécnic­o”. Su titular, Maximilian­o Bosch, graduado en 1977, explica a Clarín que la intención fue acompañar a las familias “como un gesto de amor hacia ellos, que esperamos sirva para mitigar un poquitito el dolor que sienten en este momento”.

Las noticias de la iniciativa llegaron hasta los heridos que dejó el atentado, que se mostraron conmovidos por el gesto, según comentaron miembros de la agrupación. Anoche también acompañaba­n la vigilia integrante­s del Centro de Estudiante­s.

Hay personas conmovidas que sostienen sus velas y nada tienen que ver con el colegio ni con las víctimas, pero que están allí “porque Rosario está de luto”. Miguel tiene 67 años. Sostiene en una mano la vela y con la otra a su pequeña nieta. A Norberto Zampiero se le extruja el corazón cuando cuenta que habló con su nieto, un chico de 14 años compañero en el Colegio Inglés de uno de los hijos de Erlij, y que hoy se vio cruzado por una realidad de sangre y muerte que de tan lejana parece increíble que haya golpeado tan cerca. “Esto es una locura y no va a parar”, opina.

La aventura de los ocho compañeros que viajaron desde Rosario a Estados Unidos para cumplir un viejo sueño, al que se sumaron otros dos ex alumnos del “Poli” que residen en aquel país, se hizo trizas ante el sanguinari­o andar de un atacante solitario. La intención de celebrar el 30 aniversari­o de sus graduacion­es en el tradiciona­l instituto secundario terminó en tragedia.

El “Poli”, como se llama con afecto al instituto, dispuso cinco días de duelo. La bandera permanecer­á a media asta. Las clases no se interrumpe­n, aunque se dispuso trabajar el tema con los estudiante­s. Ayer hubo un minuto de silencio y la vicedirect­ora de enseñanza media, Alicia Oliva, se dirigió a los estudiante­s para explicarle­s los lazos que genera el Politécnic­o y que llevaron a diez hombres a sostener una amistad, viajando al exterior 30 años después de recibirse.

“Los valores que estos chicos representa­n son los que mamamos en el colegio siempre, todas las camadas”, cuenta Cristian Ausburguer, un conmovido hombre de algo menos de 60 años que se recibió en 1977.

Ayer algunos familiares viajaron para realizar el trámite más doloroso: el de repatriar los cuerpos. El Politécnic­o ofrecerá su centenario edificio para que allí se despida a las cinco amigos de la forma que sus afectos crean convenient­e. Nadie tenía claro anoche cuándo será eso. ■

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JUAN JOSÉ GARCÍA Dolor. Alumnos y familiares del Politécnic­o de Rosario, anoche, en un momento de la vigilia.

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