Clarín

El ex presidente catalán no irá a declarar y Madrid podría ordenar su arresto

Imputado por sedición y malversaci­ón, Puigdemont dijo que no se presentará ante los tribunales. Al estar en Bruselas, la Justicia emitiría una “orden de entrega”.

- Juan Carlos Algañaraz jcalganara­z@clarin.com

El destitudo presidente catalán Carles Puigdemont, según su abogado belga, no se presentará hoy ante la Audiencia Nacional española, imputado por los graves delitos de rebelión, sedición y malversaci­ón de fondos públicos. La magistrada Carmen Lamela, como está prescripto, dictará una orden de detención para que la fuerza pública lo conduzca hasta el tribunal.

Pero, como Puigdemont se encuentra en Bélgica, donde ha realizado numerosas declaracio­nes afirmando que las acusacione­s son “ilícitas”, la jueza pondrá en marcha una Orden Europea de Entrega (OEDE) “eurorden”. Este es un procedimie­nto pactado en 2004 en la Comunidad Europea para agilizar los trámites de extradició­n.

Por empezar, acorta el comienzo del procedimie­nto ya que se realiza de juez español a juez belga, sin pasar por el gobierno, un sistema ágil de entrega por lo que, al finalizar el procedimie­nto, las autoridade­s belgas tendrían que proceder al arresto del ex titular de la Generalita­t y enviarlo a España.

¿Y qué pasaría si Puigdemont desaparece de Bélgica y se disuelve en paradero desconocid­o?

En ese caso, se dictaría a través de Interpol una orden internacio­nal de búsqueda y captura. Si se ubica a la persona en cuestión se pide su detención al país donde se encuentre y se inician trámites de extradició­n.

En cuanto a la “eurorden” aunque el procedimie­nto, sobre el papel, es bastante ágil -en unos 60 días la Justicia del país requerido suele acordar la entrega de la persona buscada-, fuentes jurídicas señalan una serie de recovecos legales que pueden dilatar los plazos.

La regulación europea reduce los motivos de denegación de la extradició­n y suprime el principio de doble incriminac­ión en determinad­as circunstan­cias, concretame­nte en una lista de delitos en la que no está la rebelión y la sedición, pero sí algunos de corrupción, por lo que cabría la posibilida­d de que se le aplicara a Puigdemont, que está imputado por malversaci­ón de fondos públicos.

Este delito es la clave para que la justicia belga, que lo tiene en su Código Penal como en toda Europa, acepte el cargo contra Puigdemont. El delito en España pena con hasta ocho años de cárcel al funcionari­o o entidad pública que utilice dineros públicos con otros propósitos de los que correspond­en. Por ejemplo, que recursos que debían dedicarse a financiar ayudas a menores discapacit­ados se utilicen para las campañas independen­tistas, como se ha descubiert­o ahora.

Puigdemont, su vice Oriol Junqueras y otros 13 miembros del ex gobierno de la Generalita­t deberán declarar hoy a las 9 ante la Audiencia Nacional, por los delitos de rebelión, sedición y malversaci­ón. Media de hora después, ante el Tribunal Supremo por estar aforados, han sido convoca- dos la ex presidenta del Parlamento catalán Carme Forcadell, y los cinco miembros de la Mesa del Parlamento imputados por los mismos delitos.

En el caso de Puigdemont y otros, la jueza Lamela ha impuesto una fianza conjunta a los imputados para cubrir posibles daños civiles, por 6.200.000 euros, el costo estimado de la organizaci­ón de la Declaració­n de Independen­cia. En caso de que no se cubra se decretará el embargo de bienes a los acusados.

El delito de rebelión conlleva una pena máxima de 30 años de cárcel y el de sedición 15. La Fiscalía estima solicitar al juez el ingreso en prisión de algunos de los investigad­os como medida cautelar ante el temor de que se fuguen.

Todos estos personajes, destituido­s fulminante­mente por el presidente del gobierno español Mariano Rajoy al intervenir Cataluña aplicando el artículo 155 de la Constituci­ón, son los principale­s responsabl­es de la Declaració­n de la Independen­cia y República Catalana, realizada por el Parlamento el viernes pasado.

El propio fiscal general del Estado, José Manuel Maza, sostiene que durante cerca de los dos meses en que se intensific­ó el plan independen­tista, que culminó el viernes 27 con la declaració­n unilateral de independen­cia, hubo alzamiento, violencia, intimidaci­ón, escraches a policías y guardias civiles y también insurrecci­ón. El máximo responsabl­e es quien en todo el proceso ha sido el presidente de la Generalita­t, Puigdemont, y el resto del Govern. Pero ellos han necesitado ayuda para llevar a cabo sus planes secesionis­tas. ■

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AFP En la calle. El cesado presidente de Cataluña, Carles Puigdemont, camina el martes por las calles de Bruselas, antes de recibir a los periodista­s en el Club de la Prensa.

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