Clarín

Racing se despidió de la última ilusión del año porque no le salió ni el tiro del final

Invirtió 14 millones de dólares, pero ya se quedó sin objetivos. Anoche buscó, pero no tuvo respuestas. El palo le negó el gol a Lautaro Martínez. Todo a 50 años de ser campeón del mundo.

- Daniel Avellaneda davellaned­a@clarin.com

La inmensa pantalla erguida sobre la popular devuelve una imagen que dispara todas las nostalgias. Cejas, Pefumo, Basile, Maschio, el Chango Cárdenas... Uno a uno, las glorias del Ra- cing campeón mundial se disparan en HD. “Y ya lo ve, y ya lo ve, es el equipo de José”, se escucha a través de los altoparlan­tes. Hace exactament­e medio siglo, en este mismo Cilindro, la Academia vencía al Celtic de Escocia y forzaba el desempate en Montevideo. Y los hinchas, que el sábado celebrarán el 50 aniversari­o de la épica interconti­nental, pierden sus ojos en aquellas imágenes. Hasta que, de repente, enfocan la mirada en el pre- sente. Y observan un manojo de voluntades dispersas, carentes de fundamento­s tácticos, desbordado­s por la presión, sin suerte y sin gol.

Porque ni el tiro del final le sale a Racing. Ese remate de Lautaro Martínez, mano a mano, en el único descuido de Libertad. Pega en la base del palo, cruel, ajeno a estos tiempos de tributo que se viven en Avellaneda. Y el resultado, a fin de cuentas, es una consecuenc­ia lógica de este momen- to de crisis deportiva. La Academia necesitaba un grito, apenas uno, para viajar a la definición por penales. Y no pudo en su cancha ante el campeón paraguayo, que llegó con dos líneas de cuatro, mucho orden y presencia en el juego áreo. Justo cuando asomaba Independie­nte en las semifinale­s, quedó eliminado.

Afuera de la Copa Sudamerica­na, el principal objetivo del semestre. Ya había perdido su chance en la Copa Argentina, a manos de Olimpo, en los dieciseisa­vos de final. Lejos de Boca. En la tabla, porque 13 puntos lo separan del líder, y en el juego. Y ese es el principal problema de este Racing que no sólo no se parece al equipo de José. Ni siquiera tiene el sello de aquel campeón de Diego Cocca, el que dio la vuelta olímpica de 2014 e impulsó al técnico a un lugar referencia­l de la historia celeste y blanca.

Dos goles en los últimos ocho partidos no son casualidad­es del destino. Racing no tiene un organizado­r. Y si el Pulpo González está sentado en el banco porque recién vuelve de una lesión, el armado depende demasiado de Arévalo Ríos. Y por más que el uruguayo sea atildado en la distribuci­ón, su función es el corte. Entonces, fluye Sergio Vittor desde el fondo. Marcador central con pasado de mediocampi­sta, osado, intenta romper, aun con sus imprecisio­nes. Pero sus intentos terminan en pelotazos que ni Lisandro López ni Lautaro Martínez pueden aprovechar, mucho menos ante defensas tan cerradas.

No hay conexión en Racing. No se gestan sociedades, más allá de la búsqueda de Ibargüen. Y Zaracho no es volante interno. Su lugar en el mundo está por la derecha. Pero Cocca prefiere a Solari, que encara con decisión, pero termina todas las jugadas mal. El entrenador se dio cuenta que el sobrino del Indio no daba para más. Lo ubicó por la izquierda un ratito en el segundo tiempo. Y apostó a Cuadra, otro diestro con el perfil cambiado. Nunca aprovechó la diagonal. Y después, sacó a Zaracho, que nunca le encontró la vuelta al juego, y le dio vuelo a Mansilla. Un zurdo a la izquierda que fue inofensivo, igual que Soto, que surcó ese andarivel pero tampoco fue gravitante.

Hubo dos tapadas importante­s de Muñoz. Un tiro libre de Vittor y un remate de Lautaro, ambos en el primer tiempo. Después, el travesaño le negó el gol a la joya bahiense. En el rebote, Lisandro la empujó al fondo del arco, pero estaba en offside. Acertó el brasileño Anderson Daronco, de irregular arbitraje. Le perdonó la vida a Soto, que estaba amonestado, y pareció penal de Antolín Alcaraz sobre Martínez, cuando el partido agonizaba.

Si la idea era arreciar con los centros, ¿por qué Triverio entró a cuatro minutos del final? Los dirigentes gastaron 14 millones de dólares en refuerzos. Le dieron todos los gustos a Cocca, algo que deberían replantear­se. En algunos casos, optó por jugadores que no dan la talla. Otros, están en un bajón individual. Pero el técnico tendrá que hacerse cargo de este lamentable funcionami­ento que lo condujo al fracaso. Cambió de táctica, estrategia y nombres. Y Racing cada vez juega peor. Cada vez está más lejos de aquella época dorada. ■

 ?? MARCELO CARROLL ?? Idolo desconsola­do. Lisandro López y su reacción luego del gol que anularon por una correcta posición adelantada. Empezaba a percibirse que sería una noche difícil.
MARCELO CARROLL Idolo desconsola­do. Lisandro López y su reacción luego del gol que anularon por una correcta posición adelantada. Empezaba a percibirse que sería una noche difícil.

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