Ramón Cabrero, prócer de Lanús, se fue en paz el día después de la máxima hazaña
Fue jugador, maestro de Inferiores, técnico del campeón 2007 y pieza clave en el armado del finalista de América.
Una noche soñada, a pura alegría, con el histórico pase a la final de la Copa Libertadores. Un amanecer con la tristeza infinita y un nudo en la garganta al conocerse la partida del manager Ramón Cabrero, uno de sus máximos ídolos y referentes, el símbolo ineludible del renacer futbolístico de Lanús primero como formador de juveniles y luego como el DT que lo sacó campeón y lo clasificó por primera vez a la Libertadores. Tenía 69 años y en marzo había sufrido un accidente cerebro vascular.
Volante virtuoso, con dinámica y excelente remate, Ramonín (nació en Santander, España, el 11 de noviembre de 1947) debutó en Lanús en 1965. Tras un breve paso por Newell’s jugó en Atlético Madrid (era el suplente de Luis Aragonés), Elche y Mallorca. Regresó al país para actuar en San Martín de Mendoza e Independiente Rivadavia, donde se retiró en 1982.
”Jugué muy poco porque el otro era mejor que yo, pero así y todo nunca regalé nada, me entrené como el mejor, me cuidé como el mejor y lo tuve que aceptar”, comentó sobre su experiencia en Atlético Madrid, en una nota homenaje de Mundo Deportivo.
Trabajó como entrenador en varios clubes de ascenso y tras un fallido paso por Albania se dedicó a enseñarles a los jóvenes. Lanús, que tras varios años de frustraciones (siete descensos hasta jugar en la Primera C en 1981) propiciaba una reconversión futbolística ya afianzado en la elite y con la Copa Conmebol 1996 con Héctor Cúper como su único título, le abrió nuevamente las puertas. En su club, hizo escuela, forjó una identidad propia. Se animó, primero como interino, a dirigir la Primera en reem- plazo de Néstor Gorosito. Apuntó a los pibes, les imprimió su sello.
En diciembre de 2007, nada menos que en La Bombonera y por el 1-1 ante Boca con el tanto de José Sand (al que convocó cuando River no lo tuvo más en cuenta, para ser el goleador con 15 conquistas), Cabrero se dio el placer de coronarlo por primera vez campeón en un certamen local, el Apertura 2007, con cuatro puntos de ventaja sobre Tigre. Un equipo que deleitaba por su eficacia y la depurada técnica en el juego. Con la apuesta a esos destacados juveniles -Lautaro Acosta, Diego Valeri, Sebastián Blanco, Agustín Pelletieri, Rodrigo Archubi, Marcos Aguirre, Matías Fritzler, Diego González y Agustín Marchesín- que respondieron con creces.
Lanús dejaba de ser una sorpresa y le tomaba el gustito a acomodarse en los puestos de privilegio. Se transformó en un permanente animador en los campeonatos, siempre con una propuesta clara. La batuta de Cabrero (la calle interna del Polideportivo lleva su nombre desde 2012) tuvo su correlato con dos exjugadores surgidos del semillero. Primero con su ladero, Luis Zubeldía, quien a los 27 años se convirtió en el entrenador más joven en dirigir en Primera División, para alcanzar el mejor registro histórico en puntaje gracias al cuarto puesto en el Apertura 2008 y quedar tercero en el Clausura 2009. Lo reemplazó Gabriel Schürrer, con la chapa de haber sacado campeón a la quinta división: encadenó una racha de once partidos invicto, fue subcampeón en el Clausura 2011 y al vencerlo 2-1 en El Mo- numental condenó a River a jugar la Promoción. Valeri, Mauro Camoranesi, Guido Pizarro y Silvio Romero, las piezas claves.
Con los mellizos Barros Schelotto en el banco, Lanús se afirmó a nivel continental. Ganó la Copa Sudamericana ante Ponte Preta y fue subcampeón del Torneo Inicial 2013. La historia reciente, con Jorge Almirón y fuertes impactos: exhibición y goleada 4-0 a San Lorenzo para ganar invicto el Torneo de Transición 2016, un festejo agónico ante Racing para sumar la Copa Bicentenario y la victoria letal 3-0 a River para ser el campeón de la Supercopa Argentina.
“Cabrero es el fundador de todo esto. Es clave, por todos los jugadores que promovió. Siempre ayudaba, sin ningún interés”, señaló José Sand. ■