Clarín

Con el vértigo a mano

El guitarrist­a repasa su historia, que lo cruzó con Pappo y Spinetta, entre otros.

- Eduardo Slusarczuk eslusarczu­k@clarin.com

“Pappo siempre me decía: 'Vos nunca vas a ser famoso. No te sabés vender, loco. Tenés que salir en la foto. Y yo soy cero de eso...”

Sin embargo, al costado de la “fama”, Daniel “Alambre” González supo trazar un camino que hoy lo ubica entre los guitarrist­as más prestigios­os del blues, el rock y algo más.

“Arranqué en el '78, más o menos, en lo que fue la prueba piloto de Riff, junto a Pappo, Alejandro Medina y Juan Rodríguez; de ahí pasé a la banda de Raúl Porchetto, en un momento en el que él estaba muy fuerte”, repasa González, que al mismo tiempo iba armando su propia carrera, en lo que define como el “under”.

En ese plan, Alambre y la doble Nelson -con su hermano, el '’Bolsa’ González- fue el disparador de su primer álbum solista, a mediados de los '90; luego vendría Alambre y los Vibroking y editaría varios discos más, que recopiló en Alambrolog­ía, un extenso muestrario de su recorrido, al que se puede acceder en las plataforma­s digitales. “Lo mío fue siempre “under”, pero de Café La Humedad con Cacho Castaña a la hija de B. B. King, nunca dejé de tocar”, dice.

-Pero quien te conoce te identifica con el blues.

-Pero el blues tampoco es lo mío. Prefiero identifica­rme como aprendiz de todo y oficial de nada. Me gusta el blues, pero en mi show vas a escuchar uno o dos, y después hay un funk, una balada, un rock and roll... En el último disco grabé una chacarera: El olvidado. Cuando grabo, me doy esos gustos. Tenemos la libertad de hacer lo que queremos. Si te ponés a estudiar qué es lo que vende, te tenés que convertir en un investigad­or de mercado. Y yo para eso no sirvo. -¿Te sentís más cómodo haciendo tus temas o interpreta­ndo los de otros?

-Disfruto mucho la composició­n, y cuando hacemos covers, le damos nuestro estilo. Una vez le dije a Luis (Spinetta): “Hicimos Me gusta ese tajo, pero la hicimos mierda; no tiene nada que ver con lo que hiciste vos.” “Para eso están los temas”, dijo. -¿Eléctrico o acústico?

-Prefiero lo eléctrico, aunque me debo un disco más íntimo. Ahora cierro una etapa, y después me pondré a ver qué quiero hacer o grabar. No me preguntés qué, porque no lo sé. Yo disfruto mucho más el vivo que el estudio. En el estudio te ponés a hilar fino, y se pierde la calentura de estar a los cabezazos y cambiar en la mitad del tema. A mí me gusta estar con el vértigo a mano. Esa adrenalina se la transmitís a la gente y nosotros lo dis- frutamos, aunque hoy la improvisac­ión no vende.

-Pero el blues requiere mucho de la improvisac­ión.

-Tocar blues es muy difícil, porque en esa simplicida­d de sus tres tonos lo único que te queda es emocionar a alguien con lo que hacés. Y el arte es cuando le hacés sentir algo al corazón del otro. Cuando llegás al corazón del que te escucha, ya no importa qué estilo es. ■

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Llegar al corazón. Eso es lo que “Alambre” González intenta conseguir con su música. PRENSAMERC­EDES DEMARTINI

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