“No podrán recordar sus picardías, el terrorismo les robó la alegría”
El Monumento a la Bandera tiene su enseña a media asta. Rosario, y con ellos todo el país, está de duelo. La violencia asesina en las manos de un “lobo solitario” que invoca a un dios que seguramente no estará de acuerdo, asesinó a ocho personas, cinco de ellas argentinas. Apenas unas horas antes habían llegado de la ciudad que abraza al Paraná. La muerte artera los encontró festejando con alegría, y con sus restantes amigos de la escuela secundaria, los treinta años del egreso del Politécnico, un establecimiento emblemático de la ciudad. Allí también estudió Fontanarrosa. A Hernán Diego Mendoza, Diego Enrique Angelini, Alejandro Damián Pagnucco, Ariel Erlij y Hernán Ferruchi les robaron la alegría. No podrán recordar aquellas picardías de la adolescencia, sus traspiés en el aula, los docentes imborrables, los primeros escarceos amorosos y las inolvidables anécdotas de esa época de oro de la vida. No podrán. No lo permitió el maldito e inexplicable terrorismo. Iban en bicicleta y la bestia los atropelló en una camioneta quitándoles la vida, iban confiados por esa bicisenda de Manhatan y todo lo terminó la cobarde y criminal encerrona. Dicen que el día era pleno de sol. Para ellos llegó la oscuridad definitiva. Pensamos en aquello de la crueldad del destino. Pensamos que no debiera haber sido. Pensamos en el dolor de esas familias, en esa escuela que vestirá crespones de luto. La tristeza es infinita. Mis condolencias, mi amor y solidaridad para aquellos que nunca olvidarán a estos eternos estudiantes que con una alegre y emotiva leyenda de “Libre” partieron del Aeropuerto Islas Malvinas rumbo al peor final.