“El atentado nos atravesó como si fuesen nuestros propios amigos”

Mi grupo de compañeros de colegio es un grupo de amigos como el de cualquiera, que surgió por obligación cuando nuestros padres, hace ya más décadas de las que quisiera acordarme, sin siquiera conocerse, decidieron mandarnos al mismo colegio.

Mi grupo de amigos es de una época en la que hubiéramos llamado maricón a cualquiera que se hubiera atrevido a saludar al otro con un beso. Ni qué hablar del maricón que dijera que estaba de novio y, peor aún, que la quería. En aquélla época, hace más de 40 años, los hombres no se besaban, los “verdaderos machos” no se querían. Como muchos otros, con mi grupo de amigos nos reunimos periódicamente para recordar por enésima vez las mismas anécdotas del colegio: hacernos las mismas bromas, criticarnos los mismos defectos, y por qué no, vanagloriarnos de vez en cuando -merecidamente por supuestode nuestros atributos de hombres hechos y derechos.

Como todos los grupos de amigos, la noticia del atentado en Nueva York nos atravesó como si estuvieran hablando de nuestros propios amigos. Al día siguiente envié a nuestro grupo la foto de los ocho amigos rosarinos sonriendo abrazados y luciendo en su pecho, con algo de orgullo y mucho de humor, la palabra “Libre”. Automáticamente, uno de los miembros de nuestro grupo respondió: “Somos nosotros”.

Ojalá que mis compañeros de colegio no lo tomen a mal, pero la próxima vez que nos juntemos voy a darles un beso y a decirles que los quiero.