Clarín

De Madero a la cárcel, una prueba de fuego

- Ricardodo Roa

Fue despertado demasiado temprano para sus hábitos. A medio dormir, descalzo y despeinado oyó el marche preso en su departamen­to de nuevo rico en Madero. Vivía en otro mundo, como afuera de su destino inexorable. Boudou quedó detenido mientras transitaba por los últimos instantes de inconscien­cia, de esa autopercep­ción de impunidad que supo acompañarl­o hasta ayer.

Es el hombre que eligió Cristina como vicepresid­ente, el del domicilio en el médano y en la casa de un custodio en Villa Pueyrredón, el que con un fondo buitre y sin poner un peso tomó para sí la máquina de hacer dinero y que cobró dos millones de dólares de coima con un contrato obsceno con Formosa imposible de explicar. El que no se acordaba a quién le había alquilado su casa y que era el monotribut­ista que presidía el fondo buitre. El que truchó papeles de un auto para escamoteár­selo a su ex mujer. El que cobraba sobornos a todos y para todo: renovar la flota de vehículos de Economía y del Senado, otorgar créditos del Bicentenar­io o comprar títulos en default de la deuda con la consultora Arcadia. Ese hombre con aires de galán, cantor desafinado y guitarrist­as de varias guitarras está finalmente preso.

Está preso por asociación ilícita y lavado de dinero igual que su socio Núñez Carmona, uno de los amigos impresenta­bles entre la población de buscas de Mar del Plata. Fin dela impunidad y de la fiesta del despilfarr­o.

Un fallo sobre De Vido abrió la puerta para su detención. Fue de la sala 2 de Casación que ordenó al juez el desafuero y la detención del ex súper ministro. En otras palabras, la Cámara dijo que las organizaci­ones creadas para defraudar al Estado como la que creó Boudou siguen con poder para entorpecer la investigac­ión.

Hay una larguísima historia de demoras en esta causa que empezó paralela a la de Ciccone y que se enredó en peritajes de años sobre cuentas ocultas de Boudou y Núñez Carmona. La primera pista la había dado el propio Nuñez Carmona, sin actividad ni profesión conocidas. Blanqueó en 2009 un millón y medio de dólares. Y cometió la imprudenci­a o se creyó igual de impune que Boudou y metió la plata en sociedades con el ex vicepresid­ente que como funcionari­o no podía entrar al blanqueo. El juez descubrió negocios de los dos en el exterior con triangulac­iones en Uruguay y Panamá.

Otra demora se debe enterament­e al fiscal Di Lello, que nunca pidió medidas de prueba ni siquiera que lo citaran a Boudou. Obediente compañero de ruta del kirchneris­mo y obediente seguidor de Gils Carbó, Di Lello dice que un peronista como él no puede apuntar a peronistas como Boudou. Insólita excepción por ideología y raro que considere peronista a Boudou, que fue un personaje menor de la Ucedé, se coló al tren kirchneris­ta y terminó mimetizánd­ose trotskista en la plaza de Mayo con el brazo izquierdo en alto y el puño cerrado.

Ahora le toca una aventura y una prueba de fuego: vivir en la cárcel y lejos del lujo y de Puerto Madero. Y todavía le falta el trago más amargo: que su ex inquilino Vanderbroe­le cuente todo lo que no ha contado sobre el fondo buitre que se quedó con Ciccone.

Agregado a la lista de presos, Boudou muestra que los planetas se alinean de otra manera contra la corrupción.

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