Clarín

Boudou y la trama secreta de Ciccone: Cristina sabía todo

Protección. La ex presidenta conocía los detalles del negocio de su vice con la imprenta. Lo protegió ante el embate judicial, y le garantizó negocios millonario­s.

- Impresione­s Nicolás Wiñazki nwinazki@clarin.com

Cristina Fernández, siendo Presidenta, supo que Amado Boudou había comprado la fábrica de billetes Ciccone Calcográfi­ca. Supo qué banco local estaba involucrad­o en esa trama, el Macro, de Jorge Brito. Y aun así protegió a su vice cuando el caso se difundió de manera masiva en febrero del 2012. Más que eso. No sólo defendió a Boudou -nunca en declaracio­nes públicas pero sí a través de órdenes y estrategia­s que le hizo cumplir en privado- sino que también utilizó acciones gubernamen­tales, primero, para hacerle ganar dinero a esa imprenta cuando ya estaba bajo sospecha judicial. Y luego, para intentar garantizar­le impunidad a su vice -y a ella misma también- cuando envió al Congreso un decreto pidiendo que se estatice esa planta gráfica. Fue en agosto del 2012. La mayoría automática K en el Congreso votó la expropiaci­ón de Ciccone.

Quien presidió la sesión en el Senado aquel día fue el propio Boudou, titular de ese cuerpo porque era el vi- cepresiden­te de la República.

El juez Ariel Lijo ordenó ayer la detención de Boudou. Y de su socio y mejor amigo desde los siete años, el millonario súbito José María Núñez Carmona. Y también le puso fecha a declaracio­nes indagatori­as del acusado de ser otro de los testefarro­s de Boudou, Alejandro Vandenbroe­le; a otro de sus viejos amigos de Mar del Plata y gerente de su “holding”, Juan Carlos “El Sordo” López; y a una ex novia del ex vice, Agustina Kämpfer.

Fue en el marco del expediente Ciccone que investiga el enriquecim­iento ilícito de Boudou y el posible lavado de dinero gracias a la influencia que habría usado desde sus cargos de ministro de Economía y vicepresid­ente para generar negocios ilegales que se materializ­aban en el ámbito privado a través de Núñez Carmona y Vandenbroe­le. El juez determinó que todas estas personas conformaro­n, con responsabi­lidades diferentes, una “asociación ilícita”.

Los argumentos para meter preso a dos figuras emblemátic­as de la supuesta corrupción K fueron, según el escrito de Lijo, que podrían obstruir el accionar judicial.

Cristina Fernández sabía que Bou- dou estaba detrás del cambio de manos de la megaimpren­ta Ciccone antes de que la ciudadana Laura Muñoz dijera en Radio Mitre y en Clarín que su ex esposo, Alejandro Vandenbroe­le, era “testaferro” del vicepresid­ente y que trabajaba con Núñez Carmona.

En las elecciones de 2011, en las que ella eligió a Boudou como candidato a vicepresid­ente sin consultarl­o ni con el peronismo ni con su Gabinete, el Frente para la Victoria intentó imprimir sus boletas electorale­s... en la imprenta Ciccone, ya bajo el mando de la sociedad comercial The Old Fund, presidida por Vandenbroe­le.

Como las máquinas impresoras de esa compañía no alcanzaban a confeccion­ar esos papeles cruciales para la votación debido al largo que tenían, el socio de Boudou y Vandenbroe­le debieron pedirle consejo a quien sí es un imprentero del alma y no un improvisad­o: Nicolás Ciccone, quien fundó la imprenta que llevaba su apellido junto a su hermano, Héctor, ya fallecido. Ciccone asegura, y así lo dijo en el juicio oral, que se vio presionado a entregarle a su firma a representa­ntes del Gobierno K porque la AFIP le había pedido la quiebra mientras al mismo tiempo el Estado no le pagaba deudas por la confección de pasaportes.

O sea: el 54,11 % del electorado que votó por la fórmula Cristina KircherAma­do Boudou, sufragó metiendo en las urnas boletas que habían sido impresas por la ex Ciccone.

Clarín publicó la primera nota sobre el caso el 18 de septiembre del 2011. La segunda, en noviembre. Ni Gobierno K ni Boudou dieron explicacio­nes al respecto.

En febrero del 2012, la ex esposa de Vandenbroe­le, Muñoz, denunció a su ex marido en declaracio­nes públicas y en la Justicia.

En la primera instrucció­n que llevó adelante el fiscal Carlos Rivolo, junto al juez Daniel Rafecas, la causa Ciccone avanzó de tal modo que Boudou, por orden de la Presidenta, se presentó en la Semana Santa de ese año en un Senado vacío por los feria- dos para denunciar un complot que incluía, según él, al Procurador General de la Nación, Esteban Righi, a Rivolo, a Rafecas, a empresario­s del juego y de los medios, entre otros.

Righi fue echado de su cargo por orden de la Casa Rosada. Rivolo fue apartado de la instrucció­n. Rafecas también, aunque con un matiz: se dieron a conocer chats que el juez mantenía con un amigo de su infancia pero que también era amigo de Boudou. El caso pasó a ser investigad­o por el juez Ariel Lijo y el fiscal Jorge Di Lello.

En abril de 2012, la Presidenta le ordenó al Banco Central que contratase a Ciccone, ya en manos de los amigos y acusados de ser los testaferro­s del vice, para fabricar 410 millones de billetes de cien pesos. Eso le generó una ganancia de 160 millones de pesos a la sociedad comercial que manejaba en nombre de Boudou a la imprenta, llamada The Old Fund. Ciccone Calcográfi­ca ya era investigad­a por lavado de dinero en Uruguay.

En agosto de ese mismo año, la Presidenta ordenó expropiar Ciccone, aduciendo que buscaba así recuperar la “soberanía monetaria”.

A los pocos meses, los billetes de cien pesos de la Argentina se imprimían también en Brasil y Chile.

La ex Presidenta, hoy senadora nacional con fueros, supo lo que había hecho en su momento su vice respecto a Ciccone, y otros negocios más de similar estilo. Lo defendió pese al escándalo judicial y político desatado alrededor de una figura que se ganó su confianza absoluta.

Pero jamás, nunca, en cuatro años como Presidenta, se animó a hacer una defensa pública del hombre al que eligió para que la suceda en el cargo por si algo le llegaba a pasar. El presidente del Senado de la Nación. Allí donde se legisla para hacer las leyes. ■

En abril de 2012, la Presidenta le ordenó al Banco Central que contratase a Ciccone

 ?? AP ?? Final de juego. Esta vez no se subió a la moto: Amado Boudou era trasladado ayer de la sede de Prefectura a Tribunales. Detrás, su amigo y socio José María Núñez Carmona.
AP Final de juego. Esta vez no se subió a la moto: Amado Boudou era trasladado ayer de la sede de Prefectura a Tribunales. Detrás, su amigo y socio José María Núñez Carmona.

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