Furioso y malherido, el secesionismo catalán se aferra a las protestas
Movilizaciones. Se multiplican las marchas, cortes de calle y demanda de libertad para quienes llaman “presos políticos”. Convocaron además a una huelga general. Aplausos para la titular del Parlamento.
Como en un vía crucis pagano, los catalanes independentistas que el jueves vieron cómo ocho ex miembros del gabinete de la Generalitat iban a prisión toman, a diario, las calles. En una ceremonia guionada tácitamente, se reúnen delante del palacio de gobierno, en la plaza Sant Jaume de Barcelona, delante del Parlamento, frente a los ayuntamientos. Piden “Liber-tad”, gritan “Es Puigdemont nuestro presidente” y “Ni un paso atrás”. Aseguran “Las calles serán siempre nuestras”. Nadie se atreve a dudarlo.
“¡Recuperemos nuestro gobierno!”, gritaban anoche ocho mil personas, según la Guardia Urbana, aquí, en Barcelona, mientras la jueza Carmen Lamela libraba la orden de detención inmediata para el ex presidente Carles Puigdemont y los cuatro ex ministros que están con él en Bruselas.
Malherida, sensible, rabiosa. Así se siente Barcelona, bombardeada por noticias que no llega a digerir y, lo que mejor le sale, es autoconovcarse para protestar.
Ayer por la mañana, la Intersindical-CSC convocó a una huelga general en Cataluña para el próximo miércoles, 8 de noviembre, en protesta por la “regresión de derechos sociales” y la precariedad laboral. Por la tarde, Puigdemont decía, en francés y por la tevé belga, que podría ser candidato a las elecciones del 21 de diciembre desde el exterior (ver pgna 46). Por la noche, su partido, el PDeCAT, pedía una lista independentista única para esas elecciones que podría incluir a los ex miembros del gobierno que hoy están presos.
El jueves, cuando se supo que parte del ex gobierno iba a prisión, unas 20 mil personas se reunieron para pedir por la libertad de quienes consideran presos políticos frente al Parlamento, que una semana atrás, fue el escenario soñado por los catalanes separatistas: el viernes 27 de octubre y luego de una votación de la que participaron sólo los parlamentarios secesionistas, se declaró allí la indepen- dencia de Cataluña.
Fue la ex presidenta de ese Parlament que horas después fue disuelto por el gobierno nacional, Carme Forcadell, quien tuvo a su cargo la declaración. El gesto le valió ser citada por el Tribunal Supremo, junto a otros legisladores que integran la mesa permanente del Parlamento, para ser investigada por rebelión, sedición y malversación. Testimoniará el 9 de noviembre. Ayer, a las 9:30 Forcadell ingresó al Parlamento y fue ovacionada por los empleados. Durante más de quince minutos, la aplaudieron en la puerta. Emocionada, la ex presidenta los besó y abrazó uno por uno.
También ayer, en el Eixample, el barrio de 7,5 km cuadrados que atesora los mejores ejemplos de art nouveau de la ciudad, hubo cortes sobre la Gran Via de las Cortes Catalanas. Grupos de vecinos se tomaban de las manos sobre las sendas peatonales impidiendo la circulación por algunos minutos. Luego aplaudían y gritaban “libertad”. “Lo hacemos en defensa de la república catalana y la liberación de los presos”, decían. En numerosos puntos de la ciudad, los estudiantes universitarios también cortaron el tránsito. Hubo cortes de carreteras, entre otras en la C-14, la AP-7 y la B-30, y retrasos de hasta 20 minutos en los trenes por una manifestación que cortó las vías en la estación Sant Cugat de la línea VallèsBarcelona de Ferrocarriles de la Generalitat de Cataluña (FGC).
“Nunca desfallezcáis. Nos juguemos tanto que nos lo juguemos todo”, le pidió ayer al pueblo de Cataluña el ex vicepresidente Oriol Junqueras en un editorial que publicó en el diario Ara. Escrito ya sabiendo que dormiría en la cárcel, Junqueras exhortó: “Seamos dignos de toda la gente que nos ha precedido, pensad en vuestros hijos, piensen en que estamos ante una operación de castigo, contra las libertades, contra Cataluña, que nos quieren de rodillas, sumisos, que nos quieren convertir en una provincia.” Junqueras, que tuvo un pasado de estudioso vaticanista, no evitó citar las Escrituras: “Dice el versículo de la Biblia ‘Señor, perdónalos, porque no saben lo que se hacen’. Pues eso, olvidemos todo el dolor que nos quieren infringir”.