La mitad de las veredas de la Ciudad están rotas y buscan controlar las reparaciones
Cada día se hacen 800 aperturas de aceras por arreglos de empresas de servicios. El Gobierno porteño les exigirá que presenten sus planes de obra con anticipación. Y duplicarán la cantidad de inspectores. Es una de las principales quejas vecinales.
Entre los frentistas que no las arreglan, las raíces de los árboles que las rompen y las empresas de servicios que las abren para hacer reparaciones, las veredas porteñas están destruidas. Según el Gobierno porteño, la mitad tiene algún nivel de deterioro, desde baldosas sueltas hasta pozos grandes. Por eso, mediante distintas medidas buscarán controlar las aperturas por arreglos y duplicar la cantidad de inspecciones. También les pedirán a los vecinos que se ocupen de las aceras de sus propiedades.
Estos cambios figuran en un paquete de leyes que el Ejecutivo envió a la Legislatura. La idea es que sean aprobadas antes de fin de año.
En la Ciudad hay 303.000 inmuebles frentistas, sumando viviendas, comercios y otros edificios. "En el 50% de ellos las veredas tienen algún tipo de daño. La principal causa son las aperturas de las empresas de servicios: después de una década de aban- dono, ahora están invirtiendo en mantenimiento, y eso se nota en las calles", afirmó Eduardo Macchiavelli, ministro de Ambiente y Espacio Público de la Ciudad. De acuerdo a su estadística, hoy se hacen 800 aperturas de veredas por día en promedio, cuando hace dos años eran 250.
Este bombardeo sobre las aceras se nota también en el ranking de quejas vecinales. Hoy el Gobierno recibe 165 reclamos diarios por veredas rotas, que ya son el tercer motivo de malhumor de la gente entre las cuestiones relacionadas con el espacio público.
Por eso ahora apuestan por un cambio. Primero crearon la Subsecretaría de Vías Peatonales, a cargo de Clara Muzzio, quien le dijo a Clarín: "La idea es centralizar las áreas para coordinar el trabajo con las empresas de servicios. Ahora, por ejemplo, les empezamos a exigir que nos presenten sus planes de obras".
El objetivo es tan de sentido común que asombra que no se haya puesto en marcha hace años: que las empresas puedan coordinar con el Estado y entre ellas las aperturas de veredas. Así se evitaría una imagen recurrente y que fastidia mucho a la gente: que se repara una vereda y pocos días después otra empresa la vuelve a romper. "Detectamos unas 10.000 aperturas que se podrían haber evitado con coordinación. Esto hubiera implicado además un ahorro de entre 45 y 50 millones de pesos para las empresas", señaló Macchiavelli.
¿Por qué ahora sí? En la Ciudad explican que desde el año pasado el Estado nacional y el porteño trabajan a la par, y que las empresas y sus entes reguladores empezaron a responder a los requerimientos del Gobierno porteño. Esto permitirá también tener una sola base de datos.
Otro cambio está relacionado con las aperturas de emergencia. Hoy, el 80% de las veces las empresas dicen que tienen que romper las veredas de manera urgente, pero en la Ciudad afirman que sólo un 13% de los casos realmente lo amerita. Cada vez que una apertura se hace como emergencia, la concesionaria tiene 48 horas para avisarle al Gobierno porteño que abrió una acera. Ya no será así: los permisos por urgencia sólo se los darán a AySA, Metrogas, Edenor y Edesur, y el resto de las empresas tendrá que avisar en no más de dos horas.
La tercera modificación serán los controles. De los 70 inspectores actuales se pasará a 150, que además tendrán un sistema de seguimiento online. Con estos datos podrán intimar a las tercerizadas que hacen las reparaciones para las empresas de
servicios, con la idea de crear un scoring de subcontratistas, para privilegiar a las que cumplan. A su vez, bajarán los montos de las multas para que sean "cobrables": hoy hay sanciones millonarias pero que nadie paga.
Las empresas ya no tendrán que pagar por los permisos de obra. Pero sí se les aumentará la tasa por romper las aceras, con cargos mayores para quienes tengan que romper repeti
damente una vereda porque la cerra
ron mal.
El 64% de las veredas rotas se debe a las reparaciones. Otro 12% es responsabilidad de la Ciudad, porque los daños fueron producidos por las raíces de árboles o intervenciones del Estado para arreglar semáforos o el alumbrado. Pero el restante 12% le corresponde a los vecinos. La ley es clara: si la vereda se rompió por el desgaste del paso del tiempo, quien debe repararla es el frentista.
El problema es que, según la Ciudad, el 75% de la gente no conoce esta obligación. Por eso, a partir del año que viene empezarán a notificar a los particulares para que reparen sus aceras. La intención es que haya créditos a tasa subsidiada u otro tipo de facilidades para que puedan financiar los arreglos.