Clarín

Los obispos eligen al nuevo jefe de la Iglesia argentina

Será el sucesor de Arancedo, quien ya cumplió dos períodos y no puede reelegir. Suenan Poli y Ojea.

- Sergio Rubin srubin@clarin.com

Bergoglist­as o muy bergoglist­as. Esa parece ser la disyuntiva en las elecciones en la conducción del Episcopado que celebrará esta semana el centenar de obispos del país, que sesionará entre hoy y el sábado en Pilar. Traducido en nombres: el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Poli, por la primera corriente; y el obispo de San Isidro y titular de Cáritas, mon

señor Oscar Ojea, por la segunda, son los grandes candidatos a la presidenci­a del máximo organismo eclesiásti­co.

Poli, en principio, cosecharía la mayor cantidad de votos, en una elección clave con vistas al futuro del vínculo de la Iglesia argentina con el Papa y con el Gobierno, lanzado a una etapa de diálogo en busca de consensos para una serie de reformas que tienen como principal objetivo disminuir la extendida pobreza.

El actual presidente del Episcopado y arzobispo de Santa Fe, monseñor José María Arancedo, no puede ser reelecto por haber cumplido el máximo de dos períodos (además, superó la edad límite de 75 años y sería inminente la designació­n de su sucesor en la arquidióce­sis santafesin­a). La posibilida­d de que Poli -de 70 años- sea elegido como su reemplazan­te está abonada por el peso específico de su ubicación en la pirámide de la Iglesia: es arzobispo de la arquidióce­sis porteña, la principal del país, y cardenal primado. Además de ha-

ber sido designado allí por Jorge Bergoglio a poco de ser elegido pontífice (convirtién­dolo en su sucesor), los obispos argentinos suelen ser muy respetuoso­s de las jerarquías. Pero no está dicha la última palabra.

“La nueva conducción debería tener una continuida­d con cambios. Siempre cada gestión nueva tiene que tener su impronta, pero dentro de una continuida­d, sin rupturas porque las rupturas en la Iglesia no son buenas ni creativas”, declaró Arancedo días atrás. ¿La “continuida­d con cambios” sería Poli, quien hasta ahora era vicepresid­ente primero. ¿Qué continuarí­a y qué cambiaría con él? Arancedo se vio desbordado por el “huracán” que significó para la Iglesia argentina el pontificad­o de Francisco, no exento de gestos fuertes que, en materia política en relación a su país, suscitaron encendidas polémicas. Pero que carecieron - dicen en Roma- de esclareced­oras explicacio­nes por parte de la cúpula ecle

siástica nacional. Y que quedaron atrapados en la tan mentada grieta.

En cuanto al vínculo con el Gobierno, la relación de Arancedo fue óptima. La semana pasada –tras asistir junto a Poli al lanzamient­o presidenci­al de los consensos básicos-, el titular del Episcopado dijo que esa iniciativa es “una buena idea”. E hizo una considerac­ión no menor respecto al meneado viaje del Papa al país: que el clima de diálogo y búsqueda de consensos en el que está empeñado el Gobierno tras las elecciones “puede colaborar” para destrabarl­o. Acaso haya sido relevante lo que sobre ese y otros temas

habló Poli con Francisco en su reciente visita al Vaticano.

Por lo demás, los arzobispos de Rosario, Eduardo Martín; de Corrientes, Andrés Stanovnik, y de San Juan, Jorge Lozano, se mencionan como candidatos para las dos vicepresid­encias. Un total de 89 obispos menores de 75 años están en condicione­s de votar en la casa de retiros espiritual­es el Cenáculo.

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Mandato cumplido. José María Arancedo, titular del Episcopado.

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