Sexteto Linetzky: clásico y moderno
Noche de tango en Monserrat. Barrio con tradición musical y un público expectante, colmó el viernes a la noche el auditorio de la Sociedad de Distribuidores de Diarios y Revistas donde el sexteto del pianista Andrés Linetzky celebrará el 39° aniversario del ciclo “Música en la Ciudad”, auspiciado por Clarín. Se escuchó un repertorio con clásicos, tangos originales y en donde brillaron Marcelo Costa, un cantor con la tradición como escuela, y la pareja de baile de Romina Levin y Leandro Gómez.
El sexteto comenzó con una potente interpretación de Por una cabeza (Carlos Gardel), con arreglos que resaltaron los matices melódicos pero con una impronta moderna. Le siguió otro tema de Gardel, Siga el corso, y El
abrojito. Un cantor de carácter, de voz templada, que no abusó del vibrato y que se mostró como un intérprete sólido en ambas versiones.
Vendría luego Intuición, de Linetzky, que bailaron Levin y Gómez, una pareja con presencia, donde el lucimiento corrió a cargo de ella, y en donde cada giro, cada paso estuvo rodeado de una marcada sensualidad por parte de Levin. El pianista matizó clásicos con composiciones originales. Linetzky, discípulo del gran Horacio Salgán, tiene una formación fielmente tanguera, aunque también estudió música clásica y jazz. Fue parte del ya disuelto grupo Vale Tango; su sexteto mostró un contundente manejo del ritmo, en el que sobresalió el contrabajista Ignacio Varchausky. La sección de violines -con Guillermo Rubino y Alejandro Schaikis- y los bandoneones -Ramiro Boero y Pablo Jaurena- mostraron un manejo de los climas y del lenguaje que le dieron a la propuesta una rica variedad pero con un criterio estilístico sin desvíos. En Universo átomo, tema original que estrenó en el concierto, el pianista exhibió un creativa aproximación al Nuevo Tango pero utilizando elementos de la tradición; un aspecto muy interesante en la música de Linetzky es que maneja la tradición fluidamente, y aunque proyecta nuevos caminos en el tango, no pierde de vista las raíces del género. Siguieron con tres composiciones cantadas, Cuando jugaba, del pianista, luego En esta tarde gris (Mores y Contursi) y Sin lágrimas (Charlo y Contursi), en el que el platense Costa volvió a lucirse como un intérpre- te medido, que defiende la melodía sin efectismo y que consigue así una expresividad auténtica. El sexteto hizo después Súper milonga, de Linetzky, con un arriesgado arreglo en el que el ritmo se desplaza hacia un aire de samba. Otra composición original con la pareja de baile y esta vez con una coreografía de amplios desplazamientos en una propuesta centrada en el juego de la seducción y ese ida y vuelta. Vino después un tango con el violinista Schaikis como solista y a continuación No hay tierra co
mo la mía, de Charlo y Cadícamo, una potente milonga con la que Costa levantó a la audiencia. Linetzky cerró el show con Cana
ro en París y un público que no podía irse sin otro tango. Hicieron dos bises, Así se baila el tango, y una versión abierta de La Cumparsita, con un sofisticado arreglo del pianista y que Levin y Gómez cerraron con un coreografía con algo de acrobacia.