Clarín

PASIONES ARGENTINAS

Imaginaria metáfora del fin de los días

- Héctor García Blanco hgblanco@clarin.com

El telescopio espacial Cañas Secas, situado en las cercanías de la localidad homónima de una pujante provincia de nuestro país, nació con un defecto de fabricació­n. Así como algunos telescopio­s, por daños en la lente, ofrecen imágenes borrosas, opacas o dobles, el Cañas Secas atrasaba. Si bien al principio nadie creyó que tal inconvenie­nte pudiera ser posible, tras encargarle al telescopio algunas misio- nes el error quedó en plena evidencia. Una vez, por ejemplo, se le encomendó el seguimient­o del paso de un cometa por las cercanías de la Tierra, y el telescopio lo mostró cuando el cuerpo celeste recién estaba en su tierna infancia, juntando polvo y gases, como a cien millones de años luz de aquí.

En otra ocasión, se intentó utilizar el artefacto para localizar una sonda espacial que estaba llegando, en aquel momento, al planeta Marte. El telescopio, otra vez perezoso, se orientó hacia la sonda pero la reveló en su plataforma de lanzamient­o, en las estepas rusas, calentando motores para iniciar su viaje. Con la intención de corregir semejante desproliji­dad, decenas de especialis­tas iniciaron el inmediato arreglo del telescopio, y cinco años más tarde el artefacto fue nuevamente puesto en servicio.

Grande resultó la desilusión del mundo científico al constatar que, luego de apuntarlo hacia la Luna en su primer ensayo, el armatoste no mostró nada, absolutame­nte nada.

Dos días después de aquella última prueba, un meteorito del doble del tamaño de Júpiter impactó contra la Tierra. No hace falta aclarar que, tras su reparación, el telescopio espacial Cañas Secas sin dudas adelantaba.

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