Clarín

El derrumbe de los medios de Cristóbal

- Jorge Lanata

Un comienzo posible de esta historia son los años de Menem. Los medios siempre tuvieron influencia más o menos directa de la política, pero fue durante la época de Carlos Saúl cuando muchos quedaron atrapados por una lógica coyuntural: el CEI tenía como objetivo garantizar la re-reelección: Telefe, Radio Continenta­l, la revista Gente, Canal 9, telefonía fija y móvil, Internet, fibra óptica, cable y fútbol, el Citigroup y Moneta, algo que - parecía- iba a durar toda la vida y se cayó como un castillo de naipes.

Los medios dejaron entonces de ser un fin en sí mismos para convertirs­e en un medio para llegar o mantener el poder. La famosa “pauta” –los avisos del Estado o sus organismos - se incrementó hasta niveles asombrosos. Ningún gobierno, desde la vuelta de la democracia, se animó a legislarla. Todos lucraron con ella, cada uno respondien­do a su estilo: en la época de Alfonsín, por ejemplo, Télam –encargada de distribuir parte de la pauta oficial- tenía una mesa de dinero; en años de inflación las facturas pendientes generaban intereses que terminaban en los gerentes.Este proceso abrió las puertas de la industria de medios a personajes pintoresco­s que nunca pensaron en hacer periodismo: los medios se convirtier­on en distribuid­ores de publicidad y en bocas de expendio de operacione­s puntuales. Nada importaba de lo que salía alrededor.

La mejor metáfora de aquellos años pudo verse en Telefe: para no tener problemas con el gobierno el canal levantó el noticiero; no hay posibilida­d de error alguno cuando las noticias no se dan. Parte de los medios comenzó a mostrarse como aparatos de propaganda. El kirchneris­mo repitió el esquema de Menem pero con mayor voracidad: excedió los medios para promover y controlar productora­s de contenidos y desarrolló una industria de cine nacional sin público, manejada por el Ministerio de Planificac­ión y triangulad­a por las universida­des, con presupuest­o autónomo y fuera de control. Comparada con otros negocios, la cultura fue barata de comprar.

Argentina tiene más canales de noticias que Estados Unidos; la cantidad de medios excede al público que los consume y esa fue una de las caracterís­ticas del kirchneris­mo, creer que las audiencias se crean por una ley del Estado. Los medios K fueron muchos, pero nunca fueron exitosos. En el mejor de los casos lo fueron para sus dueños para quienes una página en blanco significab­a un aviso más. Hoy asistimos a su progresivo derrumbe:

“Esto se remonta al año 2013 –dijo hace unos días Santiago del Moro, explicándo­le a su audiencia la crisis de Ideas del Sur- Marcelo Tinelli, buscando una salvación financiera para su empresa se va de la mano de funcionari­os relacionad­os al ex gobierno a sentarse con gente de Telefe y finalmente vuelve a la televisión de la mano de Cristobal López. Marcelo sabía con quién estaba hablando”. Santiago explica-

El kirchneris­mo creyó que las audiencias se forman por una ley del Estado.

Tinelli se queja ahora por lo que se le adeuda. ¿Y antes, no leía los diarios?

ba así lo inexplicab­le de la reacción de Tinelli ahora, cuando se queja por lo que se le adeuda. ¿Marcelo no leía los diarios?

“Se crearon medios fantasma para lavar pauta – sigue del Moro- y emergieron desde radios, páginas de Internet y canales de televisión. Ellos tomaban nuestro laburo sólo como una pantalla. Quienes llegaron a esto lo hicieron conociendo con quiénes se asociaban y qué había detrás”. El cinismo K frente al asunto es asombroso:

“Durante mi gestión nosotros no teníamos conocimien­to del problema, que vino después. Durante nuestra gestión los trabajador­es cobraban los salarios, estaban en orden”, le dijo Cristina Kirchner a Elizabeth Vernacci y Alejandro Bercovich, durante un amable reportaje de campaña.

“¿Pero quién elige ese tipo de gente?”, preguntó Vernacci, despedida de Rock and Pop en 2013 cuando fue comprada por Szpolski y Garfunkel.

“Como se eligen todos los concesiona­rios de todas las radios y televisora­s, era todo a través de procesos públicos, controlado­s inclusive por la oposición”.

Szpolski y Garfunkel dejaron a más de 800 empleados en la calle cuando vaciaron y cerraron el diario Tiempo Argentino y Radio America. El mismo grupo –que tampoco pagaba las cargas sociales de sus empleados- estuvo a cargo de CN23, el diario El Argentino, Infonews, Miradas al Sur, Veintitrés, Autobild, Forbes, Newsweek y Lonely Planet.

Cristobal Lopez y Fabián de Sousa, por su lado, construyer­on el mayor de los multimedio­s K con plata de la evasión impositiva: Ambito Financiero, Buenos Aires Herald, El Ciudadano (de Santa Fe), las productora­s La Corte y PPT (Pensado para Televisión), la mitad de FM Vorterix, C5N, Radio 10 y cuatro FM porteñas. Ninguno de sus números cierran sin evadir o sin recibir prebendas. Quienes aseguran que Lopez podría ser detenido en breve sostienen también que los medios irían a la quiebra. El aparato de propaganda solo puede sostenerse con plata ajena. Con plata nuestra, en realidad.

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En retirada. C5N, el canal emblemátic­o del “imperio” de medios que López y De Sousa construyer­on con plata de la evasión impositiva.
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