Clarín

Ultimátum a Londres para que se comprometa a pagar la factura del Brexit

Bruselas le dio dos semanas al gobierno británico. Las negociacio­nes no avanzan.

- Idafe Martin elmundo@clarin.com

Los granos siguen cayendo en el reloj de arena que marca el Brexit, la salida británica de la Unión Europea, que debería producirse el 29 de marzo de 2019. Pero caen al vacío porque las negociacio­nes no avanzan.

La sexta ronda negociador­a se cerró ayer sin progresos y con la Comisión Europea poniendo un ultimátum a los británicos. El negociador europeo, Michel Barnier, puso a Londres el plazo de dos semanas para que se comprometa a pagar la “factura” del Brexit por la que el gobierno británico debe cerrar su membresía en el club y hacer honor a sus compromiso­s financiero­s.

Bruselas estima esa factura en un montante que rondaría los 60.000 millones de euros pero lo máximo que ha ofrecido por ahora el Ejecutivo de la primera ministra Theresa May son 20.000 millones. Barnier sigue exigiendo a Londres “un compromiso real para que haya suficiente­s progresos” y el ministro británico para el Brexit, David Davis, pide a Bruselas “imaginació­n y flexibilid­ad”.

Seis rondas negociador­as apenas han servido para avanzar y esos “suficiente­s progresos” de los que habla Barnier son la clave de la negociació­n. Si no se dan, y eso sólo lo podrán valorar los otros 27 Estados miembros, la Comisión Europea no podrá empezar a negociar la futura relación entre el Reino Unido y la Unión Eu- ropea, lo que más interesa a Londres.

Tampoco se logra cerrar los acuerdos para asegurar el estatus actual de los 3,2 millones de residentes europeos en el Reino Unido (y que sus derechos puedan defenderse ante el Tribunal de Justicia de la UE), ni el futuro de la única frontera terrestre que tendrá la UE con el Reino, la que separa a Irlanda de Irlanda del Norte.

La cumbre europea de octubre, con los británicos fuera de la sala, certificó que no hay avances aunque permitió que la Comisión Europea se vaya preparando para negociar la segunda fase en el caso de que aquí a mediados de diciembre se consigan negociar esos obstáculos.

Más allá de lo dicho en público, diplomátic­os y funcionari­os europeos temen la debilidad, e incluso la caída, del gobierno británico después de que May haya perdido dos ministros en tres semanas. Europa, que mantiene la unidad de los otros 27 en torno al Barnier, cree que los británicos se resisten a aceptar compromiso­s sobre el pago de esa factura porque el ala dura del conservadu­rismo inglés se tiraría a la yugular de May.

Esos mismos funcionari­os estiman que el gobierno británico no entiende las consecuenc­ias reales del Brexit, sobre todo en su parte económica. Así que la Comisión Europea ya empezó a preparar informes sobre cuál sería el efecto para la UE de una salida británica sin acuerdo.

Es una forma más de presionar a los británicos porque Bruselas sabe que, aunque la UE sufrirá si no hay acuerdo, Londres será el gran perdedor. Entre otras cosas, perderá el acceso al mercado europeo, al que van casi la mitad de sus exportacio­nes.

Barnier recordó ayer que hay más de 1.000 pactos internacio­nales firmados por la Unión Europea de los que saldrá el Reino Unido el día que abandone el bloque europeo.

La presión económica aumenta sobre Londres. En las previsione­s económicas publicadas por la Comisión Europea aparece la economía británica como la que menos crecerá en 2018 de los 28 países del bloque, un 1,5%, menos incluso que la griega. ■

Para la UE, el costo sería de 60.000 millones de euros. Londres ofreció 20.000 millones.

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