Las ferias gastronómicas, pasión de multitudes
La feria gastronómica otra vez reunió a 130.000 personas en Colegiales. Hubo platos de todo el país.
Con 130 mil personas, Masticar cerró su segunda edición del año.
El sol de la primavera porteña fue el último condimento que completó la fiesta de los sabores. Ayudada por el clima y la pasión por la cocina, la séptima edición de la feria culinaria Masticar otra vez convocó a 130.000 personas. La exposición de cocina que se realiza en Colegiales ya se consolidó como el principal evento gastronómico de Buenos Aires.
Además del predio de El Dorrego, otra vez la organización acertó en sumar los 15.000 metros cuadrados de la vecina sede de la UCA, con lo cual, pese a la multitud, la gente pudo moverse con suficiente comodidad. A pocos metros de la entrada de Zapiola y Matienzo, el cariñoso humo de las brasas ya recibía a los visitantes. Algunas de las mejores parrillas de Buenos Aires volvieron a ofrecer sus cortes en sándwiches. El stand de La Cabrera, por ejemplo, apostó por las hamburguesas de Wagyu, una raza de vacas de Japón. A pocos metros, una de las novedades fue el puesto de Carne, la cadena de hamburgueserías de Mauro Colagreco, chef mundialmente reconocido que por primera vez se sumó a Masticar.
En esta edición también visitaron la feria cocineros destacados de otros países, como la brasileña Roberta Sudbrack y el indio Gaggan Anand, un revolucionario de la gastronomía de su país.
Bajo el techo del Dorrego se combinaban otros dos platos fuertes. Por un lado, los puestos de reconocidos restaurantes, como Italpast con su lasagna, Crizia con sus ostras, Sucre con un tartar de trucha, o Elena y su sandwich de chinchulines de cordero que estuvo entre los favoritos de muchos. Por el otro lado, brillaron algunas perlas de repostería, como las tortas de Maru Botana o los postres de Pamela Villar: volcán de dulce de leche, trufas y pan de banana.
La feria volvió a mostrar una propuesta que acepta cada vez más gente: las carnes "exóticas". Hubo hamburguesas de carpincho, que ofrecía Los Infernales, el restorán de San Tel- mo. En Puratierra, en tanto, la novedad eran las arepas de carne de yacaré y la ensalada de pato. También llamaron la atención los restaurantes de cocina oriental, como Una canción coreana o Sunae Asian Cantina.
Otro de los clásicos de Masticar es su mercado de alimentos. Nuevamente, 125 productores de distintos rincones del país llevaron a Colegiales sus fiambres, quesos, dulces y otras delicias regionales. Este año, además, tuvieron una visita especial, porque la primera dama Juliana Awada se acercó a la feria y charló con varios de ellos. También conversó con algunos de los chefs que organizaron la feria a través de la Asociación de Cocineros y Empresarios Ligados a la Gastronomía Argentina (ACELGA).
Otras sorpresas fueron musicales. El sábado, pasó por la feria el cantau- tor estadounidense Jack Johnson, que aprovechó para probar el dulce de leche. También hubo un show sorpresa de Juanse, el viernes.
Este fue el primer año en que Masticar tuvo dos ediciones, la de mayo y la que se desarrolló desde el jueves hasta ayer. La fecha ayudó mucho, no sólo porque el clima dio una mano sino porque los cocineros y productores pudieron mostrar frutas y otros alimentos de estación.
Al público se lo ve cada vez más exigente e informado. No por nada entre los cuatro días hubo 34 charlas, conferencias y clases dictadas por prestigiosos chefs argentinos. Muchos se volvieron populares de la mano de la TV, y lo corroboraron este fin de semana en la exposición: el stand de Los Petersen, por ejemplo, casi permanentemente tuvo una larga fila de sibaritas esperando su plato. Y otros cocineros eran detenidos a su paso para que se sacaran selfies.
"La organización me gustó más que otros años. Estuvimos cómodos, los baños estaban limpios y había suficiente espacio", resumió Patricia Fernández, vecina de San Cristóbal. En tanto, José Luis Garcés, agregó: “Los precios estuvieron bastante bien, y me gustó que se ocuparan mucho de la higiene, todo el tiempo había personal limpiando las mesas". Los platos se vendían por entre $ 60 y $ 120. ■